Menos palabras y más hechos.

Photo by SHVETS production on Pexels.com

¡Cada día creo menos en las palabras y más en los hechos!

Cada día me cuesta más confiar en los demás. Antes era un ingenuo, creía en todo el mundo. Y así me pasaron cosas que me sorprendieron. Ahora solo confío ciegamente en 3 personas. ¿Y por qué este cambio?

Vivimos en un mundo saturado de palabras. Las encontramos en todas partes: en los medios de comunicación, en las redes sociales, en las conversaciones cotidianas. Las palabras son poderosas; tienen el poder de informar, persuadir, inspirar y consolar. Sin embargo, a medida que avanzamos en este mundo lleno de discursos vacíos, de mascaras, de amistades fingidas e interesadas y promesas incumplidas, es natural que nos cuestionemos la veracidad detrás de las palabras y pongamos más énfasis en los hechos.

La confianza es un pilar fundamental en nuestras interacciones humanas. Sin confianza, seguramente hubiéramos sido devorados por los dinosaurios. Confiar en las palabras de los demás es una forma de establecer vínculos y construir relaciones que con el tiempo, pueden llegar a ser significativas. Osea no te creas que ya es amigo o amiga alguien que te llama crack, o el gran… cuando de por medio puede haber intereses económicos o de algún tipo. Sin embargo, el abuso de las palabras y la manipulación han erosionado la confianza que depositamos en ellas. Cada día desconfiamos más de todo el mundo, no creemos a nadie aun pasado el tiempo y nos haya ido demostrando todo lo que decía. Han sido las «lecciones emocionales» las que nos están haciendo desconfiar de todo el mundo. Y luego están los que dicen que confían en el ser humano ciegamente y les llamamos «Happy Flower» y pensamos que son unos ingenuos. Pero más que nunca, nos encontramos rodeados de líderes políticos que pronuncian discursos grandilocuentes, que tras una derrota estrepitosa en las elecciones no reconocen sus errores pero si que la culpa la tienen los demás. Y lo peor de todo, que carecen de acciones tangibles para respaldar sus palabras. Empresas que prometen un cambio positivo, con un storytelling que nunca visto, pero que continúan operando de manera irresponsable, mintiendo a sus clientes y también a ellos mismos. Incluso en nuestras relaciones personales, nos hemos vuelto más escépticos y cautelosos, intentando aprender a leer entre líneas y buscar evidencia real de compromiso y sinceridad. Y aún así siempre ganará la opción que nos están mintiendo que realmente nos están diciendo la verdad no solo con las palabras, sino también con sus hechos.

Es en este contexto que los hechos cobran mayor relevancia. Los hechos son tangibles, objetivos y difíciles de negar. La gente ya no es gilipollas. Lo será una vez, quizá dos pero cuando se den cuenta que la has intentado engañar por tercera vez, el juego se te habrá acabado. La gente quiere hechos, quiere ver que lo que dices es verdad. No quiere esperar, ya no hay paciencia, quiere hechos. Mientras que las palabras pueden ser manipuladas ( y más con la inteligencia artificial en determinados ámbitos), tergiversadas (donde dije Diego, dije Antonio) o utilizadas como herramientas de engaño, los hechos son la evidencia irrefutable de lo que realmente ha ocurrido. Los hechos no necesitan explicación ni justificación, simplemente son. Y ante eso, solo hay una opción: ACEPTACIÓN. Es a través de los hechos que se construye la confianza genuina, sin «trampa ni cartón», ya que nos demuestran que las palabras no son solo meras promesas vacías.

La gente ya está cansada, en todos los ámbitos de la vida de la mentira, quiere verdad y gente de verdad. Gracias a las caídas, han ido aprendiendo y a día de hoy, mucha de ella, se encuentra empoderada y si ve una persona que no hace lo que dice, muy rara vez, le da una segunda oportunidad. Siempre hay excepciones, desde luego, pero Shrek 3 no es mucho mejor que la 1.

La desilusión ante las palabras vacías nos ha llevado a ser más exigentes y críticos. Nos hemos vuelto más inclinados a juzgar a las personas y organizaciones por sus acciones y logros, en lugar de dejarnos llevar únicamente por sus palabras. Antes nos dejábamos llevar por el físico, ahora ya nos preguntamos: «¿Qué habrá detrás de esa carta bonita?». Queremos ver resultados tangibles, impactos positivos y coherencia entre lo que se dice y lo que se hace. Los hechos nos muestran quiénes son las personas y organizaciones en realidad, más allá de sus discursos y promesas. Pero para ello, tenemos que desarrollar nuestro pensamiento crítico. No hace falta que nos hayan mentido una , dos o cien veces….Hace falta solo tener el coraje de pensar por uno mismo sin dejarse llevar por modas, lo que digan los demás o las apariencias.

Sin embargo, esto no significa que debamos descartar completamente el poder de las palabras. Las palabras bien utilizadas pueden ser una herramienta poderosa para inspirar, motivar y generar cambios positivos. ¿Quién no ha cambiado su actitud con un GRACIAS de un amigo o un TE QUIERO de un familiar? Pero es importante que las palabras estén respaldadas por acciones significativas y coherentes. Las palabras se las lleva el viento, son las acciones las que las atan al suelo. La autenticidad y la congruencia entre las palabras y los hechos son fundamentales para aumentar o reconstruir la confianza y fomentar una sociedad más honesta y transparente. Sé que soy un idealista pero también me pregunto: ¿El ser humano quiere honestidad y transparencia? ¿Está entrenado para la verdad? ¿O prefiere le mienten aún sabiéndolo ya que sus intereses siguen intactos?

En última instancia, cada uno de nosotros tiene la responsabilidad de discernir entre las palabras vacías y los hechos genuinos. Debemos ser críticos y escépticos ante las promesas exageradas y las declaraciones grandilocuentes. Salir corriendo de esos cursos que te dicen que te harán de oro nada más que lo hayas terminado o de esas personas que te dicen que son tus amigas y cuando les llevas la contraria, te mandan a la mierda… Por no hablar de todos los políticos o jefes que nada más entrar en la empresa te aseguran que en menos de 3 años, ya serás tú el jefe… CORREEEE…..Busquemos evidencias tangibles, resultados verificables y consistencia en las acciones de las personas y organizaciones. No se trata de olvidarnos para siempre del corazón y volvernos fríos, sino un equilibrio, razón y corazón. Y sobre todo, no ser un ingenuo las 24 horas del día, que como bien decían nuestros padres, nadie nada «duros a cuatro pesetas». Valorar los hechos por encima de las palabras nos permite tomar decisiones más informadas y establecer relaciones más sólidas. Te podrás equivocar o no, no es un método infalible pero lo que si te asegura, es que si te las dan con «queso» ya vas prevenido de antemano.

En un mundo donde las palabras pueden ser efímeras o creadas por un Inteligencia Artificial, creemos más en los hechos y nos ahorraremos muchos disgustos.

¿Sirve de algo lamentarse por algo que querías hacer?

Photo by Lakshman Jung Khadka on Pexels.com

El arrepentimiento es una emoción humana común. Todos en algún momento de nuestras vidas nos hemos sentido tristes por decisiones pasadas y hemos experimentado el peso de los arrepentimientos. Sin embargo, en mi camino personal, he descubierto que no arrepentirme nunca de nada ha sido una filosofía liberadora y transformadora. En lugar de aferrarme a los lamentos y a los «qué hubiera pasado si...», he aprendido a abrazar cada experiencia y encontrar el aprendizaje en todas ellas. Aquí comparto algunas lecciones valiosas que he aprendido gracias a esta mentalidad.

  1. Las decisiones son oportunidades de crecimiento: Al no arrepentirme de nada, he comprendido que cada elección, incluso las que parecían equivocadas en su momento, me ha brindado una oportunidad invaluable de crecimiento personal. Tomé la decisión de escribir y me ha enseñado muchas cosas. Tomé la decisión de descubrir lo que sentía y que me gustaba y me ha enseñado más, que seguir haciendo lo que estaba haciendo hasta la fecha. Cada experiencia, ya sea buena o mala, ha contribuido a forjar mi carácter y ha ampliado mi perspectiva sobre la vida. Reconocer esto me ha permitido aceptar mis decisiones pasadas y seguir adelante sin cargar con el peso del arrepentimiento.
  2. El pasado no define mi presente: No permitir que el arrepentimiento se apodere de mi vida me ha enseñado que el pasado no tiene el poder de definir quién soy en el presente. Si hubiera seguido creyendo que era un puesto de trabajo, todavía estaría en él, seguramente. Si hubiera seguido creyendo que ciertas personas me querían de verdad, todavía seguiría siendo manipulado por ellas. Aceptar mis elecciones pasadas y aprender de ellas me ha liberado de la carga emocional que conlleva el arrepentimiento. En lugar de vivir en el pasado, he aprendido a centrarme en el aquí y ahora, que es lo único que tenemos, aprovechando las oportunidades que se presentan en mi camino.
  3. La aceptación personal es esencial: No arrepentirme nunca de nada me ha llevado a un nivel más profundo de aceptación personal. He aprendido a abrazar mis errores y fracasos como parte integral de mi viaje. He descubierto quién soy, cuál es el motivo por el cual tomo una u otra decisión y porqué digo NO a lo que antes decía SI. Reconocer que soy humano y que cometer errores es natural me ha permitido perdonarme a mí mismo y cultivar una relación más saludable conmigo mismo. En lugar de lamentarme por las decisiones pasadas, me enfoco en aprender de ellas y avanzar con mayor sabiduría.
  4. La responsabilidad personal es clave: Al no arrepentirme de nada, también he asumido la responsabilidad total de mis acciones y decisiones. No se trata de hacer las cosas y luego si han salido mal, echarle la culpa al alcohol. En lugar de culpar a otros o a las circunstancias por mis errores, reconozco mi papel en cada situación y busco maneras de rectificar, si tengo que pedir perdón o aprender de ellas. Esto me ha empoderado enormemente, ya que me ha dado el control sobre mi propia vida y me ha permitido tomar decisiones más conscientes y responsables en el futuro.
  5. La valentía de vivir sin arrepentimientos: No arrepentirme nunca de nada requiere valentía. A menudo, la sociedad nos presiona para lamentarnos y cuestionar nuestras elecciones pasadas. Toda elección pasada me ha llevado dónde estoy ahora y no puedo volver atrás, por mucho que quisiera. Soy quien soy a día de hoy, gracias a esas decisiones. Pero no soy quién seré mañana, porqué seguiré tomando las decisiones, que yo sienta que tengo que tomar por corazón y no por exigencias. Sin embargo, he descubierto que vivir sin arrepentimientos es una forma de vida audaz y liberadora. Me ha permitido tomar riesgos calculados, explorar nuevas oportunidades y abrazar la incertidumbre con confianza. Al adoptar esta mentalidad, he experimentado una sensación de libertad y plenitud que nunca antes había experimentado.

En última instancia, no arrepentir me ha llevado a uno de los mejores regalos que me ha dado la vida, quitarme de miedos y sesgos que me oprimían y descubrir quién era yo realmente, que quería y que no, que odiaba y no soportaba. No arrepentirme de nada, me ha llevado a descubrirme. ¿Y no es eso lo que queremos todos, saber quiénes somos?

Todos tenemos un trabajo: Crear.

Photo by Andrew Neel on Pexels.com

En la sociedad actual, se tiende a pensar que solo aquellos que tienen un trabajo remunerado están contribuyendo de manera significativa a la sociedad. ¿Los demás? Unos vagos.

Sin embargo, esto está muy lejos de ser cierto. Todos tenemos un trabajo importante y valioso que hacer, y ese trabajo es CREAR.

La creatividad es algo que TODOS tenemos en mayor o menor medida. Desde los niños que dibujan en sus libretas, hasta los adultos que cocinan nuevas recetas o escriben historias, todos tenemos la capacidad de crear algo único y valioso. ¡TODOS! La creación es una actividad que nos permite expresar nuestros sentimientos, lo que sentimos y no nos atrevemos a expresar con palabras, nuestras ideas y nuestras visiones del mundo, y eso es algo que no puede ser subestimado y ni mucho menos te tienes que sentir «avergonzado» por ello. Es la máxima expresión de quién eres y de ello siempre te tienes que sentir orgulloso.

Pero la creación no solo es importante para nosotros como individuos, también es importante para la sociedad en su conjunto. Los creadores son aquellos que llevan el mundo hacia adelante, que imaginan nuevas soluciones a los problemas, que crean obras de arte que nos hacen pensar y sentir, que crean de la nada una situación para sacar adelante a su amigo, que hacen una receta que no habían hecho nunca para sorprender a su pareja…La creatividad no se trata de arte o aparatos para cortar el metal, sino de muchas cosas más. Sin los creadores, estaríamos estancados en el pasado, incapaces de avanzar hacia un futuro mejor.

Además, la creación no tiene límites. No importa tu edad, tu género, tu origen social o tu nivel educativo, siempre puedes crear algo nuevo y valioso. Ahora mismo. No hay que esperar a que se enfade tu pareja para crear una sorpresa, crea la sorpresa ya y hoy no dormirás en el sofá. La creación es una actividad que nos iguala a todos, que nos permite conectarnos con nuestra humanidad compartida y descubrir nuevas formas de entender el mundo, de entender a los demás.

Crear puede ser una actividad solitaria o colaborativa, puede ser algo que hagamos por diversión o algo que nos dediquemos a tiempo completo. Pero lo importante es que todos tenemos algo que ofrecer, algo que podemos crear que hará una diferencia en el mundo.

Así que la próxima vez que te pregunten qué es lo que haces, no te sientas mal si no tienes un trabajo remunerado que puedas mencionar. Todos tenemos un trabajo importante que hacer, y ese trabajo es crear. Así que sigue adelante y crea algo nuevo, algo que solo tú puedes crear, algo que hará del mundo un lugar mejor.

Si satisface mis intereses, defiendo lo que haga falta…

Photo by Snack Toronto on Pexels.com

No me he caído de un guindo y ya casi nada me sorprende en esta vida.

Sin embargo, cada día más palmo más una realidad:

DIME QUÉ HAY QUE DEFENDER, SI DE POR MEDIO ESTÁN MIS INTERESES.

No hace falta que conozcamos el tema en cuestión, hasta quizá antes lo hayamos criticado. Pero no importa, si luego esa defensa va a suponer una «inyección» de algún tipo para mi cuenta, allá que vamos.

Y así, una y otra vez.

Podemos hablar de un tema que al mes siguiente, si tenemos que hablar del contrario, lo haremos porqué satisface nuestros intereses.

¿Qué estamos haciendo?

Hablamos de la coherencia, de golpes en el pecho diciendo que nosotros somos auténticos, que nos importa poco lo que digan los demás, que somos genuinos. Pero cuando se trata de nuestros intereses, principalmente económicos, nos olvidamos y decimos lo que haya que decir, porqué hay que llenar la «billetera profesional y económica».

¿Dónde quedan los valores?

¿Podremos confiar en esa persona a partir de ese momento? o ¿Creeremos que ante la mera oportunidad de satisfacer su ego, nos podrá «clavar el puñal por la espada»?

¿Todo vale en esta vida por seguir una moda «eventual» o por un puñados de Likes?

Muchos pensarán que todo vale, que todo tiene una explicación, que todo vale si queremos ser alguien en este mundo de Likes y compartir, hay que hacer lo que sea y más. Pero eso si, que no se nos tilde como «veletas» , que «no tenemos un juicio», ni cosas parecidas porqué nosotros no somos así.

Confiamos «ciegamente» en los «cantos de sirena» y en los «rayos laser» de tendencias, personas que nos pueden llevar al «estrellato». Los defendemos delante de quien sea, hacemos lo que haya que hacer, todo para demostrar a los demás y a la persona en cuestión, que creemos en ella, que somos de fiar. Pero desconfiamos de lo autentico, lo original y lo de verdad. Y todo ¿POR QUÉ? por una fama efímera.

Todos nos podemos confundir, todos pensar una cosa y luego ver que es otra ( eso nos pasa con amigos o con parejas que las idealizamos y luego nos llevamos el chasco grande) pero lo peor sería no reconocer que nos hemos confundido o aún sabiendo qué estábamos haciendo y las consecuencias, no reconocerlo.

Seamos responsables de nuestros actos. Si somos valientes para unas cosas, también para las consecuencias.

Somos lo que defendemos, porqué creemos que es la verdad, nuestra verdad.

Pero que esa defensa sea de verdad, en la que no «ganas nada» por hacerlo y solo porqué así lo sientes.

¿Te atreves?

¡Cada día hay más gente quemada!

Photo by Mizuno K on Pexels.com

Cada día estoy más convencido que hay un virus «silencioso» recorriendo nuestra sociedad.

¿Cómo se llama el virus?

ESTAMOS HASTA LOS HUEVOS DE TODO.

Elecciones generales, elecciones regionales, nuestra opinión sobre la felicidad de los demás como si tuviéramos potestad sobre ella, los partidos políticos se pelean entre ellos como si estuviéramos en el patio del recreo. ¿Y los problemas de los votantes? Unas subvenciones que llegará a pocas personas y listo. A esperar otros 4 años más…

Pero no solamente nos encontramos con la mediocridad que exponen los medios de comunicación. También tenemos la búsqueda de trabajo.

Si no nos echan para atrás por la edad, por el algoritmo que use una web de empleo sin ni siquiera la empresa haya tenido la oportunidad de ver si somos o no aptos para dicho puesto de trabajo. Por no hablar del jefe que tenemos que nos trata como peor que a un perro apaleado, diciéndonos de todo y recordándonos que hay gente esperando a entrar a trabajar si seguimos haciendo lo mismo de siempre…

Pero aún hay más, la gente está hasta el infinito y más allá de sus relaciones.

Más bien de las altas expectativas que tienen con su pareja. Ya parten que exigen como mínimo con una serie de requisitos que si no creen que los cumplen no dan ni una oportunidad. Pero eso si, la otra persona, se siente el rey o la reina del mundo, siente que es un gran regalo para la humanidad. Si a eso le añadimos relaciones de amistad que durante años han sido una mentira porqué se han dado cuenta quién era realmente la otra persona…

Acabamos el día diciendo.. ESTOY HASTA LOS HUEVOS DE TODO.

Limitaciones económicas, sustos bancarios internacionales, juicios sumarísimos basados en la moral, un algoritmo que determina si somos aptos o no para un puesto de trabajo, mentiras nos damos cuenta que hemos invertido años de nuestra vida en una relación que era fake.

Sin embargo los viajes para Semana Santa están llenos, las ocupaciones hosteleras casi rozando el lleno y el paro bajando (o eso dicen sin embargo cada día hay más gente intentado pedir ayudas al Estado), Vamos a las librerías y todos los libros de desarrollo personal en las primeras posiciones de ventas. ¿Y los congresos de la felicidad? Más llenos que un cotillón de Nochevieja.

Todo como «válvula de escape» a nuestra realidad. Sino ya verás las fotos de Instagram, todo felicidad y amor y luego te enterarás de lo mal que lo está pasando esa persona o lo oirás no para de quejarse de la situación que está viviendo.

¿Pero qué pasa en realidad? Que cuando apagamos la luz de la noche y la cama se encuentra vacia, tenemos miedo. Miedo porqué nos sentimos vacíos, porqué la noche nos está dando lo que no queríamos ver por el día, nuestra situación, nuestra soledad, nuestra frustración, nuestros anhelos borrados…

¿Qué está pasando?

Que no nos atrevemos a verbalizar que estamos quemados de todo y todos.

Que estamos cansados de la hipocresía de la sociedad que quiere la felicidad y solo quiere satisfacer su propio egoísmo.

Que ya no podemos más en la búsqueda de trabajo, que tenemos que mandar 50 Cv para que solamente uno nos llame y nos eche porqué se han dado cuenta de la edad que teníamos.

Que sino es la inteligencia artificial, es la automatización, pero los trabajos van a desaparecer…Pero no hay nadie que nos ofrezca una solución a dicha situación. Mucho miedo pero poca acción.

Que solo queremos ser felices con alguien ,reírnos , escuchar, hacer cosas y que no nos manipulen a través de intereses que desconocemos.

Que queremos avanzar pero no hay oportunidades para hacerlo.

Que nos dicen que hay que ser originales, auténticos y si te sales un poco del guion establecido, te señalan como el «raro» o el «loco» que jamás conseguirá lo que sueña.

La gente no solamente se está dando cuenta sino que creo que está verbalizando, que el mundo en el que estamos viviendo, no gusta o no merece la pena vivir en él. Es duro, pero ya son unas cuantas personas que durante este año me lo han llegado a decir.

¿Qué estamos creando con dicha situación?

Por un lado tendremos gente que estará cansada de su resiliencia. De levantarse y caerse, de volverse a caerse y levantarse y no ver resultados en su vida. Hasta que llegue un momento que tome una decisión drástica: Ya vale de ser uno mismo, sigamos siendo uno más, que parece que nos irá mejor. Personas «dormidas» que luego por la noche se seguirán preguntando: ¿Qué hubiera pasado si lo hubiera intentando un poco más?

Por no tener oportunidades, por no creer, por esperar un poco más…tendremos una persona más en el rebaño, que a escondidas hará lo que quiera o «matará» su curiosidad con alcohol o vete a saber la situación.

Sin embargo habrá gente que siga luchando a pesar de todo. Que entre y salga de la sociedad, en función de lo que le interese para sus sueños. Que dejará de ver las noticias o seguir los mismos medios que los demás, que querrá seguir yendo un paso más allá de lo que los demás le «recomiendan».

Son ellos los que nos harán avanzar, los «cabezones» , los que no paran a pesar del qué dirán, LOS QUE NOS DESPERTARÁN Y NOS HARÁN VER QUE OTRA REALIDAD ES POSIBLE.

¿Y qué propongo?

No hablo de crear un mundo ideal , bonito, fácil y sencillo.

Sino lo que hablo es que estamos perdiendo gente con su talento, ilusión y ganas por un lado. Y por otro lado, personas que se están «desenganchado» de la sociedad porqué no creen en ella , haciendo las cosas a su manera, que no quieren que les jodan, sino que les dejen hacer su vida tranquilamente.

¿Qué hacer?

Por mucho que diga, vas a hacer lo que quieras, pero:

HABLEMOS MÁS DE LO QUE NOS PASA...

ESCUCHEMOS A LOS QUE ESTÁN HACIENDO ALGO Y NO SE DEJAN LLEVAR POR «EL QUÉ DIRÁN».

Y ESCUCHA, QUE SEGURO QUE APRENDES ALGO QUE NO HACIENDO Y DICIENDO LO MISMO QUE LOS DEMÁS.

¿DÓNDE QUEDA ESA SOCIEDAD QUE QUERÍA IDILICA CUANDO ESTABAMOS EN EL CONFINAMIENTO? YA NADIE SE ACUERDA, AHORA TODOS POR NUESTRO EGOISMO Y LUEGO YA VEREMOS.

¿Y SI DEJARAMOS A LA GENTE SER ELLOS MISMOS? QUIZÁ HABRÍA MÁS FELICIDAD AUTENTICA, INNOVACIÓN, GANAS DE HACER LAS COSAS…

Si queremos avanzar, debemos transformar esta malestar que cada vez se está haciendo más presente en la gente.

¿Y tú también estás quemado?

Las preguntas de Steve Jobs.

Sunset over the southern part of the Atlantic Ocean by NASA Johnson is licensed under CC-BY-NC-ND 2.0

De pequeños hacíamos los test de las revistas para saber si éramos compatibles con la chica que nos gustaba, cómo nos iba ir la vida o si íbamos a ser igual que los protagonistas de nuestra serie de television de esos momentos.

En la «madurez» nos reimos de las fans que hacen cola de horas para entrar las primeras al concierto, de fans que siguen a sus ídolos allá dónde vayan… Pensamos que son adolescentes, que tienen las hormonas revolucionadas y los vemos con compasión.

¿Pero qué seguimos haciendo nosotros? Lo mismo que hacíamos de pequeños y que hacen esos jóvenes pero a nuestra manera.

¿Cómo?

Leyendo y comprando libros que nos dicen «Cómo ser como tal…Cómo hacían las entrevistas en Apple o como tener los mismos comienzos que tuvo Amazon para que tú tambien tengas éxito.

Y nosotros como buenos borregos, vamos corriendo a por ellos.

¿Por qué?

Porqué queremos ser como ellos y no queremos ser como nosotros somos.

Eso de ser como nosotros somos , como nosotros imaginamos y sentimos que somos, como que no…mejor ser como los demás, que al menos no nos señalarán por la calle marcándonos como el «raro» de turno.

Hace unos días encontré un artículo que decía que 3 preguntas se hacia Steve Jobs para ser feliz. (Sería feliz en algún momento, pero también era un desgraciado a la hora de liderar, pero eso no interesa, ¿no?). Así que vamos a responder esas preguntas, a ver que nivel de felicidad tengo en relación al amigo Steve:

.- ¿Estoy viviendo la vida que quiero y haciendo el trabajo que quiero hacer?

La mayoría de la gente dirá que NO.

No hay día que no encuentre a gente sin fuego en la mirada. Andamos en silencio a pesar de estar acompañados de nuestra pareja o amigos. No decimos lo que sentimos no vayan a pensar que estamos locos, podamos ofender a alguien… Y lo peor de todo, pensamos que cuando nos jubilemos ya tendremos tiempo para hacer en cómo hacer realidad esos sueños que tenemos.

La pandemia nos ha dado una bofetada en la cara pero también la muerte repentina de personas «jóvenes» que nos demuestran que la vida es el aqui y el ahora. No hay futuro, no hay mañana, no hay otra oportunidad…Si no estás viviendo la vida que quieres, ¿Por dónde empezamos?

Sé que en este momento estarán viniendo a tu mente excusas sin parar….y yo te digo. Y si mañana te dicen que la vas a palmar, ¿De qué sirven esas excusas?

Si estuviéramos viviendo la vida que queremos y haciendo el trabajo que queremos hacer…( que desde luego que no es fácil, te lo digo por propia experiencia y situaciones que ves en el día a día), no hablaríamos tanto de la felicidad, de depresiones, desmotivación o de la importancia de la frustración en esta sociedad…

.- Si hoy fuera el último día de mi vida, ¿ querría hacer lo que estoy a punto de hacer hoy ?

Decir y hacer lo que no nos hemos atrevido a decir y hacer hasta la fecha. Pero mientras tanto, ¿Qué hemos estado haciendo? Dejarnos llevar por nuestro orgullo herido o ego y no hacer lo que nos moríamos por hacer o decir. Y por el camino ha quedado frustración, miedos, vergüenzas y lamentos por no haber hecho lo que sentíamos que teníamos que hacer.

Vivamos cada día más en función de nuestro corazón que no de nuestra razón.

.- ¿Estoy haciendo lo que me gusta?

No… porqué tengo miedo al qué dirán.

….porqué tengo miedo a no dominar la situación.

… porqué no se si sabré gestionar el posible éxito, así que mejor me quedo como estoy

Si no estamos haciendo lo que queremos, ¿POR QUÉ ESTAMOS HACIENDO LO QUE HACEMOS? ¿PARA QUIÉN LO ESTAMOS HACIENDO?

Si nosotros también jugamos a ser Steve Jobs o cómo tener las mismas ideas que Elon Musk, juguemos de verdad con todas las cartas encima de la mesa.

¡Ser buena persona no es ser un imbécil!.

Photo by Engin Akyurt on Pexels.com

¿Por qué consideramos que la gente buena es gilipollas?

Siento ser tan duro pero es lo que pienso.

Mi experiencia personal y observando lo que me rodea, así lo reafirma.

La gente buena pensamos que es imbécil, que nos podemos aprovechar de ella, que siempre estará ahí para nosotros, que no va a decir una palabra más alta que otra, que no nos va a llevar la contraria.

Pensamos que la gente buena es buena/tonta y como es buena, no nos llevarán la contraria, siempre que necesitemos algo, van a estar ahí.

Siempre pienso que la realidad me ha enseñado mucho más que la escuela.

Al menos a mí y mi formación católica, me han enseñado que ser buena persona es darte a los demás, es escuchar más de lo que podría habar uno podría hablar y siempre estar ahí, no solo en los buenos momentos sino también en los malos.

Eso es ser un buen amigo, eso es ser una buena persona.

Es decir, ser un «osito» adorable, al que se puede abrazar cuando uno está mal, te escucha cuando por fin te has dignado a expresar lo que te pasa y te puedes reir con él a pesar de haberte pasado días sin ni siquiera haberle preguntado a tu «osito», ¿Y tú cómo estas?

Todos los días a través de medios comunicación o conversaciones con los demás, oímos algunas palabras parecidas a estas: «Es que es una buena persona».

¿Pero qué es ser una buena persona? ¿Una persona a la que le puedes echar todos tus diablos y esperar a que ella se los trague y aquí no ha pasado nada? ¿Aquella persona que quedáis de vez en cuando como algo formal pero no le cuentas las cosas importantes de tu vida? ¿Aquella que te sonríe cuando os veis en el rellano de tu casa y te pregunta por el tiempo?

Creo que tenemos un concepto muy equivocado de persona buena, ya no solo hacia los demás sino también como nosotros.

Pensamos que una persona buena, no pone limites. Y creo que es el mayor error que hay.

¿Por qué no ponemos límites?

Porqué pensamos que perderemos a esa amistad, porqué al final nos quedaremos solos, porqué eso no es de «buena persona» o porqué pueden pensar que somos unos mal educados.

Una persona buena es buena porqué se da a los demás dentro de sus limites. Repite conmigo: DENTRO DE TUS LIMITES. Por superar tus limites no seras más bueno ni tendrás el billete asegurado al cielo. Olvídate de todo eso.

Por superar tus límites, la gente, si es un poco lista, se dará cuenta que puede ir un poco más allá, aprovecharse de la situación porqué tú no has dicho nada, porqué te a ti no te ha sentado mal. Y si no vas ese poco más allá, te lo reprochará, «¿Por qué antes si y ahora no?».

Ser una buena persona no es ser gilipollas. Es darte a los demás desde tus limites. Porqué cuando permites que la gente los pase, el otro no tiene la culpa, la tienes tú. ¡POR HABERLO PERMITIDO!.

Poner límites es respetarte, porqué si no lo haces tú, te aseguro que nadie lo hará.

Porqué luego llega a la noche y te cabreas contigo mismo de cómo has dejado que te trataran así, de que te echasen sus diablos cuando tú no te lo mereces. Piensas que quizá todos tenemos un mal día. Lo dejas pasar, pero cuando se repite una y otra vez, el imbécil eres tú porque lo permites cuando no te lo mereces.

Si, no me mires así, nadie te va a respetar sino te respetas tú mismo. Si sabes que por ahí no pueden pasar, que no te puede gritar la gente, que te tienen que respetar como persona que eres y consientes que se pasen eso por ahí, tú eres el culpable, no la otra persona.

Cuando empezamos a respetarnos, empezamos también a respetar los limites de la otra persona. De darnos cuenta de cómo son, de sus límites, de sus valores, de lo que realmente le pasa.

No te van a querer más por dejar que otras personas te «usen» a su gusto superando tus limites, mandando a la mierda tus valores. No siento decírtelo de esta manera, todos queremos sentirnos queridos pero no es amor si alguien se está aprovechando de ti de alguna manera.

Si, vivimos en una sociedad en la que necesitamos como una droga, sentirnos queridos por los demás. Si además se añade que nos dicen que la soledad es mala, que te etiquetaran como un raro si estás solo, hacemos lo que sea por sentirnos queridos por otros.

Omitir nuestra realidad, poner buenas caras a personas que cuando se van de nuestra presencia, usar mascaras para aparentar algo ante los demás que no somos, no ser honestos con nosotros mismos y ni mucho menos con los demás,…son algunas de las técnicas que se usan a día de hoy para nos sentirnos solos y arropados por los demás. Y si además encontramos a alguien que «podemos dominar», que no nos exige, que no nos pregunta cosas que no queremos exponer o que no nos hace pensar o dudar,…pues ya estamos felices, nos sentimos cómodos. Nos sentimos en casa.

Cuando sabes tus limites ( y aunque siempre hay personas que te dan la sorpresa con el paso del tiempo ya que no los tenías en el radar de aprovechados), a esas personas como mucho les darás una oportunidad pero cuando tu instinto te confirme lo que sentías que eran, dirás BYE BYE a la mayor brevedad posible por mucho que sea una persona que crees que te gusta o te puede

Ser bueno no es ser subnormal ni querer ser Madre Teresa de Calcuta, ni mucho menos.

Ser bueno es darte a los demás, es querer hacer mejor la vida a la gente que te rodea, hacerles la vida más fácil dentro de tus posibilidades.

PERO NO LO OLVIDES, SIEMPRE DENTRO DE TUS LIMITES. SI permites que los superen, el imbécil serás tú, no a quien hayas permitido que los superes.

«Tenemos que quedar un día sin falta…»

Photo by Tirachard Kumtanom on Pexels.com

¿Cuántas veces hemos oído y dicho alguna vez: «Tenemos que quedar sin falta y ponernos al día«?

Y lo peor de todo, de las veces que lo hemos dicho: ¿Cuántas de ellas se han hecho realidad?

Nos encanta decir una frase así cuando nos encontramos a una persona que hacia tiempo que no nos encontrábamos. Tras abrazarnos y con una desmesurada emoción decimos que nos alegramos de verla Para terminar con la frase «maniatada»: ¡Tenemos que quedar y recordar buenos tiempos!.

Qué bien hemos quedado.

Hemos hecho creer a la otra persona que tras tiempo sin mandarnos ningún mensaje( como si tuviéramos una agenda más llena que la de Barack Obama) y aunque tenemos tiempo a tomarnos algo en ese mismo instante pero es mejor decir: ¡Te llamaré y tranquilamente nos ponemos al día!.

En realidad, ¿Qué estamos diciendo?

.- Para que veas que tengo una agenda llena, te haré un hueco.

.- Ahora me voy porqué voy de un lado para otro y veas que estoy muy ocupado, que me va todo genial.

.- No te he querido llamar durante este tiempo, porqué no me daba la gana, no quería , me aburrías o todas ellas a la vez. Y ahora no esperes que lo haga, porqué las cosas no han cambiado.

En definitiva, estamos poniendo excusas para no decir a gritos una cosa:

NO ME APETECE QUEDAR CONTIGO. Y lo peor de todo, aparentar algo que realmente no sentimos ni deseamos.

Seamos sinceros, al igual que cambian de opinión los políticos de un día para otro, las relaciones cambian.

Unas veces se marchitan, otras veces se engrandecen con el paso del tiempo y otras vez se para y vuelven a retomarse con más «agua». Pues lo mismo pasa con las relaciones, a veces mueren porqué uno de los dos va avanzando y quiere otras cosas en la relación, otras no por no tener una conversación pendiente se ha ido dejando de lado la relación, por no hablar de las mentiras que descubres y por no montar el «pollo» mandas por ahí a la relación…

Pero lo peor de todo, es no decir la verdad, es no ser de verdad.

Recientemente veía como se publicaba un artículo en el que decía que lo que realmente hacía felices a los seres humanos eran la salud de sus relaciones de amistad/pareja.

Nada más publicarse el artículo veías a gente diciendo que había que cuidar más a las relaciones, que no había que descuidarlas…pero luego son personas que para quedar con ellas o te cojan la llamada, antes lo haría el Papa Francisco si lo llamásemos.

Si no vamos a quedar, ¿Para que lo decimos? ¿Para seguir manteniendo un papel ante la otra persona? ¿Para aparentar algo que éramos y que en realidad, ya no queremos ser? ¿Por qué tenemos miedo a ser de verdad?

También te digo, muchas veces quedar con esa persona, es recordar viejos momentos que tenías olvidado. Recuerdas situaciones que por los «debería» has olvidado o te han hecho olvidar. Recuerdas quien eras y lo que te hacía feliz…¿Quizá por eso tienes miedo a volver a quedar con esa persona?

Tenemos una agenda llena de «deberías impuestos», de rutinas y miedos, ¿Qué ocurriría si la llenásemos de verdad, coherencia y corazón?

Empecemos por ser de verdad, no jugaremos con nosotros y mucho menos, con los demás.

La prudencia no vacuna contra el fracaso

Photo by cottonbro studio on Pexels.com

Otra vez volvemos a la producencia.

A ser prudentes no vayamos a lastimar emocionalmente a una persona si decimos lo que pensamos..

A ser prudentes no diciendo nuestras emociones no vayamos a perder la oportunidad de estar con la chica que nos gusta.

A ser prudentes no diciendo lo que pensamos dentro de la empresa no vayan a despedirnos…

A ser prudentes con nosotros mismos… no vayamos a ser felices.

Oir la palabra prudencia, se nos apreta el culo.

Pensamos que algo nos va a pasar, por lo tanto tenemos que ser prudentes, no vayamos a cagarla, no vayamos a liarla.

Y por no liarla o eso creemos o nos han hecho creer, nos hacemos lo que realmente sentimos que querríamos y deberíamos hacer.

Nos pasamos la vida en modo «prudencia» y luego vienen los lamentos.

Lamentos porqué nos dimos cuenta que si hubiéramos quitado el «freno de mano» en nuestra vida personal o profesional, otras cosas hubieran ocurrido o vivido que realmente deseamos.

Cohibimos nuestros deseos.

Nos han hecho creer que desear es de mal cristiano.

Que el deseo es de egoístas, de personas que solo piensan por si mismo dejando de lado a los demás. Pero la experiencia me dice, que cuando más prudente eres, más oportunidades pierdes.

La oportunidad de conocerte, de saber qué puedes hacer, de tu felicidad, de descubrir tus talentos….. La prudencia no es la vacuna contra el fracaso. Es la vacuna contra la originalidad, la excelencia y la creatividad.

La prudencia es el peor virus que uno mismo se puede inocular. ¿Y entonces por qué lo haces?

Porqué tenemos miedo de nosotros mismos. Por prudencia no queremos saber de qué estamos hechos, de qué somos capaces, de nuestra paz o felicidad…

Pero eso si, buscamos la felicidad pero con el «freno de mano» puesto, con prudencia.

El mundo avanza gracias a los «DIFERENTES»

Photo by Daniel Reche on Pexels.com

Aunque muchas veces pienso el mundo no avanza, sino más bien va en retroceso, cada día tengo más claro que el mundo es y será de los diferentes.

Y no hablo por diferente a aquellos que repiten como una cacatúa que son diferentes, ni tampoco aquellos que hacen un papel encima de un escenario para que todos digan que es diferente porqué hace algo fuera de lo normal o que otros no se atreverían a hacer.

Esos no son diferentes, son puro humo.

Hablo de las personas que saben que:

.- las cosas se pueden hacer de forma diferente. Y no siguiendo los patrones de siempre.

.- no quieren relaciones como los demás tienen. Las basan en la verdad, transparencia y lealtad.

.- quieren trabajar en algo que les haga feliz, que se sientan que sus ideas son tenidas en cuenta, que lo que hacen tiene un propósito y no se queda en saco roto.

.- quieren sentirse en paz con ellos mismos, yéndose a dormir sabiendo que han hecho lo que querían hacer, dando su talento a los demás.

.- no quieren poder, sino quietud.

.- no quieren fama, sino desarrollar su creatividad.

.- no creen en las fórmulas del éxito, la felicidad o la influencia, sino en la originalidad, el talento y la paciencia.

¿Pero qué ocurre?

Que observan como otros alcanzan la cima más rápido que ellos con manipulación o mentiras.

Que sigue habiendo relaciones basadas en la mentira y el intereses. Que la gente no quiere se le diga la verdad pero eso sí , te llaman amigos cuando les interesa.

Que el bien común no existe y si el beneficio propio.

Que el talento, del que tanto se habla y que tanto se requiere, brilla por su ausencia, siendo el gran poder lo que se anhela.

Que la felicidad se basa en la codicia y no en la actitud.

Que las oportunidades no están para el mejor preparado sino para el que más contactos tiene.

Que el esfuerzo pocas veces se recompensa y el «enchufismo» siempre.

Son personas no negativas, sino que desde su sensibilidad ven la realidad no desde las apariencias, sino desde la realidad cruda y dura.

¿Qué ocurre en esos momentos?

Muchos entran en barrena emocional. Depresión, dudas, ilusiones evaporadas y no depjan de preguntarse:

¿QUÉ HAGO CON MI VIDA? ¿SIGO CON MIS SUEÑOS O TIRO LA TOALLA?

Unos tirarán la tolla, perdiéndonos todos su talento que lo diferenciará de la mediocridad.

Mientras otros, a pesar de lo que digan unos y piensen otros, seguirán adelante aun con más convicción, con más ímpetu hacia lo que creen, por lo que siempre lucharan y han luchado.

Estas personas son las que transforman el mundo, los que creen y crean en lo que sienten a pesar de las normas y de las posibles vergüenzas.

Puedes ponerle el nombre que quieras, no hace falta leerte el libro de alguien para que los relaciones o abras los medios de comunicación, hay gente a tu alrededor, que han roto las normas, las expectativas y han acabado alcanzando en lo que creían con esfuerzo, constancia, CONSISTENCIA y fe.

Ellos son los que cambian el mundo pero mientras tanto ¿Qué hacemos?

DENOSTARLOS.

Son diferentes, raros, especiales, los rechazamos, no siguen las modas, no siguen las tendencias… Cuando pensamos que por seguir modas, nosotros seremos considerados como diferentes al igual que los 40.000 de personas que también hacen lo mismo que nosotros.

El mundo avanzará siempre gracias a los diferentes. A los que hacen oídos sordos a la rutina, a los que ven entre la mediocridad una rendija para sacar su talento y ofrecerlo al bien común, a los que se van a dormir con la conciencia tranquila porqué han dado lo que sabían que podían dar y más.

Ellos no quieren oportunidades, por ellos mismos se bastan.

Solo piden una cosa, no entorpecer su trabajo, su creatividad. ¿Tanto cuesta?