
«El amor se hace más grande y noble en la calamidad» decía Gabriel García Márquez.
Si ves las redes sociales, no hay un segundo que no encuentres una foto, un meme o un artículo que hable del amor.
«Nos tenemos que amar los unos a los otros, ama a tus amigos, ama a la madre tierra, ama a tus compañeros de trabajo (que no quiere decir que te acuestes con tu secretaria, vale?)...»
Todo es amor. Parece que vivimos en un San Valentín continuo.
Lo siento, no me lo creo
¿Por qué?
Porque el amor no se retransmite como si tuviéramos un megáfono en la manos y fuéramos gritando a todo el que nos quiera escuchar que: «Te amo».
¿Qué está bien que te lo digan de vez en cuando?
¡Desde luego!.
Pero yo prefiero una persona me lo demuestre y no me lo retransmita
Llenamos el Whatsapp y más en época de pandemia, de emoticonos de corazones, de emoji o memes diciéndole a la otra persona que la echamos de menos, que la queremos. ¿Y cuándo se pone las cosas mal, quién está a tu lado?
Quien menos lo esperabas o quien no te decía lo que sentía por ti.
¿O no te ha pasado así?
Pero es que en el mundo de la empresa pasa igual.
Ahora hay que llenar la empresa de amor, que toda acción que realices este llena de amor y que no se te olvide, que tienes que amar a tus clientes ( te lo vuelvo a repetir, no es que te acuestes con ellos)
Ahora todo debe ser amor, felicidad y buen rollo. Todos somos amigos, todos somos hermanos aunque nunca nos hayamos visto en la vida.
Al igual que la felicidad, todo tiene que ser amor y constante, que no baje el nivel, sino habrá problemas.
La vida se basa en un equilibrio, no en un todo o en un nada.
¿Quién quiero? A quién me lo demuestra, no a quién está en las buenas, sino quién está en las malas y acepta.
La experiencia personal y profesional me ha dicho, que toda aquella persona que promulga amor a raudales, se demuestra que es una persona de verdad, cuando acepta o rechaza una crítica que le muestras respecto a algo que ha hecho. Si no la acepta, esa persona es un «pluff» y cuanto antes salgas de ahí, mucho mejor para tu salud mental.
A día de hoy el amor, la felicidad, la ilusión, tiene que estar expuesto., todo proclamado en redes sociales, en las webs, en los congresos on-line… Mira en un mundo ideal de un día para otro, no creo.
Pero eso si, cuando expones que estás pasando una mala racha, recibes llamadas apoyándote, dándote las gracias por lo que has dicho…con una coletilla final, «no le cuentes a nadie que también lo estoy pasando mal, por favor«.
Amamos a gente que no conocemos , ¿Y si luego fuera un criminal, también lo amarías? Más bien saldríamos corriendo no queriendo que nadie nos relacionase con esa persona.
Y entonces ¿En qué creo?
Creo en las acciones de corazón y no en la lucha de unos likes.
Creo en las personas de verdad, que se muestran más vulnerables que no una Instagram de postureo y mentiras.
Creo en las personas que hablan poco y actúan el doble.
Creo en las personas que piden perdón y están, cuando otros se van corriendo cuando huelen que ya nada volverá a ser como antes..
Creo en el día a día, o en la semana a semana. No en el te adulo por interés Andrés.
Creo en la acciones. NO en las reacciones en función de la situación
Creo en la mirada de los ojos o los abrazos de oso (cuando se puedan). No creo en el amor on-line.
Creo en el amor. Pero no en la sobre- exposición del mismo en un mundo lleno de selfis para ganar seguidores.
¿Y tú crees en las personas que hablan de amor pero poco lo hacen?