¿Gana siempre quién tiene mejores cartas?

¡Qué confundidos estamos!
Nos pegamos la vida calificándola de pésima o de éxito en función de las cartas que tenemos a nuestra disposición. Y la verdad que estamos muy equivocados.
Pensaba que con las cartas que tenía, una formación increíble, un expediente inigualable y un trabajo bueno, ya mi vida sería de éxito y felicidad.
Pero llego una crisis, una finalización de contrato y las cartas con la que contaba desaparecieron.
No sé que pensaba. Pensaba que ya no sabría que hacer con mi vida, que tenía unas cartas con las que no quería jugar. No era las cartas por las que había luchado. Me las habían cambiado y no estaba de acuerdo con el reparto.
Nos pasamos la vida quejándonos. Nos han cambiado las cartas por diversos motivos y no son las que creemos que nos merecemos, por las que hemos luchado…
¿Y por qué tenemos miedo?
Porqué no son cartas esperadas.
Son cartas que nos dan por un despido, por una partida inesperadas, por un adiós impensable. Y como ya nos habíamos acostumbrado a las cartas que teníamos, ya sabíamos el futuro que nos esperaba…¿Y ahora? No sabemos qué pasará, no vislumbramos ese futuro que tan seguro teníamos en ese momento y eso nos da mucho miedo.
Mientras unos les da miedo, solo hacen más que quejarse, otros se preguntan: ¿Y ahora qué?
Siempre me han hecho creer que el futuro era para quienes sacaban las mejores notas en el colegio. Y sin darme cuenta eso es lo que buscaba, ser el mejor para tener un mejor futuro. Y aunque me ayudó en muchos aspectos de mi vida, una crisis, me quito de un soplo todas esas cartas que había recogido y que me habían dicho que eran imprescindibles para ser un «buen» ciudadano y hombre de provecho.
No se trata de quien tiene las mejores cartas, sino lo que hace con las cartas que tiene en ese momento.
De un día para otro, tenía unas cartas que no sabía qué hacer con ellas. No eran las que yo quería pero con las que tenía, había que hacer algo.
Mientras nos quejamos por lo desgraciados que somos, hay otras personas que ponen en marcha su creatividad y empiezan a jugar con las cartas que en ese momento la vida les ha dado. Pasará el tiempo y unos seguirán quejándose, mientras otros, algo más que los que se quejaban, habrán avanzado en la vida.
No sé que jugada llevo con las cartas que tengo ahora, pero si sé que me siento un ganador.
Un ganador porqué aunque no quería esas cartas, he sacado de ellas una jugada con la que me siento a gusto, feliz, me siento realizado y jamás sin preguntarme: ¿Qué hubiera pasado si lo hubiera intentado? .
No soy ejemplo de nada, ni preténdelo serlo. Pero creía que siempre ganaba el que mejor notas tenía, el más guapo, el más rapido. Algo que empecé a darme cuenta en la carrera por obstáculos que realice. No era el mas cachas, más bien asomaba por mi algún kilo de más para esos momentos, pero mientras corría iba dejando a gente más preparada que yo detrás. Mientras saltaba , otra gente se caía… Y mientras unos se retiraron, yo acabé la carrera.
Esto me hizo pensar una y otra vez, no se trata de quien tiene las mejores cartas, sino quien sabe usar mejor las cartas que tiene. Y no hablo de manipular con ellas, de echarse faroles como he ido conociendo a mucha gente que hacían creer que tenían unas cartas cuando realmente eran peores las que tenían.
Gana quien les sabe sacar el mayor rendimiento a las que tiene en ese momento. Y para ello siempre:
.- Acepta lo que te ha tocado y juega con ellas.
.- Usa tu imaginación.
.- No dejes de experimentar con ellas.
.- Siéntete orgulloso de ti por todo lo que haces e irte a la cama con la conciencia tranquila, ya que sabes que solo tienes el presente.
.- No dejes de crear con las cartas que tienes. Cuánto más creas, más oportunidades estás generando.
No sé a dónde me llevaran estas cartas, pero me siento más ganador que con las que tenía anteriormente.
¿Y tú qué haces con las cartas que tienes ahora?