Menos palabras y más hechos.

Photo by SHVETS production on Pexels.com

¡Cada día creo menos en las palabras y más en los hechos!

Cada día me cuesta más confiar en los demás. Antes era un ingenuo, creía en todo el mundo. Y así me pasaron cosas que me sorprendieron. Ahora solo confío ciegamente en 3 personas. ¿Y por qué este cambio?

Vivimos en un mundo saturado de palabras. Las encontramos en todas partes: en los medios de comunicación, en las redes sociales, en las conversaciones cotidianas. Las palabras son poderosas; tienen el poder de informar, persuadir, inspirar y consolar. Sin embargo, a medida que avanzamos en este mundo lleno de discursos vacíos, de mascaras, de amistades fingidas e interesadas y promesas incumplidas, es natural que nos cuestionemos la veracidad detrás de las palabras y pongamos más énfasis en los hechos.

La confianza es un pilar fundamental en nuestras interacciones humanas. Sin confianza, seguramente hubiéramos sido devorados por los dinosaurios. Confiar en las palabras de los demás es una forma de establecer vínculos y construir relaciones que con el tiempo, pueden llegar a ser significativas. Osea no te creas que ya es amigo o amiga alguien que te llama crack, o el gran… cuando de por medio puede haber intereses económicos o de algún tipo. Sin embargo, el abuso de las palabras y la manipulación han erosionado la confianza que depositamos en ellas. Cada día desconfiamos más de todo el mundo, no creemos a nadie aun pasado el tiempo y nos haya ido demostrando todo lo que decía. Han sido las «lecciones emocionales» las que nos están haciendo desconfiar de todo el mundo. Y luego están los que dicen que confían en el ser humano ciegamente y les llamamos «Happy Flower» y pensamos que son unos ingenuos. Pero más que nunca, nos encontramos rodeados de líderes políticos que pronuncian discursos grandilocuentes, que tras una derrota estrepitosa en las elecciones no reconocen sus errores pero si que la culpa la tienen los demás. Y lo peor de todo, que carecen de acciones tangibles para respaldar sus palabras. Empresas que prometen un cambio positivo, con un storytelling que nunca visto, pero que continúan operando de manera irresponsable, mintiendo a sus clientes y también a ellos mismos. Incluso en nuestras relaciones personales, nos hemos vuelto más escépticos y cautelosos, intentando aprender a leer entre líneas y buscar evidencia real de compromiso y sinceridad. Y aún así siempre ganará la opción que nos están mintiendo que realmente nos están diciendo la verdad no solo con las palabras, sino también con sus hechos.

Es en este contexto que los hechos cobran mayor relevancia. Los hechos son tangibles, objetivos y difíciles de negar. La gente ya no es gilipollas. Lo será una vez, quizá dos pero cuando se den cuenta que la has intentado engañar por tercera vez, el juego se te habrá acabado. La gente quiere hechos, quiere ver que lo que dices es verdad. No quiere esperar, ya no hay paciencia, quiere hechos. Mientras que las palabras pueden ser manipuladas ( y más con la inteligencia artificial en determinados ámbitos), tergiversadas (donde dije Diego, dije Antonio) o utilizadas como herramientas de engaño, los hechos son la evidencia irrefutable de lo que realmente ha ocurrido. Los hechos no necesitan explicación ni justificación, simplemente son. Y ante eso, solo hay una opción: ACEPTACIÓN. Es a través de los hechos que se construye la confianza genuina, sin «trampa ni cartón», ya que nos demuestran que las palabras no son solo meras promesas vacías.

La gente ya está cansada, en todos los ámbitos de la vida de la mentira, quiere verdad y gente de verdad. Gracias a las caídas, han ido aprendiendo y a día de hoy, mucha de ella, se encuentra empoderada y si ve una persona que no hace lo que dice, muy rara vez, le da una segunda oportunidad. Siempre hay excepciones, desde luego, pero Shrek 3 no es mucho mejor que la 1.

La desilusión ante las palabras vacías nos ha llevado a ser más exigentes y críticos. Nos hemos vuelto más inclinados a juzgar a las personas y organizaciones por sus acciones y logros, en lugar de dejarnos llevar únicamente por sus palabras. Antes nos dejábamos llevar por el físico, ahora ya nos preguntamos: «¿Qué habrá detrás de esa carta bonita?». Queremos ver resultados tangibles, impactos positivos y coherencia entre lo que se dice y lo que se hace. Los hechos nos muestran quiénes son las personas y organizaciones en realidad, más allá de sus discursos y promesas. Pero para ello, tenemos que desarrollar nuestro pensamiento crítico. No hace falta que nos hayan mentido una , dos o cien veces….Hace falta solo tener el coraje de pensar por uno mismo sin dejarse llevar por modas, lo que digan los demás o las apariencias.

Sin embargo, esto no significa que debamos descartar completamente el poder de las palabras. Las palabras bien utilizadas pueden ser una herramienta poderosa para inspirar, motivar y generar cambios positivos. ¿Quién no ha cambiado su actitud con un GRACIAS de un amigo o un TE QUIERO de un familiar? Pero es importante que las palabras estén respaldadas por acciones significativas y coherentes. Las palabras se las lleva el viento, son las acciones las que las atan al suelo. La autenticidad y la congruencia entre las palabras y los hechos son fundamentales para aumentar o reconstruir la confianza y fomentar una sociedad más honesta y transparente. Sé que soy un idealista pero también me pregunto: ¿El ser humano quiere honestidad y transparencia? ¿Está entrenado para la verdad? ¿O prefiere le mienten aún sabiéndolo ya que sus intereses siguen intactos?

En última instancia, cada uno de nosotros tiene la responsabilidad de discernir entre las palabras vacías y los hechos genuinos. Debemos ser críticos y escépticos ante las promesas exageradas y las declaraciones grandilocuentes. Salir corriendo de esos cursos que te dicen que te harán de oro nada más que lo hayas terminado o de esas personas que te dicen que son tus amigas y cuando les llevas la contraria, te mandan a la mierda… Por no hablar de todos los políticos o jefes que nada más entrar en la empresa te aseguran que en menos de 3 años, ya serás tú el jefe… CORREEEE…..Busquemos evidencias tangibles, resultados verificables y consistencia en las acciones de las personas y organizaciones. No se trata de olvidarnos para siempre del corazón y volvernos fríos, sino un equilibrio, razón y corazón. Y sobre todo, no ser un ingenuo las 24 horas del día, que como bien decían nuestros padres, nadie nada «duros a cuatro pesetas». Valorar los hechos por encima de las palabras nos permite tomar decisiones más informadas y establecer relaciones más sólidas. Te podrás equivocar o no, no es un método infalible pero lo que si te asegura, es que si te las dan con «queso» ya vas prevenido de antemano.

En un mundo donde las palabras pueden ser efímeras o creadas por un Inteligencia Artificial, creemos más en los hechos y nos ahorraremos muchos disgustos.

¿Sirve de algo lamentarse por algo que querías hacer?

Photo by Lakshman Jung Khadka on Pexels.com

El arrepentimiento es una emoción humana común. Todos en algún momento de nuestras vidas nos hemos sentido tristes por decisiones pasadas y hemos experimentado el peso de los arrepentimientos. Sin embargo, en mi camino personal, he descubierto que no arrepentirme nunca de nada ha sido una filosofía liberadora y transformadora. En lugar de aferrarme a los lamentos y a los «qué hubiera pasado si...», he aprendido a abrazar cada experiencia y encontrar el aprendizaje en todas ellas. Aquí comparto algunas lecciones valiosas que he aprendido gracias a esta mentalidad.

  1. Las decisiones son oportunidades de crecimiento: Al no arrepentirme de nada, he comprendido que cada elección, incluso las que parecían equivocadas en su momento, me ha brindado una oportunidad invaluable de crecimiento personal. Tomé la decisión de escribir y me ha enseñado muchas cosas. Tomé la decisión de descubrir lo que sentía y que me gustaba y me ha enseñado más, que seguir haciendo lo que estaba haciendo hasta la fecha. Cada experiencia, ya sea buena o mala, ha contribuido a forjar mi carácter y ha ampliado mi perspectiva sobre la vida. Reconocer esto me ha permitido aceptar mis decisiones pasadas y seguir adelante sin cargar con el peso del arrepentimiento.
  2. El pasado no define mi presente: No permitir que el arrepentimiento se apodere de mi vida me ha enseñado que el pasado no tiene el poder de definir quién soy en el presente. Si hubiera seguido creyendo que era un puesto de trabajo, todavía estaría en él, seguramente. Si hubiera seguido creyendo que ciertas personas me querían de verdad, todavía seguiría siendo manipulado por ellas. Aceptar mis elecciones pasadas y aprender de ellas me ha liberado de la carga emocional que conlleva el arrepentimiento. En lugar de vivir en el pasado, he aprendido a centrarme en el aquí y ahora, que es lo único que tenemos, aprovechando las oportunidades que se presentan en mi camino.
  3. La aceptación personal es esencial: No arrepentirme nunca de nada me ha llevado a un nivel más profundo de aceptación personal. He aprendido a abrazar mis errores y fracasos como parte integral de mi viaje. He descubierto quién soy, cuál es el motivo por el cual tomo una u otra decisión y porqué digo NO a lo que antes decía SI. Reconocer que soy humano y que cometer errores es natural me ha permitido perdonarme a mí mismo y cultivar una relación más saludable conmigo mismo. En lugar de lamentarme por las decisiones pasadas, me enfoco en aprender de ellas y avanzar con mayor sabiduría.
  4. La responsabilidad personal es clave: Al no arrepentirme de nada, también he asumido la responsabilidad total de mis acciones y decisiones. No se trata de hacer las cosas y luego si han salido mal, echarle la culpa al alcohol. En lugar de culpar a otros o a las circunstancias por mis errores, reconozco mi papel en cada situación y busco maneras de rectificar, si tengo que pedir perdón o aprender de ellas. Esto me ha empoderado enormemente, ya que me ha dado el control sobre mi propia vida y me ha permitido tomar decisiones más conscientes y responsables en el futuro.
  5. La valentía de vivir sin arrepentimientos: No arrepentirme nunca de nada requiere valentía. A menudo, la sociedad nos presiona para lamentarnos y cuestionar nuestras elecciones pasadas. Toda elección pasada me ha llevado dónde estoy ahora y no puedo volver atrás, por mucho que quisiera. Soy quien soy a día de hoy, gracias a esas decisiones. Pero no soy quién seré mañana, porqué seguiré tomando las decisiones, que yo sienta que tengo que tomar por corazón y no por exigencias. Sin embargo, he descubierto que vivir sin arrepentimientos es una forma de vida audaz y liberadora. Me ha permitido tomar riesgos calculados, explorar nuevas oportunidades y abrazar la incertidumbre con confianza. Al adoptar esta mentalidad, he experimentado una sensación de libertad y plenitud que nunca antes había experimentado.

En última instancia, no arrepentir me ha llevado a uno de los mejores regalos que me ha dado la vida, quitarme de miedos y sesgos que me oprimían y descubrir quién era yo realmente, que quería y que no, que odiaba y no soportaba. No arrepentirme de nada, me ha llevado a descubrirme. ¿Y no es eso lo que queremos todos, saber quiénes somos?

La coherencia es no romper el contrato que tienes firmado contigo mismo.

Photo by cottonbro studio on Pexels.com

La coherencia es no romper el contrato que tienes contigo mismo

La coherencia es una cualidad esencial en nuestras vidas. De la que tanto se habla y que poco se ve en ciertos momentos de la vida. Nos permite mantener la integridad personal, vivir acorde a nuestros valores y principios, y establecer relaciones sólidas y saludables con los demás. En pocas palabras, ser coherente implica no romper el contrato que tenemos con nosotros mismos cuando nos hemos comprometido ser nosotros mismos, pase lo que pase.

¿Qué significa esto? Imagina que tu vida es un contrato que estableces contigo mismo. En este contrato, te comprometes a actuar de acuerdo con tus creencias, metas y deseos más profundos. Es un compromiso personal que determina cómo quieres vivir y cómo quieres ser recordado.

Cuando rompemos el contrato que tenemos con nosotros mismos, perdemos la coherencia. Puede suceder de muchas formas: dejamos de seguir nuestros sueños, nos traicionamos a nosotros mismos, permitimos que otros influyan demasiado en nuestras decisiones o actuamos en contra de nuestros valores. Cada vez que nos desviamos del camino que trazamos, nuestra coherencia se ve afectada.

La falta de coherencia puede generar conflicto interno y emocional. Nos sentimos perdidos, desorientados y frustrados. Echamos la culpa a los demás, cuando hemos sido nosotros los culpables por romper el contrato que teníamos firmado con nosotros mismos. Nos alejamos de nuestro propósito de vida y nuestras acciones carecen de sentido. Romper el contrato que tenemos con nosotros mismos es como perder el rumbo en el mar: nos quedamos a la deriva, sin un destino claro.

La coherencia, por otro lado, nos brinda una sensación de paz y plenitud. Como digo yo, dormir como un angelito todas las noches. Nos permite vivir en armonía con nuestras convicciones y ser fieles a nosotros mismos. Nos ayuda a tomar decisiones coherentes con nuestros valores, incluso cuando las circunstancias sean difíciles. Además, fortalece nuestra confianza y autoestima, ya que nos muestra que somos personas íntegras y dignas de confianza.

Ser coherente no significa que nunca cometeremos errores o que no cambiaremos a lo largo del tiempo. Unos cuantos reconozco que he cometido yo. Todos somos seres humanos en constante evolución y aprendizaje. Así que perdónate, no te preocupes. La coherencia se trata de ser conscientes de nuestros cambios y crecimientos, y de asegurarnos de que nuestras acciones sigan alineadas con nuestra verdadera esencia.

Para cultivar la coherencia en nuestras vidas, es importante conocer nuestros valores y principios fundamentales. Recuerda, hablo de tus valores, no el de los demás. Reflexiona sobre lo que realmente te importa y define tus objetivos personales. Luego, toma decisiones y actúa de acuerdo con esas convicciones. No permitas que la presión social o las expectativas externas te desvíen de tu camino. La única moda que tienes que seguir, es la que dictan tus valores, no los valores de los demás.

Asimismo, es fundamental mantener una comunicación abierta y honesta contigo mismo. ¿No quieres que los demás sean honestos contigo? Pues empieza por ti mismo. Escucha tu voz interior y sé sincero contigo mismo acerca de tus necesidades y deseos. Aprende a establecer límites y a decir «no» cuando algo no está en línea con tu contrato personal. A medida que practiques la coherencia, te volverás más consciente de ti mismo y de tus acciones.

Recuerda que ser coherente no es un camino fácil. Y más en un mundo de modas, máscaras y presiones. Requiere valentía, autoconocimiento y perseverancia. Pero los beneficios son enormes. Vivir en coherencia te permitirá construir una vida auténtica y significativa, en la que te sientas realizado y en paz contigo mismo. Y SOBRE TODO ORGULLOSO DE NO ROMPER EL CONTRATO QUE HABÍAS FIRMADO CONTIGO MISMO.

¿Por qué de vez en cuando hay que desconfiar de uno mismo?

Photo by cottonbro studio on Pexels.com

Hace unos días, una persona me dio un consejo que ha hecho que escriba este artículo:

«David, de vez en cuando desconfía de ti mismo».

En nuestra cultura, a menudo se nos anima a tener confianza en nosotros mismos y en nuestras habilidades. Principalmente los gurús de turnos, nos invitan a que confiemos en nosotros como nadie ha confiado en nosotros, nos alientan a que nos gritemos y nos motivemos, que nos creamos que somos lo mejor de lo mejor, porqué así nos dicen que somos. Nos dicen que si queremos tener éxito en la vida, debemos creer en nosotros mismos y tener una actitud positiva. Que atraeremos lo que creemos que somos. Y si somos invencibles, solo atraeremos éxito y felicidad. Sin embargo, a pesar de estos mensajes populares, a veces es importante desconfiar de uno mismo.

En primer lugar, es importante recordar que todos somos humanos y, como tal, somos propensos a cometer errores. Si, por mucho que te diga el gurú de turno, que la gente de éxito no comete errores, te aseguro que esa persona que te lo está diciendo, comete tantos o más errores que tú hasta la fecha. Aunque podemos tener buenas intenciones y creer que estamos haciendo lo correcto, nuestras acciones pueden tener consecuencias no deseadas. La excesiva confianza en uno mismo, hace que no veamos muchas cosas que luego acaban cumpliéndose y nosotros lamentándonos por lo ocurrido. Al dudar de nosotros mismos y reflexionar sobre nuestras decisiones, podemos identificar posibles problemas antes de que se conviertan en errores costosos.

Además, a veces nuestra confianza en nosotros mismos puede ser excesiva y puede impedir nuestro crecimiento y desarrollo personal. Si siempre creemos que estamos en lo correcto, es menos probable que estemos abiertos a aprender de nuestros errores y a considerar nuevas perspectivas. La excesiva confianza en uno mismo y el peor de los egos lo separan una fina línea, así que estate atento. Al desconfiar de nosotros mismos de vez en cuando, podemos ser más humildes y estar más dispuestos a escuchar y aprender de los demás. La humildad no es la debilidad de los pobres, es la habilidad de los valientes.

Otro motivo por el que debemos desconfiar de nosotros mismos de vez en cuando es porque nuestras emociones pueden nublar nuestro juicio. ¿Cuántas veces nos hemos metido la leche pensando que esa chica estaba colada por nosotros o que ese puesto de trabajo era nuestro? Unas cuantas y todo porqué creíamos que así iba a pasar, teníamos la confianza ciega. Cuando nos encontramos en situaciones emocionalmente cargadas, es fácil dejarnos llevar por nuestros sentimientos y tomar decisiones impulsivas que pueden no ser las mejores a largo plazo. Respira, piensa y toma una decisión. Al tomarnos un momento para reflexionar y desconfiar de nuestras emociones en estas situaciones, podemos tomar decisiones más conscientes y racionales. Hay momentos en los que hay que ser más racionales que emocionales.

Por último, es importante recordar que el mundo está en constante cambio, y lo que funcionó en el pasado puede no ser efectivo en el presente o en el futuro. Si confiamos ciegamente en nuestras viejas formas de hacer las cosas, podemos perdernos nuevas oportunidades y soluciones que nos lleven más allá de lo esperado. Al estar dispuestos a desconfiar de nosotros mismos y a considerar nuevas formas de hacer las cosas, podemos adaptarnos mejor a los cambios y a seguir creciendo.

En conclusión, aunque la confianza en uno mismo es importante, también es importante desconfiar de uno mismo de vez en cuando. Al hacerlo:

.- podemos identificar posibles problemas antes de que se conviertan en errores costosos,

.- estar más abiertos a aprender de nuestros errores y de los demás,

.- tomar decisiones más conscientes y racionales en situaciones emocionales y estar dispuestos a considerar nuevas formas de hacer las cosas. En última instancia, al desconfiar de nosotros mismos de vez en cuando, podemos ser más resilientes y estar mejor preparados para enfrentar los desafíos que la vida nos presente.

Desconfía de vez en cuando de ti mismo, es un gran proceso creativo que hará caigan creencias absolutas y te muestre verdades que no querías ver.

¡¡Los genios nacen en casa!!

Photo by Leah Kelley on Pexels.com

Desde tiempos inmemoriales se ha hablado de la creatividad como una cualidad innata de ciertas personas. Sin embargo, cada vez son más los estudios que demuestran que la creatividad no es un don divino que se otorga a algunos individuos, sino una habilidad que se puede desarrollar y fomentar en cualquier persona. No solamente la tiene Messi con sus pases, Dali con sus cuadros o los platos de David Muñoz, sino que todos somos creativos en nuestra medida.

Pero si bien es cierto que la creatividad puede ser entrenada y potenciada en cualquier momento de la vida ( huye de los cursos de 8 horas que te dicen que puedes ser más creativo que cualquier otra persona. En tiempo récord, a través de un curso o un video, uno no es creativo. La creatividad se desarrolla durante TODA la vida) , también lo es que el entorno en el que se desarrolla una persona desde su nacimiento juega un papel fundamental en su capacidad para ser creativa.

En este sentido, la casa en la que crece una persona puede ser el germen de su creatividad. ¿Por qué? Porque es en el hogar donde se establecen los primeros vínculos emocionales, se adquieren los primeros hábitos y se forman los primeros valores. Si en dicha casa, desde un principio se le dice al niño, «no imagines tanto y solo trabaja…Esas ideas son de persona loca y solo tienes que acatar mis ordenes...» ¿Qué pensamiento creativo va a tener en su madurez? Ninguno, solo el de replicar lo que le manden y no pensar más allá si lo que está haciendo o no, está bien.

Desde el punto de vista psicológico, es bien sabido que los vínculos emocionales que se establecen en la infancia tienen un impacto duradero en la personalidad de una persona. Un hogar en el que se fomenta la expresión emocional, la sensibilidad, la comunicación y la tolerancia hacia las diferencias, el pensamiento crítico, puede ser el caldo de cultivo perfecto para que una persona desarrolle su creatividad.

Además, la casa es el lugar en el que se adquieren los primeros hábitos y rutinas. Si queremos que un niño lea , ¿sus padres leen o se pasan el día con el móvil para no aguantar al niño? Un hogar en el que se fomenta la curiosidad, la exploración y la experimentación puede ser el lugar perfecto para que una persona descubra nuevas formas de ver el mundo y de resolver problemas. Y se consolide en el tiempo. Si el niño, es bueno en eso que ha descubierto, potenciarlo. No olvidarnos de ellos y pensar que es mejor que «apruebe» lenguaje que tiene más salida que «eso» tan creativo.

Por otro lado, los valores que se inculcan en el hogar también tienen un impacto en la forma en que una persona se relaciona con el mundo. Un hogar en el que se fomenta la independencia, la autodeterminación y la creatividad puede ser el lugar perfecto para que una persona desarrolle su capacidad para pensar fuera de lo convencional y buscar soluciones innovadoras a los problemas.

En definitiva, la casa en la que crece una persona puede ser el germen de su creatividad (DEJEMOS DE ECHARLE LA CULPA AL COLEGIO, TODO EMPIEZA EN UNA CASA ), pero esto no significa que sea un destino inevitable. La creatividad es una habilidad que se puede fomentar en cualquier momento de la vida (NI LA ESCUELA ES RESPONSABLE NI EL GOBIERNO DE TURNO, TÚ ERES EL RESPONSABLE DE DESARROLLAR TU CREATIVIDAD EN TODO MOMENTO, DIGAN LO QUE DIGAN LOS DEMÁS), y es responsabilidad de cada persona trabajar en ella de forma activa y constante. Sin embargo, tener un hogar que fomente la expresión emocional, la curiosidad y la creatividad puede ser un gran impulso para desarrollar todo nuestro potencial creativo.

AH, Genios son pocos, creativos somos todos. No se trata de ser un genio del balón, se trata de crear con balón o con lo que sea.

¡Cada día hay más gente quemada!

Photo by Mizuno K on Pexels.com

Cada día estoy más convencido que hay un virus «silencioso» recorriendo nuestra sociedad.

¿Cómo se llama el virus?

ESTAMOS HASTA LOS HUEVOS DE TODO.

Elecciones generales, elecciones regionales, nuestra opinión sobre la felicidad de los demás como si tuviéramos potestad sobre ella, los partidos políticos se pelean entre ellos como si estuviéramos en el patio del recreo. ¿Y los problemas de los votantes? Unas subvenciones que llegará a pocas personas y listo. A esperar otros 4 años más…

Pero no solamente nos encontramos con la mediocridad que exponen los medios de comunicación. También tenemos la búsqueda de trabajo.

Si no nos echan para atrás por la edad, por el algoritmo que use una web de empleo sin ni siquiera la empresa haya tenido la oportunidad de ver si somos o no aptos para dicho puesto de trabajo. Por no hablar del jefe que tenemos que nos trata como peor que a un perro apaleado, diciéndonos de todo y recordándonos que hay gente esperando a entrar a trabajar si seguimos haciendo lo mismo de siempre…

Pero aún hay más, la gente está hasta el infinito y más allá de sus relaciones.

Más bien de las altas expectativas que tienen con su pareja. Ya parten que exigen como mínimo con una serie de requisitos que si no creen que los cumplen no dan ni una oportunidad. Pero eso si, la otra persona, se siente el rey o la reina del mundo, siente que es un gran regalo para la humanidad. Si a eso le añadimos relaciones de amistad que durante años han sido una mentira porqué se han dado cuenta quién era realmente la otra persona…

Acabamos el día diciendo.. ESTOY HASTA LOS HUEVOS DE TODO.

Limitaciones económicas, sustos bancarios internacionales, juicios sumarísimos basados en la moral, un algoritmo que determina si somos aptos o no para un puesto de trabajo, mentiras nos damos cuenta que hemos invertido años de nuestra vida en una relación que era fake.

Sin embargo los viajes para Semana Santa están llenos, las ocupaciones hosteleras casi rozando el lleno y el paro bajando (o eso dicen sin embargo cada día hay más gente intentado pedir ayudas al Estado), Vamos a las librerías y todos los libros de desarrollo personal en las primeras posiciones de ventas. ¿Y los congresos de la felicidad? Más llenos que un cotillón de Nochevieja.

Todo como «válvula de escape» a nuestra realidad. Sino ya verás las fotos de Instagram, todo felicidad y amor y luego te enterarás de lo mal que lo está pasando esa persona o lo oirás no para de quejarse de la situación que está viviendo.

¿Pero qué pasa en realidad? Que cuando apagamos la luz de la noche y la cama se encuentra vacia, tenemos miedo. Miedo porqué nos sentimos vacíos, porqué la noche nos está dando lo que no queríamos ver por el día, nuestra situación, nuestra soledad, nuestra frustración, nuestros anhelos borrados…

¿Qué está pasando?

Que no nos atrevemos a verbalizar que estamos quemados de todo y todos.

Que estamos cansados de la hipocresía de la sociedad que quiere la felicidad y solo quiere satisfacer su propio egoísmo.

Que ya no podemos más en la búsqueda de trabajo, que tenemos que mandar 50 Cv para que solamente uno nos llame y nos eche porqué se han dado cuenta de la edad que teníamos.

Que sino es la inteligencia artificial, es la automatización, pero los trabajos van a desaparecer…Pero no hay nadie que nos ofrezca una solución a dicha situación. Mucho miedo pero poca acción.

Que solo queremos ser felices con alguien ,reírnos , escuchar, hacer cosas y que no nos manipulen a través de intereses que desconocemos.

Que queremos avanzar pero no hay oportunidades para hacerlo.

Que nos dicen que hay que ser originales, auténticos y si te sales un poco del guion establecido, te señalan como el «raro» o el «loco» que jamás conseguirá lo que sueña.

La gente no solamente se está dando cuenta sino que creo que está verbalizando, que el mundo en el que estamos viviendo, no gusta o no merece la pena vivir en él. Es duro, pero ya son unas cuantas personas que durante este año me lo han llegado a decir.

¿Qué estamos creando con dicha situación?

Por un lado tendremos gente que estará cansada de su resiliencia. De levantarse y caerse, de volverse a caerse y levantarse y no ver resultados en su vida. Hasta que llegue un momento que tome una decisión drástica: Ya vale de ser uno mismo, sigamos siendo uno más, que parece que nos irá mejor. Personas «dormidas» que luego por la noche se seguirán preguntando: ¿Qué hubiera pasado si lo hubiera intentando un poco más?

Por no tener oportunidades, por no creer, por esperar un poco más…tendremos una persona más en el rebaño, que a escondidas hará lo que quiera o «matará» su curiosidad con alcohol o vete a saber la situación.

Sin embargo habrá gente que siga luchando a pesar de todo. Que entre y salga de la sociedad, en función de lo que le interese para sus sueños. Que dejará de ver las noticias o seguir los mismos medios que los demás, que querrá seguir yendo un paso más allá de lo que los demás le «recomiendan».

Son ellos los que nos harán avanzar, los «cabezones» , los que no paran a pesar del qué dirán, LOS QUE NOS DESPERTARÁN Y NOS HARÁN VER QUE OTRA REALIDAD ES POSIBLE.

¿Y qué propongo?

No hablo de crear un mundo ideal , bonito, fácil y sencillo.

Sino lo que hablo es que estamos perdiendo gente con su talento, ilusión y ganas por un lado. Y por otro lado, personas que se están «desenganchado» de la sociedad porqué no creen en ella , haciendo las cosas a su manera, que no quieren que les jodan, sino que les dejen hacer su vida tranquilamente.

¿Qué hacer?

Por mucho que diga, vas a hacer lo que quieras, pero:

HABLEMOS MÁS DE LO QUE NOS PASA...

ESCUCHEMOS A LOS QUE ESTÁN HACIENDO ALGO Y NO SE DEJAN LLEVAR POR «EL QUÉ DIRÁN».

Y ESCUCHA, QUE SEGURO QUE APRENDES ALGO QUE NO HACIENDO Y DICIENDO LO MISMO QUE LOS DEMÁS.

¿DÓNDE QUEDA ESA SOCIEDAD QUE QUERÍA IDILICA CUANDO ESTABAMOS EN EL CONFINAMIENTO? YA NADIE SE ACUERDA, AHORA TODOS POR NUESTRO EGOISMO Y LUEGO YA VEREMOS.

¿Y SI DEJARAMOS A LA GENTE SER ELLOS MISMOS? QUIZÁ HABRÍA MÁS FELICIDAD AUTENTICA, INNOVACIÓN, GANAS DE HACER LAS COSAS…

Si queremos avanzar, debemos transformar esta malestar que cada vez se está haciendo más presente en la gente.

¿Y tú también estás quemado?

Desde el corazón, no desde el interés.

Photo by Thirdman on Pexels.com

Si alguien me preguntase:

¿Podrías darme una clave para que una relación dure?

Una y otra vez, diría la misma respuesta:

EL INTERÉS.

Pero un interés de verdad.

No aquel interés de un «me gusta», de un «like» o de un «a ver si hablamos y de casualidad, me invitas a tu fiesta o evento».

Eso es postureo, es llamar la atención, es petardeo o es lo que llamo «SOLO ME ACUERDO DE TI CUANDO NECESITO ALGO y hasta la proxima vez».

Queremos que se interesen por nosotros, que estén atentos, sentirnos queridos por los demás. ¿Pero tú te interesas por los demás, DE VERDAD?

Cuando tenemos algún «encontronazo» con alguien, NO TENEMOS INTERÉS POR SOLUCIONARLO.

Cuando alguien nos dice algo que sabíamos pero no queríamos oír, NO QUEREMOS SOLUCIONAR LA SITUACIÓN.

Cuando decimos a alguien que tenemos ganas de ver a alguien pero pasan los meses y no hacemos un gesto para quedar, NO TENEMOS NINGÚN INTERÉS EN ESA PERSONA.

Pero eso si, que muestren interés en nosotros porqué sino pensaremos que estamos solos, que tenemos algún problema o vete a saber qué.

Cada día creo que no hablamos con el corazón, sino a través de la «mascara» del interés de ese momento.

Interés para satisfacer nuestra imagen personal o profesional… Interés para satisfacer algún deseo pasional…. Interés para que no nos vean como realmente somos…

Todo está movido por el interés, sin embargo, queremos verdad en nuestras relaciones, amor y felicidad.

Si no empezamos por nosotros mismos y mostramos interés de verdad por lo que queremos, ¿Qué acabaremos recogiendo?

Mentiras

Marchas.

Malas relaciones.

….Porqué si tú no muestras interés genuino por los demás ¿Por qué lo van a mostrar contigo? ¿Por qué te llamas como te llamas?

Luego nos llevamos sorpresas con relaciones que pensábamos que estarían ahí siempre por X motivos y de la noche a la mañana, nos preguntamos ¿por qué ya no están ahí? Porqué la gente no es imbécil y caerán una primera vez, ¿la segunda? ya no.

¿Y es malo no mostrar interés por todas las personas? Desde luego que NO.

No pasa nada por no interesarte por esa persona con tantos seguidores en las redes sociales si realmente sientes que no te interesa lo que ofrece.. No pasa nada por no interesarte por esa persona que te han presentado y que es tan «famosa» entre la gente si realmente no te dice nada..

No pasa nada por interesarte por la gente y las cosas que de verdad te interesan y desechas

Lo que es malo es «aprovecharte» de la persona, no siendo uno de verdad.

No hace falta hacerle la pelota a nadie, a lo mejor podrías conseguir otras cosas mucho mejores, esforzándote y siendo uno mismo.

Quizá dormirías mejor por las noches preocupado como responder a ese mensaje que te pide ayuda y no tienes «ganas» de hacerlo, cuando tú la has recibido de su parte siempre que la has necesitado

Queremos satisfacer nuestro ego, que se interesen por nosotros, ¿Y eso de interesarnos por los demás sin ningún interés de por medio, cómo lo llevamos?

¡MAL!.

Vemos las relaciones como transacciones pero en la que no deben ganar los dos, sino siempre uno, uno mismo.

Cuando mostramos un «interés» no real en las personas, se acaba notando y esa relación, la mayoría de las veces, muriendo.

¿Por qué no somos de verdad?

Si no mostramos interés por esa persona y así lo siento la otra persona, ¿Por qué nos molesta que se vaya? Seguramente no será porqué sea una relación que termine, sino porque se nos habrá acabado el «chollo».

Mostremos interés de verdad por lo que queremos en la vida. Centremos nuestras energías en lo que nos hace feliz, en lo que queremos , en lo que queremos disfrutar.

Y no juguemos con los demás.

Seguro que nos iría mejor a todos.

Siempre desde el corazón, nunca desde el interés.

¡Ser buena persona no es ser un imbécil!.

Photo by Engin Akyurt on Pexels.com

¿Por qué consideramos que la gente buena es gilipollas?

Siento ser tan duro pero es lo que pienso.

Mi experiencia personal y observando lo que me rodea, así lo reafirma.

La gente buena pensamos que es imbécil, que nos podemos aprovechar de ella, que siempre estará ahí para nosotros, que no va a decir una palabra más alta que otra, que no nos va a llevar la contraria.

Pensamos que la gente buena es buena/tonta y como es buena, no nos llevarán la contraria, siempre que necesitemos algo, van a estar ahí.

Siempre pienso que la realidad me ha enseñado mucho más que la escuela.

Al menos a mí y mi formación católica, me han enseñado que ser buena persona es darte a los demás, es escuchar más de lo que podría habar uno podría hablar y siempre estar ahí, no solo en los buenos momentos sino también en los malos.

Eso es ser un buen amigo, eso es ser una buena persona.

Es decir, ser un «osito» adorable, al que se puede abrazar cuando uno está mal, te escucha cuando por fin te has dignado a expresar lo que te pasa y te puedes reir con él a pesar de haberte pasado días sin ni siquiera haberle preguntado a tu «osito», ¿Y tú cómo estas?

Todos los días a través de medios comunicación o conversaciones con los demás, oímos algunas palabras parecidas a estas: «Es que es una buena persona».

¿Pero qué es ser una buena persona? ¿Una persona a la que le puedes echar todos tus diablos y esperar a que ella se los trague y aquí no ha pasado nada? ¿Aquella persona que quedáis de vez en cuando como algo formal pero no le cuentas las cosas importantes de tu vida? ¿Aquella que te sonríe cuando os veis en el rellano de tu casa y te pregunta por el tiempo?

Creo que tenemos un concepto muy equivocado de persona buena, ya no solo hacia los demás sino también como nosotros.

Pensamos que una persona buena, no pone limites. Y creo que es el mayor error que hay.

¿Por qué no ponemos límites?

Porqué pensamos que perderemos a esa amistad, porqué al final nos quedaremos solos, porqué eso no es de «buena persona» o porqué pueden pensar que somos unos mal educados.

Una persona buena es buena porqué se da a los demás dentro de sus limites. Repite conmigo: DENTRO DE TUS LIMITES. Por superar tus limites no seras más bueno ni tendrás el billete asegurado al cielo. Olvídate de todo eso.

Por superar tus límites, la gente, si es un poco lista, se dará cuenta que puede ir un poco más allá, aprovecharse de la situación porqué tú no has dicho nada, porqué te a ti no te ha sentado mal. Y si no vas ese poco más allá, te lo reprochará, «¿Por qué antes si y ahora no?».

Ser una buena persona no es ser gilipollas. Es darte a los demás desde tus limites. Porqué cuando permites que la gente los pase, el otro no tiene la culpa, la tienes tú. ¡POR HABERLO PERMITIDO!.

Poner límites es respetarte, porqué si no lo haces tú, te aseguro que nadie lo hará.

Porqué luego llega a la noche y te cabreas contigo mismo de cómo has dejado que te trataran así, de que te echasen sus diablos cuando tú no te lo mereces. Piensas que quizá todos tenemos un mal día. Lo dejas pasar, pero cuando se repite una y otra vez, el imbécil eres tú porque lo permites cuando no te lo mereces.

Si, no me mires así, nadie te va a respetar sino te respetas tú mismo. Si sabes que por ahí no pueden pasar, que no te puede gritar la gente, que te tienen que respetar como persona que eres y consientes que se pasen eso por ahí, tú eres el culpable, no la otra persona.

Cuando empezamos a respetarnos, empezamos también a respetar los limites de la otra persona. De darnos cuenta de cómo son, de sus límites, de sus valores, de lo que realmente le pasa.

No te van a querer más por dejar que otras personas te «usen» a su gusto superando tus limites, mandando a la mierda tus valores. No siento decírtelo de esta manera, todos queremos sentirnos queridos pero no es amor si alguien se está aprovechando de ti de alguna manera.

Si, vivimos en una sociedad en la que necesitamos como una droga, sentirnos queridos por los demás. Si además se añade que nos dicen que la soledad es mala, que te etiquetaran como un raro si estás solo, hacemos lo que sea por sentirnos queridos por otros.

Omitir nuestra realidad, poner buenas caras a personas que cuando se van de nuestra presencia, usar mascaras para aparentar algo ante los demás que no somos, no ser honestos con nosotros mismos y ni mucho menos con los demás,…son algunas de las técnicas que se usan a día de hoy para nos sentirnos solos y arropados por los demás. Y si además encontramos a alguien que «podemos dominar», que no nos exige, que no nos pregunta cosas que no queremos exponer o que no nos hace pensar o dudar,…pues ya estamos felices, nos sentimos cómodos. Nos sentimos en casa.

Cuando sabes tus limites ( y aunque siempre hay personas que te dan la sorpresa con el paso del tiempo ya que no los tenías en el radar de aprovechados), a esas personas como mucho les darás una oportunidad pero cuando tu instinto te confirme lo que sentías que eran, dirás BYE BYE a la mayor brevedad posible por mucho que sea una persona que crees que te gusta o te puede

Ser bueno no es ser subnormal ni querer ser Madre Teresa de Calcuta, ni mucho menos.

Ser bueno es darte a los demás, es querer hacer mejor la vida a la gente que te rodea, hacerles la vida más fácil dentro de tus posibilidades.

PERO NO LO OLVIDES, SIEMPRE DENTRO DE TUS LIMITES. SI permites que los superen, el imbécil serás tú, no a quien hayas permitido que los superes.

Soledad

Cada día encuentro más miradas vacías.

Miradas que no dicen nada, ni tristeza ni alegría y ni mucho menos ilusión.

Miradas que solo buscan una cosa, respuestas.

Respuestas a preguntas que hasta la fecha no se habían realizado.

Preguntas para que sirven, si realmente quieren vivir la vida que están viviendo o porqué seguimos los consejos de los demás cuando realmente nosotros queríamos haber hecho otras cosas.

Cada día recorro las calles de mi ciudad y me gusta fijarme en la mirada de los demás. Y lo que encuentro son miradas que tienen miedo mirar al frente, de encontrarse con los demás, de encontrarse con su verdad. Otras están tapadas por gafas de sol. Miradas escondidas que no quieren que se las encuentre. Que veamos que desde hace tiempo dejaron de llorar preguntadose dónde están las respuestas que buscaban y que tanto necesitaban, dejándose llevar en la actualidad sin querer ya pensar por si mismos

Cada día siento que se aprende más observando a la gente que a través de estadísticas o modas. Y cada día creo que esa soledad que tanto sentimos es porqué no nos llevamos bien con nosotros mismos.

Personas que encadenan una relación tras otra pensando que son «alguien» si están en pareja… Trabajadores que no entienden porqué están somatizando enfermedades si expresasen que realmente lo que les haría felices es hacer otro trabajo totalmente diferente. Personas que están enguachadas a libros de «felicidad», cursos y congresos pero cuando llega la noche se preguntan porqué a pesar de todo siguen estando cómo están, gente que mantiene en secreto su sexualidad por miedo al qué dirán, personas que luchan a escondidas por sus sueños, no vayan a pensar que están locos o algo así…

Podemos echar la culpa a la sociedad, a los estereotipos o a las presiones familiares por sentir que nuestros padres nos quieren o somos aceptados por los demás. Y no te faltará razón en muchas ocasiones. Somos una sociedad que quiere la paz, la felicidad y el desarrollo, la igualdad y un mundo ideal pero en realidad y en el día a día, somos unos grandes cabrones con el prójimo.

Taponamos el avance del vecino, mentimos para que no avance a pesar de que sabemos que lo podría conseguir, ponemos normas para tener a todo el mundo controlado y no le damos libertad alguna para crear, para que descubra y desarrolle su talento, su deseo…Hablamos de avance y mientras tanto ponemos piedras en el camino para que no lo hagan.

¿Y qué hacemos? ¿Quejarnos de que la culpa de todo la tienen los demás? ¿De tirar la toalla por nuestra soledad y acostumbrarnos a lo que nos dan?.

Muchos años me quejaba que no avanzaba por culpa de los demás. Cuando aprendí que «el principio del comienzo» empieza por uno mismo, las cosas cambiaron. Mi mundo cambió cuando empecé a cambiar yo.

Los demás que hagan lo que quieran, los demás que se tiren los pelos o lo que sea…si yo estoy mal, ¿POR QUÉ LO ESTOY?

Y tú lo sabes mejor que cualquier otro. O al menos lo intuyes. Pero lo que ocurre que nos da miedo hablar, nos da miedo expresarnos. Y no es que no sepas expresar lo que te pasa, sino que te da vergüenza decirlo no vayan a tildarte de loco o vete a saber qué . Cuando sabes qué te pasa, una palabra puede describirlo todo perfectamente. No hace falta la expreses, puedes escribirla, pintarla o hacer un grafiti.. El medio es el que mejor te sientas tú pero EXPRESA

Durante el día cotorreamos, no hablamos.

Invertimos el día hablamos de mierdas, de cosas sin importancia. ¿Y lo importante? Nos lo callamos, por miedo. ¿Miedo a qué? Es lo que sientes, es lo que quieres decir, es la ayuda que sabes que necesitas. ¿A qué tienes miedo? ¿Al que puedan decir que eres vulnerable y se rían porqué llora? Esa gente no te ha merecido ahora y nunca.

Cuando expresamos lo que sentimos, nos damos cuenta que no estamos solos como nos imaginábamos., sino más acompañados de lo que nos creíamos. Lo que pasa es que el miedo, nos hace creer cosas que no son así.

Podemos echar la culpa a la sociedad, que no nos enseñan a gestionar nuestras emociones, que ciertas generaciones no saben expresar sus emociones y así han criado a sus hijos, que en casa no se habla de debilidades… Te lo vuelvo a repetir… busca

A pesar de estar cada día más «rodeados» de gente, cada día estamos más solos. Es una frase que se oye habitualmente. Y estoy de acuerdo con ella, cada día tenemos más oportunidades de relacionarnos con gente pero cada día nos sentimos más solos. ¿Y todo por qué? PORQUÉ TENEMOS MIEDO A HABLAR CON EL CORAZÓN.

Nos han enseñado a hablar con la razón, a hablar en función de las expectativas que tienen sobre nosotros en el presente o en el futuro, dejando al corazón de lado. Y por eso nos encerramos más y más en nosotros mismos, porqué la razón no sabe gestionar lo que nos pasa. Ahí es cuando debes poner en marcha tu corazón, es el que rompe las barreras de tu aislamiento

Desde luego que no estoy diciendo que con eso ya está todo hecho. Yo fui dos años a un psicólogo y lo recomiendo a todo el mundo. Lo que te estoy diciendo es que:

¿Qué ocurriría si escucháramos antes a nuestro corazón y no nos dejáramos guiar tanto por la razón?

¿Qué ocurriría si hablásemos desde el corazón y no con una mascara llamada razón?

Quizá la razón no sabe gestionar cosas en las que el corazón es experto.

¿Por qué la soledad? Porqué llevamos tiempo sin escucharnos a nosotros y escuchando más a los demás.

El arroz nunca se pasa si…

No hay semana que por H o por B siempre oiga la misma frase:

SE TE VA A PASAR EL ARROZ.

Se te va a pasar el arroz porque no tienes pareja

Se te va a pasar el arroz porque no tienes trabajo

Se te va a pasar el arroz porqué no le dices nada a esa chica que te gusta.

Se te va a pasar el arroz si no das un paso adelante.

Se te ha pasado el arroz para ir a eventos así.

Se te ha pasado el arroz para gustarte grupos como esos…

Aunque no soy experto en hacer arroces, ya de tanto oír la frase creo ya soy un autentico gurú de los arroces.

¿PERO QUE NOS HA DADO CON QUE SE NOS PASA EL ARROZ?

Durante mucho tiempo era una frase que pesaba mucho en mi.

Pensaba que si a cierta edad no tenía cierto estatus, no había conseguido ciertas metas…era un raro y otras veces un «paria».

Si seguimos esta filosofía, en vez de beneficiarnos, lo único que hará es perjudicarnos.

Porqué aunque nosotros sepamos quienes somos, lo que queremos, lo que nos hace felices…si en algún momento tenemos algún momento de debilidad, pensamos que no somos «aptos» para este sociedad porqué no hemos alcanzado los estándares que se suponían que teníamos que haber alcanzado por la edad que teníamos.

Muchas personas lo harán con cariño, como nuestras abuelas. Pero otras realmente lo hacen con fines «no muy positivos o cotillas».

Las personas mayores te querrán en pareja, te querrán que todo va bien o que has conseguido «esa seguridad profesional» que ellos tanto les consiguió alcanzar. Y es algo totalmente licito y de agradecer.

Pero ¿Qué le importa a los demás si tienes pareja, con quien te acuestas o de qué trabajas?

Vivimos en una sociedad llena de prejuicios. Una sociedad que piensa que si no has alcanzado ciertos hitos a ciertas edades, seguro que lo primero que pensarán será algo así:

¿Qué esconderá que no lo quiere decir?

Cada día pienso que nos tomamos la vida demasiado en serio.

Tenemos que hacer esto no vayan a pensar que.

Tenemos que callarnos lo otro, no vayan a pensar que.

Tenemos que aparentar no sé que, no vayan a dudar de nosotros.

Tenemos que…cuando en realidad ni tenemos ni queremos. Debemos hacer lo que nosotros sintamos.

Y no todo el mundo tiene esa confianza y fuerza de voluntad de confiar en si mismo a pesar de las circunstancias, de las presiones. Son personas que acaban haciendo cosas de las que luego se lamentan, de las que luego dicen algo así como «Pero si yo no quería, era por la presión de los demás...». Todo por no volver a oír la frase del arroz y sentirse «una más del grupo».

Hablamos de la felicidad con la boca llena pero todavía vivimos en una sociedad que se gestiona en base a prejuicios por mucho que hablemos de originalidad, autenticidad y felicidad. los mismos que hablan de felicidad, luego tienen prejuicios sobre los demás pero.. ése es otro tema.

¿Cuántas veces hemos hecho cosas de forma oculta por qué teníamos miedo / vergüenza a las consecuencias a pesar de hacer lo que sentíamos que queríamos hacer?

MUCHAS. Y todo porqué no queríamos oír lo del arroz.

El único arroz que se nos puede pasar es el que echamos a la paellera o cuando queremos hacer arroz con leche. Y aún así seguro que algún truco o receta habrá para que no se nos pase el arroz.

¿Y lo demás? Nunca se nos pasará el arroz.

Porqué no se nos pasa el arroz porque no tengas hijos ni pareja…puedes adoptar que seguro que muchos niños te lo agradecerán.

Porqué quizá no encuentres trabajo pero lo puedes crear.

Porqué quizá no tengas pareja pero te puedes apuntar a grupos para conocer gente.

Porqué siempre habrá una solución para un problema que los demás te intenten «meter en tu cabeza».

Si estás a gusto contigo mismo, confías en ti, eres coherente en lo que haces, haces la vida que quieres…TE ESTÁS COMIENDO TÚ EL ARROZ y NUNCA DEJÁRAS QUE SE TE PASE, porque siempre que tengas oportunidad, te lo comeras.

Las personas que son fuertes, que no les importa los prejuicios o el qué dirán, hacen eso, SE COMEN EL ARROZ que las personas que piensan que se te está pasando el arroz, les gustaría comerse.