
«Las apariencias engañan. Y más engañarán a quien solo se fije en la apariencia».
…porqué si así que alguien me lo diga, porque yo no lo veo.
Hace unos días tuve el placer de estar en el backstage de la firma de libros del libro de Juan del Val, «Valparaiso» en mi ciudad.
Un libro que trata sobre una urbanización de lujo a las afueras de Madrid. En el que los muros que la rodean les protegen del miedo, del amor, la tristeza, del deseo y de la muerte.
Y en él, me ronda una pregunta siempre :
¿Por qué nos queremos proteger de la vida?
Por mi trabajo y mi curiosidad innata, me gusta observar a la gente en todos los ámbitos. Tanto en el día a día como entrar en las RR.SS y observar como actúan, te das cuenta que las personas buscamos lugares o nos los creamos, donde sentirnos seguros.
Seguros que no quiere decir coherentes, transparentes, originales, autenticos.
En estos momentos de crisis, observas con asombro como personas que se odiaban, ahora se aman con una locura inusitada. Profesionales que se habían entorpecido proyectos mutuamente ahora trabajan conjuntamente como si no hubiera un mañana. Ves como perfiles solo hablan de lo bien que le van las cosas aunque haya una crisis galopante.
En esos momentos te preguntas:
¿Por qué nos queremos proteger de la vida, si luego hablan de la felicidad, el poder de ser uno mismo y la paz mundial?
No hay quien entienda al ser humano.
Desde luego como dirían los gurús del desarrollo personal, tenemos que tener en cuenta que detrás de cada puerta, de cada perfil hay cosas que ni nosotros nos podríamos imaginar. Y como estoy totalmente de acuerdo con ello, también te digo, que también nosotros tendríamos que pensar en eso y no creernos todo lo que nos vemos.
Master en Marca Personal que nacen de la nada con un coste alto , sin titulación oficial y que nos creemos que nos ayudará a encontrar trabajo y reputación al igual o mayor que Amazon. Formaciones a base de videos que nos harán tener igual de conocimientos que los lideres de Silicon Valley, amigos que nos dicen que nos quieren hasta que les decimos algo que les hace torcer el morro. Personas que se autodenominan expertos en el futuro y no supieron ver ni el bicho que nos venia…
Por desesperación a que nos quieran, al éxito, a sentirnos parte del grupo acabamos creyendo cualquier cosa. Pero también por desesperación manipulamos a los demás.
Porque creemos que sino entramos en esas puertas que nos ofrecen la vida, la felicidad, el éxito, el amor, se nos escapará.
Y todo ello, nos hace creer que vivimos en un mundo ideal, en el que todos los amigos nos querremos para toda la vida, en las que el gurú de moda lo que dice lo cumple o que el curso de experto te va a llevar al éxito más rapido que el coche de Carlos Sainz. Un mundo que nos merecemos, que exigimos vivirlo y acabamos cayendo a base de «golpes» que no queremos aceptar, que la realidad no es como la pintan.
Vivimos en un mundo que uno de sus mayores miedos, es que le descubran que ha sido un ladron de identidades. Que no era quien decia hacer, que no conseguia los resultados que aseguraba que conseguirían con él,… que todo era una puta fachada
Por eso las relaciones que tenemos, es una lucha de control. Intento controlar que no sepas de mí lo que no quiero que te enteres, no respondo a lo que no me interesa que sepas, intento controlar tus pensamientos sobre mi, tus acciones,.. y todo ello para que no vean que no somos quienes aparentamos ser, para seguir manteniendo las apariencias que los demás creen de nosotros y el status que nos hemos ganado. Pero eso si, eso de los dilemas morales se lo dejamos para otros.
Vivimos en el que nos sorprendemos y echamos las manos a la cabeza cuando como quien no quiere la cosa, te enteras de alguna infidelidad, de la verdadera imagen de una persona que decía amarte, de la soledad que viven personas que en sus redes sociales siempre están rodeados de gente, hasta del asesinato de una persona que no tenia pintas de asesino o que lo que te prometían no era verdad… Echamos la culpa a los demás, siempre la culpa lo tienen ellos. ¿Pero nosotros también mostramos una apariencia a los demás que no es la verdad? ¿Queremos creer por necesidad y por eso nos las dan con queso? ¿Hacemos creer también a los demás para mantener el control de las apariencias que queremos dar?
Y por último: ¿Hemos llegado ya al mundo ideal que nos muestran los demás?