¿Sirve de algo lamentarse por algo que querías hacer?

Photo by Lakshman Jung Khadka on Pexels.com

El arrepentimiento es una emoción humana común. Todos en algún momento de nuestras vidas nos hemos sentido tristes por decisiones pasadas y hemos experimentado el peso de los arrepentimientos. Sin embargo, en mi camino personal, he descubierto que no arrepentirme nunca de nada ha sido una filosofía liberadora y transformadora. En lugar de aferrarme a los lamentos y a los «qué hubiera pasado si...», he aprendido a abrazar cada experiencia y encontrar el aprendizaje en todas ellas. Aquí comparto algunas lecciones valiosas que he aprendido gracias a esta mentalidad.

  1. Las decisiones son oportunidades de crecimiento: Al no arrepentirme de nada, he comprendido que cada elección, incluso las que parecían equivocadas en su momento, me ha brindado una oportunidad invaluable de crecimiento personal. Tomé la decisión de escribir y me ha enseñado muchas cosas. Tomé la decisión de descubrir lo que sentía y que me gustaba y me ha enseñado más, que seguir haciendo lo que estaba haciendo hasta la fecha. Cada experiencia, ya sea buena o mala, ha contribuido a forjar mi carácter y ha ampliado mi perspectiva sobre la vida. Reconocer esto me ha permitido aceptar mis decisiones pasadas y seguir adelante sin cargar con el peso del arrepentimiento.
  2. El pasado no define mi presente: No permitir que el arrepentimiento se apodere de mi vida me ha enseñado que el pasado no tiene el poder de definir quién soy en el presente. Si hubiera seguido creyendo que era un puesto de trabajo, todavía estaría en él, seguramente. Si hubiera seguido creyendo que ciertas personas me querían de verdad, todavía seguiría siendo manipulado por ellas. Aceptar mis elecciones pasadas y aprender de ellas me ha liberado de la carga emocional que conlleva el arrepentimiento. En lugar de vivir en el pasado, he aprendido a centrarme en el aquí y ahora, que es lo único que tenemos, aprovechando las oportunidades que se presentan en mi camino.
  3. La aceptación personal es esencial: No arrepentirme nunca de nada me ha llevado a un nivel más profundo de aceptación personal. He aprendido a abrazar mis errores y fracasos como parte integral de mi viaje. He descubierto quién soy, cuál es el motivo por el cual tomo una u otra decisión y porqué digo NO a lo que antes decía SI. Reconocer que soy humano y que cometer errores es natural me ha permitido perdonarme a mí mismo y cultivar una relación más saludable conmigo mismo. En lugar de lamentarme por las decisiones pasadas, me enfoco en aprender de ellas y avanzar con mayor sabiduría.
  4. La responsabilidad personal es clave: Al no arrepentirme de nada, también he asumido la responsabilidad total de mis acciones y decisiones. No se trata de hacer las cosas y luego si han salido mal, echarle la culpa al alcohol. En lugar de culpar a otros o a las circunstancias por mis errores, reconozco mi papel en cada situación y busco maneras de rectificar, si tengo que pedir perdón o aprender de ellas. Esto me ha empoderado enormemente, ya que me ha dado el control sobre mi propia vida y me ha permitido tomar decisiones más conscientes y responsables en el futuro.
  5. La valentía de vivir sin arrepentimientos: No arrepentirme nunca de nada requiere valentía. A menudo, la sociedad nos presiona para lamentarnos y cuestionar nuestras elecciones pasadas. Toda elección pasada me ha llevado dónde estoy ahora y no puedo volver atrás, por mucho que quisiera. Soy quien soy a día de hoy, gracias a esas decisiones. Pero no soy quién seré mañana, porqué seguiré tomando las decisiones, que yo sienta que tengo que tomar por corazón y no por exigencias. Sin embargo, he descubierto que vivir sin arrepentimientos es una forma de vida audaz y liberadora. Me ha permitido tomar riesgos calculados, explorar nuevas oportunidades y abrazar la incertidumbre con confianza. Al adoptar esta mentalidad, he experimentado una sensación de libertad y plenitud que nunca antes había experimentado.

En última instancia, no arrepentir me ha llevado a uno de los mejores regalos que me ha dado la vida, quitarme de miedos y sesgos que me oprimían y descubrir quién era yo realmente, que quería y que no, que odiaba y no soportaba. No arrepentirme de nada, me ha llevado a descubrirme. ¿Y no es eso lo que queremos todos, saber quiénes somos?

La coherencia es no romper el contrato que tienes firmado contigo mismo.

Photo by cottonbro studio on Pexels.com

La coherencia es no romper el contrato que tienes contigo mismo

La coherencia es una cualidad esencial en nuestras vidas. De la que tanto se habla y que poco se ve en ciertos momentos de la vida. Nos permite mantener la integridad personal, vivir acorde a nuestros valores y principios, y establecer relaciones sólidas y saludables con los demás. En pocas palabras, ser coherente implica no romper el contrato que tenemos con nosotros mismos cuando nos hemos comprometido ser nosotros mismos, pase lo que pase.

¿Qué significa esto? Imagina que tu vida es un contrato que estableces contigo mismo. En este contrato, te comprometes a actuar de acuerdo con tus creencias, metas y deseos más profundos. Es un compromiso personal que determina cómo quieres vivir y cómo quieres ser recordado.

Cuando rompemos el contrato que tenemos con nosotros mismos, perdemos la coherencia. Puede suceder de muchas formas: dejamos de seguir nuestros sueños, nos traicionamos a nosotros mismos, permitimos que otros influyan demasiado en nuestras decisiones o actuamos en contra de nuestros valores. Cada vez que nos desviamos del camino que trazamos, nuestra coherencia se ve afectada.

La falta de coherencia puede generar conflicto interno y emocional. Nos sentimos perdidos, desorientados y frustrados. Echamos la culpa a los demás, cuando hemos sido nosotros los culpables por romper el contrato que teníamos firmado con nosotros mismos. Nos alejamos de nuestro propósito de vida y nuestras acciones carecen de sentido. Romper el contrato que tenemos con nosotros mismos es como perder el rumbo en el mar: nos quedamos a la deriva, sin un destino claro.

La coherencia, por otro lado, nos brinda una sensación de paz y plenitud. Como digo yo, dormir como un angelito todas las noches. Nos permite vivir en armonía con nuestras convicciones y ser fieles a nosotros mismos. Nos ayuda a tomar decisiones coherentes con nuestros valores, incluso cuando las circunstancias sean difíciles. Además, fortalece nuestra confianza y autoestima, ya que nos muestra que somos personas íntegras y dignas de confianza.

Ser coherente no significa que nunca cometeremos errores o que no cambiaremos a lo largo del tiempo. Unos cuantos reconozco que he cometido yo. Todos somos seres humanos en constante evolución y aprendizaje. Así que perdónate, no te preocupes. La coherencia se trata de ser conscientes de nuestros cambios y crecimientos, y de asegurarnos de que nuestras acciones sigan alineadas con nuestra verdadera esencia.

Para cultivar la coherencia en nuestras vidas, es importante conocer nuestros valores y principios fundamentales. Recuerda, hablo de tus valores, no el de los demás. Reflexiona sobre lo que realmente te importa y define tus objetivos personales. Luego, toma decisiones y actúa de acuerdo con esas convicciones. No permitas que la presión social o las expectativas externas te desvíen de tu camino. La única moda que tienes que seguir, es la que dictan tus valores, no los valores de los demás.

Asimismo, es fundamental mantener una comunicación abierta y honesta contigo mismo. ¿No quieres que los demás sean honestos contigo? Pues empieza por ti mismo. Escucha tu voz interior y sé sincero contigo mismo acerca de tus necesidades y deseos. Aprende a establecer límites y a decir «no» cuando algo no está en línea con tu contrato personal. A medida que practiques la coherencia, te volverás más consciente de ti mismo y de tus acciones.

Recuerda que ser coherente no es un camino fácil. Y más en un mundo de modas, máscaras y presiones. Requiere valentía, autoconocimiento y perseverancia. Pero los beneficios son enormes. Vivir en coherencia te permitirá construir una vida auténtica y significativa, en la que te sientas realizado y en paz contigo mismo. Y SOBRE TODO ORGULLOSO DE NO ROMPER EL CONTRATO QUE HABÍAS FIRMADO CONTIGO MISMO.

Las madres: Las personas más creativas del mundo.

Photo by Pixabay on Pexels.com

Las madres son una de las primeras personas que conocemos en la vida, y a menudo son la primera persona creativa que experimentamos en el mundo. Desde que somos bebés, nuestras madres están constantemente buscando nuevas formas de estimular nuestros sentidos, desarrollar nuestra imaginación y fomentar nuestra creatividad.

La creatividad es la capacidad de generar nuevas ideas, soluciones y perspectivas, y nuestras madres son expertas en ello. Desde la elección de la ropa que vestimos hasta la decoración de nuestras habitaciones, las madres son responsables de crear un ambiente estimulante y creativo que nos permita desarrollarnos y crecer. Esas tartas temáticas de sobre las cosas que nos tienen locos, esos primeros libros que nos cuentan antes de ir a dormir y que nos hacen llevarnos a mundo insospechados hasta la fecha para nosotros. Ellas son las responsables que descubramos nuestra imaginación y fantasía para convertirla en creatividad el resto de nuestros días.

La creatividad es una habilidad invaluable en la vida, y nuestras madres son las primeras personas que nos enseñan a ser creativos. Al leer historias, jugar con nosotros, cocinar como si fuéramos los encargados de hacer un banquete para los Reyes Magos en Navidad y hacer manualidades juntos, nuestras madres nos enseñan a pensar fuera de lo común, a experimentar con nuevas ideas a imaginar, a desarrollar nuestra fantasía y a encontrar soluciones creativas a los problemas cómo creer que un simple palo es la arma perfecta que nos hará salir victoriosos contras las hormigas de nuestro jardín que vienen a atacarnos.

Además, nuestras madres son maestras en la improvisación. Cuando se trata de resolver problemas cotidianos, las madres tienen una capacidad innata para encontrar soluciones creativas utilizando los recursos que tienen a su disposición. «Calla, que con un poco de esto y con eso de allá, ya tienes el disfraz hecho…¿Cómo que no has merendado? Espera que te hago un bocadillo con lo que haya en el frigorífico» Desde reparar juguetes rotos hasta encontrar formas ingeniosas de ahorrar dinero para que el día de nuestro cumpleaños tengamos nuestro regalo soñado, nuestras madres son expertas en encontrar soluciones creativas y eficientes. Y todo porqué quieren lo mejor para nosotros.

También es importante destacar que nuestras madres nos enseñan la importancia de la creatividad en la vida. Nos muestran que la creatividad es una forma de expresión de nuestra autenticidad y originalidad, una forma de comunicarse con el mundo y una herramienta para superar los desafíos y las adversidades. Al fomentar nuestra creatividad, nuestras madres nos dan las herramientas necesarias para navegar por el mundo de incertidumbre y caos, con confianza y seguridad.

En conclusión, nuestras madres son la primera persona creativa que conocemos en el mundo porque están siempre presentes en nuestras vidas, fomentando nuestra imaginación, estimulando nuestros sentidos y enseñándonos a pensar por nosotros mismos a través de frases tipo: «¿Si se tiran tus amigos, tú también lo harás por el puente?. Es una muestra de pensamiento crítico que en algún momento de la vida, nos olvidamos. Quieren lo mejor para nosotros y sienten que no somos como los demás y para demostrarlo, tenemos que impulsar nuestra creatividad. Desde la elección de la ropa que vestimos hasta la decoración de nuestras habitaciones, nuestras madres son las maestras de la creatividad, y su influencia perdura en nuestras vidas mucho después de que hayamos crecido y dejado el nido.

¿El mejor regalo que podemos hacerle siempre a nuestras madres? Honrarlas todos los días mostrando y desarrollando la creatividad que ellas sabían que teníamos dentro de nosotros en aquél primer día que nos vieron.

«Tengo que..», la respuesta del miedo.

Photo by Pixabay on Pexels.com

La lista de los libros más vendidos copados por psicólogos y psiquiatras.

Linkedin lleno de publicaciones que nos hablan de la felicidad y del bienestar.

Organizaciones que buscan que en cada ciudad haya un congreso suyo de la felicidad.

Instagram lleno de publicaciones en las que a todo el mundo le va de «puta madre» y nadie está sufriendo ningún tipo de crisis. Pero luego vienen los lamentos y sorpresas.

En un mundo Happy, el que lidera el «cotarro» siempre es el miedo.

Hace unos días, una persona me repetía una y otra vez que tenía que estar (debía estar) en una organización en la que estar, a pesar de no recibir un duro, gastar horas sin límite, los «beneficios» se los llevaba la organización, no tú.

Le preguntaba una y otra vez ¿Por qué sientes que tienes que estar ahí si no vas a recibir ningún tipo de beneficio?

Solo sabía responderme: «Tengo que estar». Pero al volverle preguntar: «¿Debes estar?. Siempre me respondía lo mismo, «Tengo que estar».

Escuchando durante esta semana a la gente, he detectado que si respondemos «Tengo que…» es el comienzo de una excusa que si después del «tengo que..» pusiéramos la palabra miedo, lo entenderíamos todo mucho mejor.

Esta persona tenía miedo a no aparentar delante de los demás si no se apuntaba a esa organización. Aunque lo «puteasen» él tenía que estar, porqué sus redes tenían que saber que estaba ahí.

Y como dirían las madres, ¿Y si tu amigo se tira por la ventana, tú también lo harías?

Cada día estoy más convencido que muchos, aunque dijeran que no, que son mayores, maduros, acabarían haciéndolo, todo por aparentar algo ante los demás , aunque no haya ningún tipo de beneficio de ninguna clase.

El «Tengo que…» es la máxima expresión del miedo que sufrimos.

Miedo a no ser considerado alguien dentro de nuestra comunidad social o profesional.

Miedo a que piensen que no estamos en la «onda», que no leemos los libros que están de moda o acudimos a los eventos «cool» del momento.

Miedo a que piensen que no somos como ellos.

Y todo porqué pensamos que si no lo hacemos, seremos «desterrados» a la isla de los desconocidos, los mediocres y los que no están a la «última».

El «Tengo que..» es la máxima expresión que nos preocupa más lo que digan o hagan los demás, la consideración que tengan sobre nuestra persona, que lo que a nosotros nos importe de verdad, lo que nosotros queremos de verdad.

Un «Tengo que..» es satisfacer las expectativas de los demás puesta en nosotros.

Es decir SI a otros cuando en el fondo sabemos que deberíamos decir NO.

Es hacer algo que no querríamos hacer para no hacer algo,, que si desearíamos hacer.

Y todo porqué tenemos miedo.

Miedo a ser nosotros mismos, a crear lo que imaginamos, a decir te quiero cuando lo sentimos y vete a la mierda cuando lo deseamos.

Vivimos en un mundo que está dominado por el «tengo que..» es decir por el miedo, por aparentar y no ser, por mostrar y no sentir, por mentir y no decir la verdad .

Y en realidad, el único miedo que nos tenemos, es a nosotros mismos. Y no fuera así, muchas tonterías se acabarían de repente en esta vida.

¿Y tú también has dicho hoy «Tengo que..»?

¿Por qué no te perdonas?

Photo by Vie Studio on Pexels.com

Creo que muchas de las dificultades que pasamos, se esfumarían si nos preguntásemos:

¿Te lo has perdonado?

¿Te has perdonado no haber actuado de otra manera?

¿Te has perdonado no haber dicho SI a algo que querías hacerlo?

¿Te has perdonado haber desdichado esa oportunidad de trabajo por algo que te apetecía mas y salió mal?

Y yo tengo que decir que hasta no hace mucho no me había perdonado muchas cosas en mi vida.

¿Pero por qué no nos perdonamos no haber hecho lo que sentíamos que teníamos que hacer? ¿Por qué no nos perdonamos hacer lo que queríamos hacer?

Porqué no salió como esperabas,

Porqué realmente fuiste contrario a tus valores.

Porqué la impulsividad te ganó la partida.

Porqué luchabas por algo que sentías a pesar de lo que te decían los demás.

Y como no dijiste lo que sentías, como no fue cómo esperábamos nos pasamos la vida flagelándonos y sin perdonarnos.

¿Por qué no te perdonas?

A día de hoy no eres la misma persona que eras en ese momento.

A día de hoy, espero que hayas aprendido la lección y no la hayas vuelto a repetir.

A día de hoy, sabes que no lo volverías a repetir…

¿Y entonces?

Hemos construido una personalidad bajo esa situación.

Nuestra vida será una mierda, no tengo suerte, mis padres no me quieren ( cuando seguramente lo han hecho lo mejor que sabían), no encuentro trabajo… Y todo por la decisión que tuvimos hace años

Nos hemos convertido en «victimas del resultado» porqué es mejor echar la culpa a otros de nuestra mala suerte que ser responsables de nuestra vida.

Ser responsables de nuestra vida es ser responsable de las acciones que tomamos, de las creencias que adquirimos sin preguntarnos si eran verdad o no y de todo lo ocurrido después de esa situación.

Pero eso no, es mucho mejor el lamento , el lloro y el no reconocer que en toda crisis, nosotros también tenemos parte de culpa.

Muchos de los problemas que tienes a dia de hoy son causa de que hayas arrastrado ese problema.

De que tu ego sea desmedido y no sepas reconocer que no siempre tienes la razón.

Que quien te lleva la contraria al instante lo borras de tu vida porqué no aplaude lo que estás diciendo.

Y muchas más cosas así.

Si rascáramos un poco, muchos de nuestros problemas del día a día , son por culpa de no habernos perdonado por alguna situación de tiempo atrás.

Y claro está que siempre tendremos el pensamiento de: «¿Cómo voy a perdonarme si la culpa la tuvo otra persona?».

A lo mejor la otra persona ni se acordó de lo que hizo o quizá no lo vio cómo tú lo viste o ya no está entre nosotros, te lo aseguro…suele pasar. Y además estamos hablando de ti, no de la otra persona.

Es hora de hacerte responsable de la situación y perdonarse.

Como diria la canción: «Lo que pasó, pasó».

Suelta lastre, pide perdón a ti mismo y a quien hayas hecho daño si todavía no te has atrevido a hacerlo.. Y sigue adelante.

Es hora de seguir adelante y con menos «equipaje» por el camino que lastra el trayecto.

Deja de quejarte , perdónate y empezaras a ver la vida desde otra perspectiva.

¿Por qué no te perdonas?

¡Ser buena persona no es ser un imbécil!.

Photo by Engin Akyurt on Pexels.com

¿Por qué consideramos que la gente buena es gilipollas?

Siento ser tan duro pero es lo que pienso.

Mi experiencia personal y observando lo que me rodea, así lo reafirma.

La gente buena pensamos que es imbécil, que nos podemos aprovechar de ella, que siempre estará ahí para nosotros, que no va a decir una palabra más alta que otra, que no nos va a llevar la contraria.

Pensamos que la gente buena es buena/tonta y como es buena, no nos llevarán la contraria, siempre que necesitemos algo, van a estar ahí.

Siempre pienso que la realidad me ha enseñado mucho más que la escuela.

Al menos a mí y mi formación católica, me han enseñado que ser buena persona es darte a los demás, es escuchar más de lo que podría habar uno podría hablar y siempre estar ahí, no solo en los buenos momentos sino también en los malos.

Eso es ser un buen amigo, eso es ser una buena persona.

Es decir, ser un «osito» adorable, al que se puede abrazar cuando uno está mal, te escucha cuando por fin te has dignado a expresar lo que te pasa y te puedes reir con él a pesar de haberte pasado días sin ni siquiera haberle preguntado a tu «osito», ¿Y tú cómo estas?

Todos los días a través de medios comunicación o conversaciones con los demás, oímos algunas palabras parecidas a estas: «Es que es una buena persona».

¿Pero qué es ser una buena persona? ¿Una persona a la que le puedes echar todos tus diablos y esperar a que ella se los trague y aquí no ha pasado nada? ¿Aquella persona que quedáis de vez en cuando como algo formal pero no le cuentas las cosas importantes de tu vida? ¿Aquella que te sonríe cuando os veis en el rellano de tu casa y te pregunta por el tiempo?

Creo que tenemos un concepto muy equivocado de persona buena, ya no solo hacia los demás sino también como nosotros.

Pensamos que una persona buena, no pone limites. Y creo que es el mayor error que hay.

¿Por qué no ponemos límites?

Porqué pensamos que perderemos a esa amistad, porqué al final nos quedaremos solos, porqué eso no es de «buena persona» o porqué pueden pensar que somos unos mal educados.

Una persona buena es buena porqué se da a los demás dentro de sus limites. Repite conmigo: DENTRO DE TUS LIMITES. Por superar tus limites no seras más bueno ni tendrás el billete asegurado al cielo. Olvídate de todo eso.

Por superar tus límites, la gente, si es un poco lista, se dará cuenta que puede ir un poco más allá, aprovecharse de la situación porqué tú no has dicho nada, porqué te a ti no te ha sentado mal. Y si no vas ese poco más allá, te lo reprochará, «¿Por qué antes si y ahora no?».

Ser una buena persona no es ser gilipollas. Es darte a los demás desde tus limites. Porqué cuando permites que la gente los pase, el otro no tiene la culpa, la tienes tú. ¡POR HABERLO PERMITIDO!.

Poner límites es respetarte, porqué si no lo haces tú, te aseguro que nadie lo hará.

Porqué luego llega a la noche y te cabreas contigo mismo de cómo has dejado que te trataran así, de que te echasen sus diablos cuando tú no te lo mereces. Piensas que quizá todos tenemos un mal día. Lo dejas pasar, pero cuando se repite una y otra vez, el imbécil eres tú porque lo permites cuando no te lo mereces.

Si, no me mires así, nadie te va a respetar sino te respetas tú mismo. Si sabes que por ahí no pueden pasar, que no te puede gritar la gente, que te tienen que respetar como persona que eres y consientes que se pasen eso por ahí, tú eres el culpable, no la otra persona.

Cuando empezamos a respetarnos, empezamos también a respetar los limites de la otra persona. De darnos cuenta de cómo son, de sus límites, de sus valores, de lo que realmente le pasa.

No te van a querer más por dejar que otras personas te «usen» a su gusto superando tus limites, mandando a la mierda tus valores. No siento decírtelo de esta manera, todos queremos sentirnos queridos pero no es amor si alguien se está aprovechando de ti de alguna manera.

Si, vivimos en una sociedad en la que necesitamos como una droga, sentirnos queridos por los demás. Si además se añade que nos dicen que la soledad es mala, que te etiquetaran como un raro si estás solo, hacemos lo que sea por sentirnos queridos por otros.

Omitir nuestra realidad, poner buenas caras a personas que cuando se van de nuestra presencia, usar mascaras para aparentar algo ante los demás que no somos, no ser honestos con nosotros mismos y ni mucho menos con los demás,…son algunas de las técnicas que se usan a día de hoy para nos sentirnos solos y arropados por los demás. Y si además encontramos a alguien que «podemos dominar», que no nos exige, que no nos pregunta cosas que no queremos exponer o que no nos hace pensar o dudar,…pues ya estamos felices, nos sentimos cómodos. Nos sentimos en casa.

Cuando sabes tus limites ( y aunque siempre hay personas que te dan la sorpresa con el paso del tiempo ya que no los tenías en el radar de aprovechados), a esas personas como mucho les darás una oportunidad pero cuando tu instinto te confirme lo que sentías que eran, dirás BYE BYE a la mayor brevedad posible por mucho que sea una persona que crees que te gusta o te puede

Ser bueno no es ser subnormal ni querer ser Madre Teresa de Calcuta, ni mucho menos.

Ser bueno es darte a los demás, es querer hacer mejor la vida a la gente que te rodea, hacerles la vida más fácil dentro de tus posibilidades.

PERO NO LO OLVIDES, SIEMPRE DENTRO DE TUS LIMITES. SI permites que los superen, el imbécil serás tú, no a quien hayas permitido que los superes.

Soledad

Cada día encuentro más miradas vacías.

Miradas que no dicen nada, ni tristeza ni alegría y ni mucho menos ilusión.

Miradas que solo buscan una cosa, respuestas.

Respuestas a preguntas que hasta la fecha no se habían realizado.

Preguntas para que sirven, si realmente quieren vivir la vida que están viviendo o porqué seguimos los consejos de los demás cuando realmente nosotros queríamos haber hecho otras cosas.

Cada día recorro las calles de mi ciudad y me gusta fijarme en la mirada de los demás. Y lo que encuentro son miradas que tienen miedo mirar al frente, de encontrarse con los demás, de encontrarse con su verdad. Otras están tapadas por gafas de sol. Miradas escondidas que no quieren que se las encuentre. Que veamos que desde hace tiempo dejaron de llorar preguntadose dónde están las respuestas que buscaban y que tanto necesitaban, dejándose llevar en la actualidad sin querer ya pensar por si mismos

Cada día siento que se aprende más observando a la gente que a través de estadísticas o modas. Y cada día creo que esa soledad que tanto sentimos es porqué no nos llevamos bien con nosotros mismos.

Personas que encadenan una relación tras otra pensando que son «alguien» si están en pareja… Trabajadores que no entienden porqué están somatizando enfermedades si expresasen que realmente lo que les haría felices es hacer otro trabajo totalmente diferente. Personas que están enguachadas a libros de «felicidad», cursos y congresos pero cuando llega la noche se preguntan porqué a pesar de todo siguen estando cómo están, gente que mantiene en secreto su sexualidad por miedo al qué dirán, personas que luchan a escondidas por sus sueños, no vayan a pensar que están locos o algo así…

Podemos echar la culpa a la sociedad, a los estereotipos o a las presiones familiares por sentir que nuestros padres nos quieren o somos aceptados por los demás. Y no te faltará razón en muchas ocasiones. Somos una sociedad que quiere la paz, la felicidad y el desarrollo, la igualdad y un mundo ideal pero en realidad y en el día a día, somos unos grandes cabrones con el prójimo.

Taponamos el avance del vecino, mentimos para que no avance a pesar de que sabemos que lo podría conseguir, ponemos normas para tener a todo el mundo controlado y no le damos libertad alguna para crear, para que descubra y desarrolle su talento, su deseo…Hablamos de avance y mientras tanto ponemos piedras en el camino para que no lo hagan.

¿Y qué hacemos? ¿Quejarnos de que la culpa de todo la tienen los demás? ¿De tirar la toalla por nuestra soledad y acostumbrarnos a lo que nos dan?.

Muchos años me quejaba que no avanzaba por culpa de los demás. Cuando aprendí que «el principio del comienzo» empieza por uno mismo, las cosas cambiaron. Mi mundo cambió cuando empecé a cambiar yo.

Los demás que hagan lo que quieran, los demás que se tiren los pelos o lo que sea…si yo estoy mal, ¿POR QUÉ LO ESTOY?

Y tú lo sabes mejor que cualquier otro. O al menos lo intuyes. Pero lo que ocurre que nos da miedo hablar, nos da miedo expresarnos. Y no es que no sepas expresar lo que te pasa, sino que te da vergüenza decirlo no vayan a tildarte de loco o vete a saber qué . Cuando sabes qué te pasa, una palabra puede describirlo todo perfectamente. No hace falta la expreses, puedes escribirla, pintarla o hacer un grafiti.. El medio es el que mejor te sientas tú pero EXPRESA

Durante el día cotorreamos, no hablamos.

Invertimos el día hablamos de mierdas, de cosas sin importancia. ¿Y lo importante? Nos lo callamos, por miedo. ¿Miedo a qué? Es lo que sientes, es lo que quieres decir, es la ayuda que sabes que necesitas. ¿A qué tienes miedo? ¿Al que puedan decir que eres vulnerable y se rían porqué llora? Esa gente no te ha merecido ahora y nunca.

Cuando expresamos lo que sentimos, nos damos cuenta que no estamos solos como nos imaginábamos., sino más acompañados de lo que nos creíamos. Lo que pasa es que el miedo, nos hace creer cosas que no son así.

Podemos echar la culpa a la sociedad, que no nos enseñan a gestionar nuestras emociones, que ciertas generaciones no saben expresar sus emociones y así han criado a sus hijos, que en casa no se habla de debilidades… Te lo vuelvo a repetir… busca

A pesar de estar cada día más «rodeados» de gente, cada día estamos más solos. Es una frase que se oye habitualmente. Y estoy de acuerdo con ella, cada día tenemos más oportunidades de relacionarnos con gente pero cada día nos sentimos más solos. ¿Y todo por qué? PORQUÉ TENEMOS MIEDO A HABLAR CON EL CORAZÓN.

Nos han enseñado a hablar con la razón, a hablar en función de las expectativas que tienen sobre nosotros en el presente o en el futuro, dejando al corazón de lado. Y por eso nos encerramos más y más en nosotros mismos, porqué la razón no sabe gestionar lo que nos pasa. Ahí es cuando debes poner en marcha tu corazón, es el que rompe las barreras de tu aislamiento

Desde luego que no estoy diciendo que con eso ya está todo hecho. Yo fui dos años a un psicólogo y lo recomiendo a todo el mundo. Lo que te estoy diciendo es que:

¿Qué ocurriría si escucháramos antes a nuestro corazón y no nos dejáramos guiar tanto por la razón?

¿Qué ocurriría si hablásemos desde el corazón y no con una mascara llamada razón?

Quizá la razón no sabe gestionar cosas en las que el corazón es experto.

¿Por qué la soledad? Porqué llevamos tiempo sin escucharnos a nosotros y escuchando más a los demás.

El arroz nunca se pasa si…

No hay semana que por H o por B siempre oiga la misma frase:

SE TE VA A PASAR EL ARROZ.

Se te va a pasar el arroz porque no tienes pareja

Se te va a pasar el arroz porque no tienes trabajo

Se te va a pasar el arroz porqué no le dices nada a esa chica que te gusta.

Se te va a pasar el arroz si no das un paso adelante.

Se te ha pasado el arroz para ir a eventos así.

Se te ha pasado el arroz para gustarte grupos como esos…

Aunque no soy experto en hacer arroces, ya de tanto oír la frase creo ya soy un autentico gurú de los arroces.

¿PERO QUE NOS HA DADO CON QUE SE NOS PASA EL ARROZ?

Durante mucho tiempo era una frase que pesaba mucho en mi.

Pensaba que si a cierta edad no tenía cierto estatus, no había conseguido ciertas metas…era un raro y otras veces un «paria».

Si seguimos esta filosofía, en vez de beneficiarnos, lo único que hará es perjudicarnos.

Porqué aunque nosotros sepamos quienes somos, lo que queremos, lo que nos hace felices…si en algún momento tenemos algún momento de debilidad, pensamos que no somos «aptos» para este sociedad porqué no hemos alcanzado los estándares que se suponían que teníamos que haber alcanzado por la edad que teníamos.

Muchas personas lo harán con cariño, como nuestras abuelas. Pero otras realmente lo hacen con fines «no muy positivos o cotillas».

Las personas mayores te querrán en pareja, te querrán que todo va bien o que has conseguido «esa seguridad profesional» que ellos tanto les consiguió alcanzar. Y es algo totalmente licito y de agradecer.

Pero ¿Qué le importa a los demás si tienes pareja, con quien te acuestas o de qué trabajas?

Vivimos en una sociedad llena de prejuicios. Una sociedad que piensa que si no has alcanzado ciertos hitos a ciertas edades, seguro que lo primero que pensarán será algo así:

¿Qué esconderá que no lo quiere decir?

Cada día pienso que nos tomamos la vida demasiado en serio.

Tenemos que hacer esto no vayan a pensar que.

Tenemos que callarnos lo otro, no vayan a pensar que.

Tenemos que aparentar no sé que, no vayan a dudar de nosotros.

Tenemos que…cuando en realidad ni tenemos ni queremos. Debemos hacer lo que nosotros sintamos.

Y no todo el mundo tiene esa confianza y fuerza de voluntad de confiar en si mismo a pesar de las circunstancias, de las presiones. Son personas que acaban haciendo cosas de las que luego se lamentan, de las que luego dicen algo así como «Pero si yo no quería, era por la presión de los demás...». Todo por no volver a oír la frase del arroz y sentirse «una más del grupo».

Hablamos de la felicidad con la boca llena pero todavía vivimos en una sociedad que se gestiona en base a prejuicios por mucho que hablemos de originalidad, autenticidad y felicidad. los mismos que hablan de felicidad, luego tienen prejuicios sobre los demás pero.. ése es otro tema.

¿Cuántas veces hemos hecho cosas de forma oculta por qué teníamos miedo / vergüenza a las consecuencias a pesar de hacer lo que sentíamos que queríamos hacer?

MUCHAS. Y todo porqué no queríamos oír lo del arroz.

El único arroz que se nos puede pasar es el que echamos a la paellera o cuando queremos hacer arroz con leche. Y aún así seguro que algún truco o receta habrá para que no se nos pase el arroz.

¿Y lo demás? Nunca se nos pasará el arroz.

Porqué no se nos pasa el arroz porque no tengas hijos ni pareja…puedes adoptar que seguro que muchos niños te lo agradecerán.

Porqué quizá no encuentres trabajo pero lo puedes crear.

Porqué quizá no tengas pareja pero te puedes apuntar a grupos para conocer gente.

Porqué siempre habrá una solución para un problema que los demás te intenten «meter en tu cabeza».

Si estás a gusto contigo mismo, confías en ti, eres coherente en lo que haces, haces la vida que quieres…TE ESTÁS COMIENDO TÚ EL ARROZ y NUNCA DEJÁRAS QUE SE TE PASE, porque siempre que tengas oportunidad, te lo comeras.

Las personas que son fuertes, que no les importa los prejuicios o el qué dirán, hacen eso, SE COMEN EL ARROZ que las personas que piensan que se te está pasando el arroz, les gustaría comerse.

«Tenemos que quedar un día sin falta…»

Photo by Tirachard Kumtanom on Pexels.com

¿Cuántas veces hemos oído y dicho alguna vez: «Tenemos que quedar sin falta y ponernos al día«?

Y lo peor de todo, de las veces que lo hemos dicho: ¿Cuántas de ellas se han hecho realidad?

Nos encanta decir una frase así cuando nos encontramos a una persona que hacia tiempo que no nos encontrábamos. Tras abrazarnos y con una desmesurada emoción decimos que nos alegramos de verla Para terminar con la frase «maniatada»: ¡Tenemos que quedar y recordar buenos tiempos!.

Qué bien hemos quedado.

Hemos hecho creer a la otra persona que tras tiempo sin mandarnos ningún mensaje( como si tuviéramos una agenda más llena que la de Barack Obama) y aunque tenemos tiempo a tomarnos algo en ese mismo instante pero es mejor decir: ¡Te llamaré y tranquilamente nos ponemos al día!.

En realidad, ¿Qué estamos diciendo?

.- Para que veas que tengo una agenda llena, te haré un hueco.

.- Ahora me voy porqué voy de un lado para otro y veas que estoy muy ocupado, que me va todo genial.

.- No te he querido llamar durante este tiempo, porqué no me daba la gana, no quería , me aburrías o todas ellas a la vez. Y ahora no esperes que lo haga, porqué las cosas no han cambiado.

En definitiva, estamos poniendo excusas para no decir a gritos una cosa:

NO ME APETECE QUEDAR CONTIGO. Y lo peor de todo, aparentar algo que realmente no sentimos ni deseamos.

Seamos sinceros, al igual que cambian de opinión los políticos de un día para otro, las relaciones cambian.

Unas veces se marchitan, otras veces se engrandecen con el paso del tiempo y otras vez se para y vuelven a retomarse con más «agua». Pues lo mismo pasa con las relaciones, a veces mueren porqué uno de los dos va avanzando y quiere otras cosas en la relación, otras no por no tener una conversación pendiente se ha ido dejando de lado la relación, por no hablar de las mentiras que descubres y por no montar el «pollo» mandas por ahí a la relación…

Pero lo peor de todo, es no decir la verdad, es no ser de verdad.

Recientemente veía como se publicaba un artículo en el que decía que lo que realmente hacía felices a los seres humanos eran la salud de sus relaciones de amistad/pareja.

Nada más publicarse el artículo veías a gente diciendo que había que cuidar más a las relaciones, que no había que descuidarlas…pero luego son personas que para quedar con ellas o te cojan la llamada, antes lo haría el Papa Francisco si lo llamásemos.

Si no vamos a quedar, ¿Para que lo decimos? ¿Para seguir manteniendo un papel ante la otra persona? ¿Para aparentar algo que éramos y que en realidad, ya no queremos ser? ¿Por qué tenemos miedo a ser de verdad?

También te digo, muchas veces quedar con esa persona, es recordar viejos momentos que tenías olvidado. Recuerdas situaciones que por los «debería» has olvidado o te han hecho olvidar. Recuerdas quien eras y lo que te hacía feliz…¿Quizá por eso tienes miedo a volver a quedar con esa persona?

Tenemos una agenda llena de «deberías impuestos», de rutinas y miedos, ¿Qué ocurriría si la llenásemos de verdad, coherencia y corazón?

Empecemos por ser de verdad, no jugaremos con nosotros y mucho menos, con los demás.

Una conversación con la pereza.

Photo by Pixabay on Pexels.com

Querida Pereza:

Son años ya los que nos hemos ido encontrando.

Encuentros en los que alguna vez me has ganado la partida y he ido dilatando lo que tenía que hacer. Pero otras he sido yo quien he hecho oídos sordos a tus comentarios y he seguido adelante.

Tengo que reconocer, que en algunas ocasiones tenías razón, tenía que haberme quedado en el sofa y haberme olvidado de todo. Pero ¿sabes qué? Que aun no habiendo conseguido lo que yo esperaba, viví mucho más que si no hubiera hecho nada.

Querida pereza, siempre me has enseñado mucho más de lo que te podrías imaginar, aunque parezca en estos momentos, que sino estás siempre ocupado, produciendo ( a pesar de que no des resultados esperados o deseados), es que eres un vago.

Querida pereza, muchas veces me has salvado de muchos cosas que no me imaginaba. De decepciones con el paso del tiempo, de acontecimientos que no hubiera sabido como gestionar y de mentiras que no quería ver y que acabaron saliendo a la luz.

Y todo porqué tenia, no se porqué, de hacer lo que en ese momento tocaba hacer. Pero no tenía ganas , había algo que me decía que no lo hiciera.

Pero también tengo que decirte, que por MIEDO y no por otra cosa, he perdido muchas cosas en la vida.

Oportunidades que quería decir SI, experiencias que sé que hubieran sido únicas o quizá no hubiera pasado nada de eso. .Pero lo que si tengo que reconocer, que no hay que echarte la culpa, sino que era miedo lo que tenía.

Nos parapetamos en ti, cuando algo no queremos hacer. Pero además, no queremos decir que no queremos hacerlo.

Ponemos como excusas que no queremos decir esto, que no queremos hacer lo otro o no queremos aguantar de nuevo a esa persona que solamente nos quieres por interés. Y decimos que tenemos pereza, cuando en realidad no nos queremos enfrentar a la realidad. a lo que queremos hacer pero nos da miedo hacerlo.

Así que lo siento si usamos tu nombre en vano, tú no tienes la culpa.

Pero como también he dicho, de una manera u otra, nos has «avisado» cuando no era el momento o la situación para hacer algo o decir algo. Has entrado en nosotros, cuando teníamos ilusión, ganas de lanzarnos de cabeza a ese proyecto o persona que nos tenía locos. Pero de repente, nos entró la pereza, no queríamos dar un paso más allá. ¿Por qué? Porqué tu entrada quería avisarnos de una manera u otra, que no lo hiciéramos, que las consecuencias serían peor que las acciones. Terminando días después diciendo algo así: » Que bien que no di el paso adelante».

Quería escribirte esta carta y decirte que gracias.

Gracias por tu ayuda en algunos momentos, por salvarme el culo en otros y en definitiva por todo, porqué siempre de una manera u otra, nos estás ayudando.

Si, porqué nos estás diciendo en definitiva que tenemos miedo a hacer y ser nosotros mismos cuando estamos en un precipicio el cual tenemos que tomar una decisión. Y nos ayuda a darnos cuenta que tenemos miedo y que por eso, a veces optamos por no dar un paso adelante. Te ponemos como excusa, pero en definitiva tenemos miedo a ser, a mostrarnos como somos. Y todo ¿Por qué? Porqué preferimos la frustración y la rabia mientras seguimos siendo como los demás, que la paz y la felicidad por ser como somos en realidad.

GRACIAS.