Menos palabras y más hechos.

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¡Cada día creo menos en las palabras y más en los hechos!

Cada día me cuesta más confiar en los demás. Antes era un ingenuo, creía en todo el mundo. Y así me pasaron cosas que me sorprendieron. Ahora solo confío ciegamente en 3 personas. ¿Y por qué este cambio?

Vivimos en un mundo saturado de palabras. Las encontramos en todas partes: en los medios de comunicación, en las redes sociales, en las conversaciones cotidianas. Las palabras son poderosas; tienen el poder de informar, persuadir, inspirar y consolar. Sin embargo, a medida que avanzamos en este mundo lleno de discursos vacíos, de mascaras, de amistades fingidas e interesadas y promesas incumplidas, es natural que nos cuestionemos la veracidad detrás de las palabras y pongamos más énfasis en los hechos.

La confianza es un pilar fundamental en nuestras interacciones humanas. Sin confianza, seguramente hubiéramos sido devorados por los dinosaurios. Confiar en las palabras de los demás es una forma de establecer vínculos y construir relaciones que con el tiempo, pueden llegar a ser significativas. Osea no te creas que ya es amigo o amiga alguien que te llama crack, o el gran… cuando de por medio puede haber intereses económicos o de algún tipo. Sin embargo, el abuso de las palabras y la manipulación han erosionado la confianza que depositamos en ellas. Cada día desconfiamos más de todo el mundo, no creemos a nadie aun pasado el tiempo y nos haya ido demostrando todo lo que decía. Han sido las «lecciones emocionales» las que nos están haciendo desconfiar de todo el mundo. Y luego están los que dicen que confían en el ser humano ciegamente y les llamamos «Happy Flower» y pensamos que son unos ingenuos. Pero más que nunca, nos encontramos rodeados de líderes políticos que pronuncian discursos grandilocuentes, que tras una derrota estrepitosa en las elecciones no reconocen sus errores pero si que la culpa la tienen los demás. Y lo peor de todo, que carecen de acciones tangibles para respaldar sus palabras. Empresas que prometen un cambio positivo, con un storytelling que nunca visto, pero que continúan operando de manera irresponsable, mintiendo a sus clientes y también a ellos mismos. Incluso en nuestras relaciones personales, nos hemos vuelto más escépticos y cautelosos, intentando aprender a leer entre líneas y buscar evidencia real de compromiso y sinceridad. Y aún así siempre ganará la opción que nos están mintiendo que realmente nos están diciendo la verdad no solo con las palabras, sino también con sus hechos.

Es en este contexto que los hechos cobran mayor relevancia. Los hechos son tangibles, objetivos y difíciles de negar. La gente ya no es gilipollas. Lo será una vez, quizá dos pero cuando se den cuenta que la has intentado engañar por tercera vez, el juego se te habrá acabado. La gente quiere hechos, quiere ver que lo que dices es verdad. No quiere esperar, ya no hay paciencia, quiere hechos. Mientras que las palabras pueden ser manipuladas ( y más con la inteligencia artificial en determinados ámbitos), tergiversadas (donde dije Diego, dije Antonio) o utilizadas como herramientas de engaño, los hechos son la evidencia irrefutable de lo que realmente ha ocurrido. Los hechos no necesitan explicación ni justificación, simplemente son. Y ante eso, solo hay una opción: ACEPTACIÓN. Es a través de los hechos que se construye la confianza genuina, sin «trampa ni cartón», ya que nos demuestran que las palabras no son solo meras promesas vacías.

La gente ya está cansada, en todos los ámbitos de la vida de la mentira, quiere verdad y gente de verdad. Gracias a las caídas, han ido aprendiendo y a día de hoy, mucha de ella, se encuentra empoderada y si ve una persona que no hace lo que dice, muy rara vez, le da una segunda oportunidad. Siempre hay excepciones, desde luego, pero Shrek 3 no es mucho mejor que la 1.

La desilusión ante las palabras vacías nos ha llevado a ser más exigentes y críticos. Nos hemos vuelto más inclinados a juzgar a las personas y organizaciones por sus acciones y logros, en lugar de dejarnos llevar únicamente por sus palabras. Antes nos dejábamos llevar por el físico, ahora ya nos preguntamos: «¿Qué habrá detrás de esa carta bonita?». Queremos ver resultados tangibles, impactos positivos y coherencia entre lo que se dice y lo que se hace. Los hechos nos muestran quiénes son las personas y organizaciones en realidad, más allá de sus discursos y promesas. Pero para ello, tenemos que desarrollar nuestro pensamiento crítico. No hace falta que nos hayan mentido una , dos o cien veces….Hace falta solo tener el coraje de pensar por uno mismo sin dejarse llevar por modas, lo que digan los demás o las apariencias.

Sin embargo, esto no significa que debamos descartar completamente el poder de las palabras. Las palabras bien utilizadas pueden ser una herramienta poderosa para inspirar, motivar y generar cambios positivos. ¿Quién no ha cambiado su actitud con un GRACIAS de un amigo o un TE QUIERO de un familiar? Pero es importante que las palabras estén respaldadas por acciones significativas y coherentes. Las palabras se las lleva el viento, son las acciones las que las atan al suelo. La autenticidad y la congruencia entre las palabras y los hechos son fundamentales para aumentar o reconstruir la confianza y fomentar una sociedad más honesta y transparente. Sé que soy un idealista pero también me pregunto: ¿El ser humano quiere honestidad y transparencia? ¿Está entrenado para la verdad? ¿O prefiere le mienten aún sabiéndolo ya que sus intereses siguen intactos?

En última instancia, cada uno de nosotros tiene la responsabilidad de discernir entre las palabras vacías y los hechos genuinos. Debemos ser críticos y escépticos ante las promesas exageradas y las declaraciones grandilocuentes. Salir corriendo de esos cursos que te dicen que te harán de oro nada más que lo hayas terminado o de esas personas que te dicen que son tus amigas y cuando les llevas la contraria, te mandan a la mierda… Por no hablar de todos los políticos o jefes que nada más entrar en la empresa te aseguran que en menos de 3 años, ya serás tú el jefe… CORREEEE…..Busquemos evidencias tangibles, resultados verificables y consistencia en las acciones de las personas y organizaciones. No se trata de olvidarnos para siempre del corazón y volvernos fríos, sino un equilibrio, razón y corazón. Y sobre todo, no ser un ingenuo las 24 horas del día, que como bien decían nuestros padres, nadie nada «duros a cuatro pesetas». Valorar los hechos por encima de las palabras nos permite tomar decisiones más informadas y establecer relaciones más sólidas. Te podrás equivocar o no, no es un método infalible pero lo que si te asegura, es que si te las dan con «queso» ya vas prevenido de antemano.

En un mundo donde las palabras pueden ser efímeras o creadas por un Inteligencia Artificial, creemos más en los hechos y nos ahorraremos muchos disgustos.

«Tengo que..», la respuesta del miedo.

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La lista de los libros más vendidos copados por psicólogos y psiquiatras.

Linkedin lleno de publicaciones que nos hablan de la felicidad y del bienestar.

Organizaciones que buscan que en cada ciudad haya un congreso suyo de la felicidad.

Instagram lleno de publicaciones en las que a todo el mundo le va de «puta madre» y nadie está sufriendo ningún tipo de crisis. Pero luego vienen los lamentos y sorpresas.

En un mundo Happy, el que lidera el «cotarro» siempre es el miedo.

Hace unos días, una persona me repetía una y otra vez que tenía que estar (debía estar) en una organización en la que estar, a pesar de no recibir un duro, gastar horas sin límite, los «beneficios» se los llevaba la organización, no tú.

Le preguntaba una y otra vez ¿Por qué sientes que tienes que estar ahí si no vas a recibir ningún tipo de beneficio?

Solo sabía responderme: «Tengo que estar». Pero al volverle preguntar: «¿Debes estar?. Siempre me respondía lo mismo, «Tengo que estar».

Escuchando durante esta semana a la gente, he detectado que si respondemos «Tengo que…» es el comienzo de una excusa que si después del «tengo que..» pusiéramos la palabra miedo, lo entenderíamos todo mucho mejor.

Esta persona tenía miedo a no aparentar delante de los demás si no se apuntaba a esa organización. Aunque lo «puteasen» él tenía que estar, porqué sus redes tenían que saber que estaba ahí.

Y como dirían las madres, ¿Y si tu amigo se tira por la ventana, tú también lo harías?

Cada día estoy más convencido que muchos, aunque dijeran que no, que son mayores, maduros, acabarían haciéndolo, todo por aparentar algo ante los demás , aunque no haya ningún tipo de beneficio de ninguna clase.

El «Tengo que…» es la máxima expresión del miedo que sufrimos.

Miedo a no ser considerado alguien dentro de nuestra comunidad social o profesional.

Miedo a que piensen que no estamos en la «onda», que no leemos los libros que están de moda o acudimos a los eventos «cool» del momento.

Miedo a que piensen que no somos como ellos.

Y todo porqué pensamos que si no lo hacemos, seremos «desterrados» a la isla de los desconocidos, los mediocres y los que no están a la «última».

El «Tengo que..» es la máxima expresión que nos preocupa más lo que digan o hagan los demás, la consideración que tengan sobre nuestra persona, que lo que a nosotros nos importe de verdad, lo que nosotros queremos de verdad.

Un «Tengo que..» es satisfacer las expectativas de los demás puesta en nosotros.

Es decir SI a otros cuando en el fondo sabemos que deberíamos decir NO.

Es hacer algo que no querríamos hacer para no hacer algo,, que si desearíamos hacer.

Y todo porqué tenemos miedo.

Miedo a ser nosotros mismos, a crear lo que imaginamos, a decir te quiero cuando lo sentimos y vete a la mierda cuando lo deseamos.

Vivimos en un mundo que está dominado por el «tengo que..» es decir por el miedo, por aparentar y no ser, por mostrar y no sentir, por mentir y no decir la verdad .

Y en realidad, el único miedo que nos tenemos, es a nosotros mismos. Y no fuera así, muchas tonterías se acabarían de repente en esta vida.

¿Y tú también has dicho hoy «Tengo que..»?

¡Ser buena persona no es ser un imbécil!.

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¿Por qué consideramos que la gente buena es gilipollas?

Siento ser tan duro pero es lo que pienso.

Mi experiencia personal y observando lo que me rodea, así lo reafirma.

La gente buena pensamos que es imbécil, que nos podemos aprovechar de ella, que siempre estará ahí para nosotros, que no va a decir una palabra más alta que otra, que no nos va a llevar la contraria.

Pensamos que la gente buena es buena/tonta y como es buena, no nos llevarán la contraria, siempre que necesitemos algo, van a estar ahí.

Siempre pienso que la realidad me ha enseñado mucho más que la escuela.

Al menos a mí y mi formación católica, me han enseñado que ser buena persona es darte a los demás, es escuchar más de lo que podría habar uno podría hablar y siempre estar ahí, no solo en los buenos momentos sino también en los malos.

Eso es ser un buen amigo, eso es ser una buena persona.

Es decir, ser un «osito» adorable, al que se puede abrazar cuando uno está mal, te escucha cuando por fin te has dignado a expresar lo que te pasa y te puedes reir con él a pesar de haberte pasado días sin ni siquiera haberle preguntado a tu «osito», ¿Y tú cómo estas?

Todos los días a través de medios comunicación o conversaciones con los demás, oímos algunas palabras parecidas a estas: «Es que es una buena persona».

¿Pero qué es ser una buena persona? ¿Una persona a la que le puedes echar todos tus diablos y esperar a que ella se los trague y aquí no ha pasado nada? ¿Aquella persona que quedáis de vez en cuando como algo formal pero no le cuentas las cosas importantes de tu vida? ¿Aquella que te sonríe cuando os veis en el rellano de tu casa y te pregunta por el tiempo?

Creo que tenemos un concepto muy equivocado de persona buena, ya no solo hacia los demás sino también como nosotros.

Pensamos que una persona buena, no pone limites. Y creo que es el mayor error que hay.

¿Por qué no ponemos límites?

Porqué pensamos que perderemos a esa amistad, porqué al final nos quedaremos solos, porqué eso no es de «buena persona» o porqué pueden pensar que somos unos mal educados.

Una persona buena es buena porqué se da a los demás dentro de sus limites. Repite conmigo: DENTRO DE TUS LIMITES. Por superar tus limites no seras más bueno ni tendrás el billete asegurado al cielo. Olvídate de todo eso.

Por superar tus límites, la gente, si es un poco lista, se dará cuenta que puede ir un poco más allá, aprovecharse de la situación porqué tú no has dicho nada, porqué te a ti no te ha sentado mal. Y si no vas ese poco más allá, te lo reprochará, «¿Por qué antes si y ahora no?».

Ser una buena persona no es ser gilipollas. Es darte a los demás desde tus limites. Porqué cuando permites que la gente los pase, el otro no tiene la culpa, la tienes tú. ¡POR HABERLO PERMITIDO!.

Poner límites es respetarte, porqué si no lo haces tú, te aseguro que nadie lo hará.

Porqué luego llega a la noche y te cabreas contigo mismo de cómo has dejado que te trataran así, de que te echasen sus diablos cuando tú no te lo mereces. Piensas que quizá todos tenemos un mal día. Lo dejas pasar, pero cuando se repite una y otra vez, el imbécil eres tú porque lo permites cuando no te lo mereces.

Si, no me mires así, nadie te va a respetar sino te respetas tú mismo. Si sabes que por ahí no pueden pasar, que no te puede gritar la gente, que te tienen que respetar como persona que eres y consientes que se pasen eso por ahí, tú eres el culpable, no la otra persona.

Cuando empezamos a respetarnos, empezamos también a respetar los limites de la otra persona. De darnos cuenta de cómo son, de sus límites, de sus valores, de lo que realmente le pasa.

No te van a querer más por dejar que otras personas te «usen» a su gusto superando tus limites, mandando a la mierda tus valores. No siento decírtelo de esta manera, todos queremos sentirnos queridos pero no es amor si alguien se está aprovechando de ti de alguna manera.

Si, vivimos en una sociedad en la que necesitamos como una droga, sentirnos queridos por los demás. Si además se añade que nos dicen que la soledad es mala, que te etiquetaran como un raro si estás solo, hacemos lo que sea por sentirnos queridos por otros.

Omitir nuestra realidad, poner buenas caras a personas que cuando se van de nuestra presencia, usar mascaras para aparentar algo ante los demás que no somos, no ser honestos con nosotros mismos y ni mucho menos con los demás,…son algunas de las técnicas que se usan a día de hoy para nos sentirnos solos y arropados por los demás. Y si además encontramos a alguien que «podemos dominar», que no nos exige, que no nos pregunta cosas que no queremos exponer o que no nos hace pensar o dudar,…pues ya estamos felices, nos sentimos cómodos. Nos sentimos en casa.

Cuando sabes tus limites ( y aunque siempre hay personas que te dan la sorpresa con el paso del tiempo ya que no los tenías en el radar de aprovechados), a esas personas como mucho les darás una oportunidad pero cuando tu instinto te confirme lo que sentías que eran, dirás BYE BYE a la mayor brevedad posible por mucho que sea una persona que crees que te gusta o te puede

Ser bueno no es ser subnormal ni querer ser Madre Teresa de Calcuta, ni mucho menos.

Ser bueno es darte a los demás, es querer hacer mejor la vida a la gente que te rodea, hacerles la vida más fácil dentro de tus posibilidades.

PERO NO LO OLVIDES, SIEMPRE DENTRO DE TUS LIMITES. SI permites que los superen, el imbécil serás tú, no a quien hayas permitido que los superes.

De cerca, NADIE es normal

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«Pues si parecía una persona normal«.

Es una frase que siempre oímos cuando nos hemos enterado de un suceso de una persona que conocemos y que nos ha sorprendido que así ocurriera.

¿Pero por qué decimos lo mismo de siempre?

Porqué no conocemos a las personas de verdad.

Y conocer a las personas no es acostarse con ella, tomarse una copa o verse una vez a la semana.

Eso no es conocer a las personas.

Porqué eso son amigos de «conveniencia» que mandarás a la mierda cuando te «tuerzan» el morro con algo que te han dicho que no querías oír.

Creemos que el mundo es normal porqué sigue las normas que creemos que se deben seguir, tener un trabajo, tener pareja, salir los sábados por la noche con los amigos o la pareja de amigos y tener hijos.. Si ya cumplen todos los requisitos que no sé quien ha dicho que son los requisitos para ser considerado «persona normal, ya podemos etiquetarlos de «normales».

Pero ¿Qué pasa cuando conoces de verdad a una persona? ¿Qué pasa cuando estás en las buenas y en las malas con esa persona que considerabas «normal»?

QUE TE DAS CUENTA QUE LAS PERSONAS DE CERCA, NINGUNA ES NORMAL.

Y eso es lo que nos hace auténticos, únicos , ser mágicos o como tú quieras llamarlo… Pero de cerca, NADIE ES NORMAL.

A día de hoy, creemos que con tener una red de seguidores importante en redes sociales ( y da igual si son seguidores comprados ), ya podemos ser considerados personas sociales, de éxito, de confianza y hasta con talento. Creemos que conocemos a las personas que nos siguen y nosotros, a las personas uqe seguimos. Las consideramos personas normales, como nosotros y hasta creemos conocerlas.

A día de hoy decimos y creemos creer que conocemos a toda persona con la que nos relacionamos, aunque sean 5 minutos al año lo que nos relacionamos con ella.

Eso no es conocer ni es nada, eso es un conocido o la vecina del 5º que ves de vez en cuando y solo te dice «Hola y Adiós», nada más.

A día de hoy creemos que toda persona que se relaciona con nosotros, es una persona normal. ¿Por qué? Porqué creemos que es un reflejo nuestro, porqué no se sale de lo establecido. Pero luego, si realmente conociéramos a esas personas, veríamos que de NORMAL no tienen nada. Y quizás verías cosas que no te gustarían.

Pero ni ellos ni tú.

NADIE ES NORMAL, TODOS TENEMOS NUESTRAS TARAS Y TALENTOS, NUESTROS MIEDOS Y SUEÑOS.

Pero lo que ocurre, que llamamos personas normales, como escudo para no conocerlas de verdad, para no saber cómo piensas, para tener muchas relaciones pero pocas de calidad…

De cerca, TODOS NADIE ES NORMALES.

Despreciando tus ideas, te desprecias a ti.

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«De todos los males, el peor es el autodesprecio» dice Berthold Auerbach

Hoy día 20 de marzo es el Día Internacional de la Felicidad.

Un día en el que ha habido conferencias, eventos on line, publicidad de las editoriales hablando de sus libros que hablan de la felicidad y hasta tartas en Instagram que ponían que había que comerse a la felicidad.

Todo es respetable, todo es comprensible.

Pero yo hoy voy a dar una pequeña píldora que quizá podría empezar a solucionar el tema de este mundo, que es la búsqueda de la felicidad.

¿QUÉ OCURRIRÍA SI NO DESPRECIARAMOS MÁS NUESTRAS IDEAS?

Buscamos la felicidad en recomendaciones de los demás. En estudios de los demás. En lo que dice el gurú de turno… Pensando que ellos tienen más experiencia, saben más que nosotros sobre la felicidad, sobre lo que es mejor para nosotros… Y mientras tanto nuestras ideas, las dejamos a un lado.

Esas ideas de las que repudias, son una señal de lo que podría ser tu felicidad.

Esas ideas te están mostrando el camino a encontrar para qué has venido aquí, QUE ES PARA SER TÚ MISMO

Esas ideas te están diciendo, que ya pueden ser para un tema en el plano personal o profesional, en cómo declararte a esa chica que te encanta o cómo encontrar el trabajo con el que siempre has soñado, quién eres, qué quieres, cómo sientes, cómo ves el mundo, qué quieres para tu mundo…

…EN DEFINITIVA TE ESTÁN MOSTRANDO MUCHAS COSAS, PERO LA MÁS IMPORTANTE, TE ESTÁN PONIENDO DELANTE DE TI MISMO. Y CON ELLO TU FELICIDAD.

No son ideas locas que se pasaran si te vas de borrachera con tus amigos.

No son una tonterias que se te pasará si te focalizas en otras cosas como aguantar el trabajo que odias desde hace tiempo.

Y si son ideas que van en contra lo que dice el gurú de turno de Youtube, aún mejor. Porqué él te está diciendo su visión de la felicidad, cómo él lo consiguió, pero como no queremos sufrir, no queremos recorrer caminos inhóspitos para nosotros, lo seguimos. Cuando la felicidad de cada uno, es diferente para el que está al lado tuyo o enfrente tuyo.

Buscamos la felicidad en libros, en conferencias, en cursos exprés que nos prometen en contra al niño que llevamos dentro de nosotros y con ello a la felicidad anhelada. Y tú mientras tanto crees más en eso que en tus propias ideas e intuiciones.

No te estoy diciendo que te llevarán al éxito, a la felicidad continua, a ser reconocido como un gran gurú con la primera idea que tengas,…porqué por el camino podrás darte cuenta que esa idea no se puede hacer todavía, que hay que buscar otros caminos, que llevará tiempo o lo que sea,….

Pero lo que si te aseguro, que si das una oportunidad a tus ideas, te estarás dando una oportunidad a ti y con ello, A TU FELICIDAD.

No desprecies ninguna idea tuya, te estarás despreciando a ti. Y eso es el mayor crimen que puedes cometer, y no hace falta sangre.

¡¡Nunca nos graduaremos en Desarrollo Personal!!

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«Vayas donde vayas, ve con todo tu corazón» dice Kongzi

Si eres una personas que basas tu vida en ir de un curso a otro de desarrollo personal o espiritual , con el propósito de encontrar la felicidad plena y la iluminación absoluta como un foco de estadio de futbol; o eres un «gurú» que basas tu negocio en lanzar cursos de forma constante, te recomendaría que no siguieras leyendo este artículo.

Recientemente leía en un libro la frase que da nombre a este artículo. Frase en la que estoy totalmente de acuerdo.

El desarrollo personal, me ha dado mucho tanto a nivel personal como a nivel profesional. Pero mi experiencia me dice, que hay una línea delgada roja que nunca debes pasar. ¿Y cuál es? La de la obsesión por llegar a la meta de la felicidad absoluta.

Leemos libros. Acudimos a conferencias (cuando se podía), creemos que tenemos que brillar en la vida personal y profesional para ser considerados unos seres humanos felices. Seguimos a ciegas a seres que de repente salen de la nada porque nos dicen que llevan 16 años ayudando a la gente, cuando nadie sabia quienes eran. Creemos que frases atribuidas a personas de siglos pasados, nos harán ser ricos sin hacer absolutamente nada más que estar en el sofa repitiendo el mantra y tapados con la manta, que hace frio. Y luego vemos el documental de Pau Dones , llenado las redes sociales con memes de sus frases, dándole la razón más que a un Santo.

¡¡TODO PERFECTO!!.

Pero después, en la soledad de tu habitación, ¿Qué ocurre?

Que lloramos por frustración. Por rabia por haber intentado lo que nos han dicho que nos serviría y ningún resultado. Por saber qué nos pasa pero no hay manera de solucionarlo, ni utilizando métodos que antes nos habían servido.

Lo vuelvo a repetir, el desarrollo personal me ha ayudado mucho en mi vida y me sigue ayudando en muchos momentos. Así como también sé que ha ayudado a muchas personas a descubrirse y darle un nuevo rumbo a su vida.

Mucho brillar, mucho seguir conversaciones en ClubHouse, mucho compartir partes de documentales, mucho defender al «gurú» de turno y luego lloramos en soledad, creyendo no saber qué nos está pasando.

¡¡QUE EN EL FONDO NOS DA MIEDO VIVIR!!.

Todas esas tendencias, todas esas actitudes, formas de ver la vida, tan radicales… solo muestran una cosa, no querer ver la realidad. Y ya no te hablo del «gurú» de turno, sino de tu realidad. De que tienes miedo a vivir.

Vivir no es siempre la felicidad absoluta. Vivir no es la paz mundial. Vivir es sorpresas agradables como inesperadas. Es recibir noticias que no esperábamos.. Y a todo ello, hacerle afrontarlo, aprender de ello y siempre con la mirada adelante.

Si pensamos que alguien nos llevará al éxito inmediato y sin sudor, allá vamos.

Si pensamos que alguien nos hará tener una marca más rentable que Google en menos de 21 días, ¿Dónde hay que apuntarse?

Si pensamos que unas piedras nos darán la felicidad permanente que nos han dicho que nos merecemos, hacemos lo que sea por alcanzarlas.

Y todo porqué no queremos sentir. Se nos llena la boca diciendo que queremos vivir, que queremos exprimir cualquier momento, cuando en el fondo, lo que tenemos es MIEDO A VIVIR.

Un master en alimentación consciente no te dará la felicidad absoluta. Sobre todo porque no existe y si alguien te dice que es la forma en que la conseguirás en el plazo de 4 horas que dura su Master, sal corriendo, que seguro que con la dopamina que inviertas, serás más feliz que con el dinero que inviertas.

El ser humano al igual que busca alcanzar metas, busca alcanzar estar graduado en desarrollo personal. Algo que nunca ocurrirá.

¿Por qué?

Porqué aunque conozcamos herramientas de cómo afrontar situaciones en la vida, cada persona la afronta de una manera. Una herramienta a mi no me puede ayudar y a ti hacerte salir adelante.

Porqué nunca llegaremos al éxtasis de la felicidad constante, porque tanto las emociones buenas como las «negativas» nunca son para siempre.

Porqué lo que le ayudo a una persona, a lo mejor no te viene bien a ti por tus circunstancias.

Porqué lo que te sirvió para un tiempo pasado, quizá no te sirva en el presente porque las circunstancias son diferentes, los tiempos han cambiado o miles de situaciones.

Y a veces, cuando la incertidumbre te ataca, nada te sirve lo aprendido. Tienes que afrontarlo a pecho descubierto.

Son miles de las situaciones que por mucho que hayamos leído, ido a conferencias y gastado dinero en cursos, no nos sirven de nada, porque cada situación es diferente, cada momento es único al igual que su solución.

Por mucho que quieras tener todas las herramientas a tu disposición para ser feliz constantemente pase lo que pase, sentir la paz o ir con tanto «brilli brilli» por la vida que deslumbres a todo, es imposible.

Nunca te podrás graduar en desarrollo personal.

Como nunca podrás graduarte en el master de la vida, porque cuando creas que sabes todas las respuestas, la vida te cambia las preguntas.

¿Lo más transgresor?…UNA BUENA CONVERSACIÓN!!

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«Si el contenido es el rey, la conversación es la reina» dice John Munsell.

¿Quieres saber lo que te hará más feliz? ¿Quieres saber qué te llevaría al éxito inmediato? ¿Quieres saber qué te haría más «cool» delante de los amigos?

SABER MANTENER UNA CONVERSACIÓN.

Mira si me vienes diciendo que ahora no mantenemos conversaciones por la mascarilla, ES UNA EXCUSA BARATA. Una conversación es el método más rapido e infalible contra la incertidumbre, término tan manido en estos momentos.

Pensamos que ya habrá tiempo de tener esa conversación con esa persona, de decirle lo que sentimos, de lo que la queremos o que no somos quién para meternos en su vida a pesar de que la veamos mal. Y luego, de un día a para otro, ya no se podrá celebrar.

¿Y ahora qué hacemos? Lamentarnos y fustigarnos, pensando que somos tontos por no haber tenido el valor de provocar esa conversación. Porqué podrás decir que no tenías tiempo, que te venía mal y luego ya te olvidaste o vete a saber las excusas que te pondrás,… en definitiva, no tenías valor para esa conversación. Y ahora ya nunca podrás realizarla.

Cada día creo que hemos perdido el noble arte de la conversación como bien dice Santiago Álvarez de Mon, en su libro «Las conversaciones que no tenemos. Filosofía del Encuentro». (Libro que recomiendo y esencial par estos momentos).

Una conversación es un lugar de encuentro con los demás, donde nos cambia y les cambia a los demás para siempre. ¿Qué bonito, verdad? Pero a día de hoy es algo casi imposible.

Tienes miedo a mantener una conversación con alguien que no conoces, no vaya a ser que el tema que vayas a sacar le pueda molestar o responda de forma «airada» peor que un hooligan cuando pierde su equipo de fútbol. No es al primera vez, ni tampoco será la última que oigo frases como: «Yo ya no hablo de todos los temas, no sé cómo me va a responder la otra persona. Sé que si hablo con esta persona de este tema, la tendré varios días enfadada conmigo..»

¿O no conoces a alguien así?

Vivimos unos momentos en los que no podemos hablar de todo con todos, porque estamos muy «susceptibles». Y lo único que provoca, que una conversación en vez de ser un centro de creatividad, de ideas, de generación de pensamiento crítico, de flexibilidad y de curiosidad, se acabe convirtiendo en algo «muy peligroso». Provocando que solamente hablemos con personas que tienen nuestras mismas «ideas» o que no se van a enfadar si mostramos una idea diferente a la suya.

Dícese de gente normal, como así también «gurús» que cuando rebates sus ideas con ideas, a pesar de hablar de felicidad, el amor, el buen rollo y demás, dejan de hablarte. Principalmente no vaya a ser que se den cuenta los demás, que lo que promulgan no se lo aplican a ellos mismos.

Si ya no puedo hablar con personas a las que se considera «expertas» o sabías, de las que aprender, ¿De quién aprendo?

Porque pensamos que una conversación es hablar de nosotros sin parar, no dañando nuestro ego y deseando que nos aplaudan. Cuando una verdadera conversación, no trata de eso.

Una verdadera conversación es siempre honesta, libre, sincera.. Pero a día de hoy cuando encontramos a una persona sincera, lo primero que le decimos es: «No seas tan sincero, que te puede salir más caro que beneficioso»: Y si hacemos caso, ¿Cuándo habrá una conversación sincera si nos callamos lo que pensamos o sentimos? Nunca o cuando la «mochila» de las emociones sea ya imposible de arrastrar.

En marzo se nos llenaba la boca hablando de muchas cosas, que a día de hoy, un año después, volvemos a repetir y a olvidarnos de esos buenos deseos que teníamos.

A día de hoy, somos quienes somos, gracias a la suma de muchas conversaciones que hemos tenido a lo largo de nuestra vida. Unas surgieron por azar, otras las provocamos nosotros y otras muchas, aunque al principio no quisiéramos tenerlas, transformaron nuestra vida.

Pero antes de todas ellas, las conversaciones más importantes, son las que tienes contigo mismo. Algo que también nos da miedo afrontar pero que siempre son necesarias para nuestro devenir personal o profesional.

Una conversación conmigo mismo determinó apostar por mí y mi felicidad, dejando de lado años de creencias y miedos. O decir adiós a relaciones de años que realmente solo me aportaban mentiras y no tranquilidad.

Pero esas conversaciones contigo, al igual que tienes que con los demás, tienen que ser con preguntas que solo acepten respuestas honestas, sinceras y claras. Sino no existe una conversación, un plan de futuro a implementar. Pero a día de hoy, preguntarle a la otra persona «¿Qué tal estas?», ya lo consideramos que hemos conversado con él, perdiendo muchos matices y cosas por no preguntar de una forma más atinada.

Hemos perdido el arte de conversar porque tenemos miedo a que descubran que no somos lo que promulgábamos ser. Me da igual las redes sociales, el éxito o lo que quieras, pero no nos relacionamos entre personas, nos relacionamos entre mascaras. Y es muy fácil, luego te enteras pasado el tiempo que una persona se ha suicidado, que lo está pasando mal, que le ha pasado cualquier cosa y no ha tenido el valor de contártelo a ti, a pesar de la confianza que teníais. Te preguntas, ¿Y por qué no me lo dijo?. La respuesta es fácil, quería mantener las apariencias. Y así somos.

Las redes sociales se llenaron tras el documental de Pau Dones. Todos hablando del amor, de la felicidad, del vivir. Pero me gustaría saber cuántas de esas personas, dieron un primer paso tras su visualización. Porqué para empezar a vivir no es compartir imágenes de una entrevista, para empezar a vivir, hay que tener una conversación sincera con uno mismo. Quizá las respuestas que recibas, son que estás viviendo la vida que deseas, Pero si no te gustan las respuestas que obtienes, quiere decir todo lo contrario.

Solo empezaremos a vivir cuando el timbre de nuestra voz, se oiga mucho más fuerte que el ruido del exterior. Mientras tanto, lo único que estaremos haciendo, son tonterías. Pero pasa una cosa, para mantener una conversación con nosotros mismos y luego con los demás, tenemos que hacernos amigos del silencio. Y en una sociedad llena de ruidos, de exigencias, de alarmas de móviles, el silencio es la antítesis de un estilo de vida frenético.

El silencio es el antídoto del ego, ego que domina toda conversación actualmente. Silencio que deja salir a la luz palabras que teníamos escondidas por miedo, realidades que teníamos escondidas en las cortinas «del qué dirán» o miedos que teníamos endulzados con promesas futuras.

El silencio es el catalizador de una buena conversación contigo, así como de la escucha y empatía que tanto se necesita a la hora de conversar con otra persona.

Posponemos nuestra felicidad, nuestras oportunidad para cuando vengan tiempo mejores, cuando te hayas jubilado o cuando pase todo. Esta situación nos ha dicho algo muy claramente: SOLO EXISTE EL AQUI Y EL AHORA.

Así que ten esa conversación que te da miedo tener AQUI y AHORA, si puedes realizarla. O prográmala con una cita. Pero no dejes que pase el tiempo y luego te arrepientas por no haberla tenido.

Así que ten esa conversación contigo mismo. Creo que es un ejercicio sano, saludable y gratis, que te dará las claves de lo que te pasa, de lo que no te pasa y de lo que tienes que hacer de verdad con tu vida o tus proyectos.

Así que la próxima vez que surja tener una conversación con alguien, que sea una conversación de verdad. Que sienta tu presencia en el aquí y el ahora, con preguntas atinadas, se empático.

La conversación es el motor de transformación personal y grupal. Algo que estamos perdiendo y olvidando en muchos casos.

¿Y así queremos avanzar sin poder ni siquiera conversar?

¡¡MAL VAMOS!!.

¿Qué sería de un mundo en el que todos no tuviéramos en nuestra mochila ninguna conversación pendiente?

Y si los mejores, ¿no fueran lo mejor?

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«Haz el amor y no la guerra» decía John Lennon

Llega el final de año y no dejamos de encontrarnos además de anuncios de colonias por todos los lados, mensajes en los que hablan de las tendencias del año que viene, de quiénes han sido los mejores profesionales en tal o cual ámbito de actuación, así como miles de listas para que podamos votar a quien consideramos quién es el mejor conferenciante, el mejor profesional, el mejor amigo…

También es verdad que es en Navidad cuando más lo vemos este tipo de publicación, pero a día de hoy, lo vemos a lo largo de todo el año, con artículos con títulos como «La mejor forma de ser feliz… La mejor forma de hacer amigos…La mejor forma de entrar con buen pie en una empresa …La mejor compañía para un sábado por la noche…La mejor carta de presentación si estás buscando trabajo..«.

En definitiva, nos pasamos la vida queriendo ser como los mejores en nuestros campos profesionales. Y no está nada mal mejorar, lo que es imperdonable es querer ser como los demás nos dicen que deberíamos ser.

Recientemente veía a bombo y platillo el lanzamiento de una encuesta para determinar en función de una votación, los mejores profesionales en el mundo de los RRHH. Seguro que pronto veremos en medios de comunicación, otra para determinar la persona del año en España o la pareja de guapos con los que nos iríamos a tomar unas cervezas. Por no hablar de los artículos que te explican la lista de los mejores portales, las mejores conferencias, las mejores….

Por todos lados vemos «los mejores»..

Pero antes de que los «haters», se pongan a criticar, quiero decir que yo siempre soy de la mayoría «silenciosa». Aquella que no grita, que no aplaude más que nadie, que expresa lo que siente sin importar lo que dirán los demás o el Seo de Google. Y sigue siempre adelante. Así que estoy muy tranquilo por ello.

Sin embargo, estas listas demuestran muchas cosas que ocurren en la sociedad y con ellos en muchas personas:

1.- Tu reputación no depende de una lista que te considere de los mejores.

Siempre lo he dicho y lo diré, conozco personas que no salen en medios de comunicación, que no son guapos, que no tienen miles de seguidores pero que su facturación ya la querrían muchas de esas personas.

Si crees que tu éxito solo depende de salir en las encuestas de los «mejores» y no depende del trabajo que haces en el día a día, del impacto que produces en los demás cuando los focos no están delante de ti, de la coherencia que proclamabas, del valor que tienen tus acciones, …cuando no hay cámaras, mucho quiere decir de ti.

2.- Son listas que producen infelices y no inspiración.

Recientemente leía una frase que decía: «El éxito solamente se le sube a las personas vacías de cerebro«. Y es así. Subirás a la lista de los más guapos, pero como un día tengas un accidente y te deje la cara desfigurada, tengas una enfermedad y no puedas trabajar durante el año siguiente o te pase cualquier cosa, que te deje fuera de la lista al año siguiente.

No eres lo que dicen los demás o una posición en una lista. Eres lo que provocas en los demás sin depender de nada más.

Y no se trata de ser como tal o cual, de seguir los designios que le llevaron en el siglo XIX al éxito a tal personas…Se trata de aprender, pero siempre siendo tú.

Como dirían las madres: «Si tus amigos se tirasen por la ventana, ¿Tú también lo harías?«. Ahora diríamos que no, que somos muy independientes. Pero sin embargo, queremos hacer y ser encima de un escenario como hace tal , golpear la raqueta como Nadal…

3.- Pensamiento critico por favor.

Con la muerte de Maradona, lo hemos visto recientemente.

Pensamiento critico no es poner en duda el pensamiento de otros. Es poner en duda nuestro propio pensamiento.

Ya no solo con Maradona, sino también con los gurús de cualquier ámbito, si los vemos en televisión, sus seguidores en redes sociales o que sube en fotos con gente famosa, ya los tildamos de primeras, sin pensar, sin dudar, sin ver qué esta diciendo y si está de acuerdo con nuestros valores…Cómo ya está en la lista, ya presuponemos que es lo mejor para nosotros, que es el mejor para nuestra vida.

No vemos más allá. Estamos obsesionados con el éxito que nos han inculcado, en querer ser como. Y nos estamos en olvidando de lo más importante, EN SER NOSOTROS MISMOS.

No digo que no aprendas de ellos. No digo que no los estudies. Pero lo que te digo es que al final, SIEMPRE PIENSES POR TI MISMO.

4.- Listas por intereses.

Si nos diéramos cuenta, muchas de esas listas, se han generado de forma subjetiva por la persona que la han generado. En definitiva, por un lado o por otro hay intereses de por medio.

Pero además , ¿Es que solamente esas personas que salen en la lista son los mejores? ¿Qué parámetros deciden que una persona es mejor que otra? En la mayoría de los casos, la subjetividad. Porqué a mi me puede parece guapa Elsa Pataky y a otra persona, no. Y aún así está todos los años en la lista de más guapas de España. Y eso no quiere decir que una sea más guapa que otra. Todas tienen su belleza.

Pero no por estar o no en la lista, eres más o menos una cosa u otra.

Siempre hay detrás intereses, no lo olvides.

5.- Una lista no determina tu valía.

No vales más por estar en un lista y menos por no salir en ella. No vales más porque se considerada la más influyente en tu mundo profesional y luego ser un hijo de puta en tu casa. Porqué ahora parece que una cosa es la marca personal, el impacto que produces en los demás, se puede distinguir y diferenciar de tu marca profesional.

Eso se llama manipulación. Dejemos ya de recitar guiones que nos han dado los demás para que interpretemos. Dejemos de compararnos con el «tamaño» de los demás saliendo o no en una lista. Dejemos no de aprender de los demás, sino de copiarlos literalmente, ya que estamos perdiendo nuestro talento, nuestra marca, nuestra esencia.

Tu felicidad no depende de una lista. Ni tampoco ser más feliz, es ser como los de las listas.

Tu felicidad no depende de ser igual que los que aparecen en la lista. Te aseguro que seguramente serás mucho mejor de los que aparecen en alguna lista de esas.

Tu éxito no depende del número alcanzado en un ranking.

Tu valía no depende de copiar literalmente lo que hacen los demás.

Estúdialos, léelos, escúchalos, PERO RECUERDA, que el mayor reconocimiento no es el de una lista subjetiva, es el de una persona de corazón te dice GRACIAS por lo que has hecho por él o le has provocado. Las listas van y vienen, pero eso siempre será el mayor éxito que te llevarás a la tumba.

EL SER UNO MISMO DANDOTE A LOS DEMÁS DESDE LO QUE TE APASIONA HACER.

¡¡Creatividad y Libertad, un dúo para la felicidad!!

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«En las tinieblas, la imaginación trabaja más activamente que en plena luz» decía I.Kant

«Hay que ser creativos, hay que tener empresas creatividad…Los artistas han sido creativos durante el confinamiento, hay que tener una marca «plastilina», reinvención, transformación digital, Black Friday…»

En definitiva, creatividad, creatividad y creatividad por todos los lados.

Hay que ser creativos, hay que tener una mentalidad creativa, hay que ser empresas creativas, hay que responder de forma creativa si te hacen una pregunta en una entrevista de trabajo…

De repente, de la nada, HAY QUE SER CREATIVOS.

Y yo me pregunto: «Si ahora tenemos que ser creativos, ¿Qué es lo que hemos hemos antes?».

SEGUIR LAS OPINIONES, TENDENCIAS E IDEAS DE LOS DEMÁS COMO BORREGOS.

Pero un ejemplo muy claro que determina que hablamos sin saber de qué coño estamos y en el fondo no creemos en los que decimos es esta frase:

«A partir de Enero, volveremos a la normalidad».

Nunca hablo de política y nunca lo haré, así que nos esperéis que entre en una lucha en la que no se gana nada y se pierde mucho más.

Pero es una frase que demuestra que el ser humano siempre corre raudo y veloz, hacia todo aquello cree que le va a transportar al pasado, a dónde creía que era feliz, pero sobre todo no tenía sobresaltos que no sabía controlar.

Por lo tanto, cuando creamos que estamos de nuevo en ese «pasado», diremos: «¿La creatividad? Para los locos, yo sigo haciendo las cosas como las seguía haciendo entonces. Pero eso si, que me reconozcan los demás porque soy diferente a ellos, aunque haga las mismas cosas que los demás».

Utilizamos las «modas» como placebos contra el miedo y la incertidumbre. Para adaptarnos de forma rápida e indolora a la situación que estamos viviendo. Pero acaba ocurriendo que o el «placebo» no surte efecto» o pasado un tiempo, nos damos cuenta, que volvemos a repetir los miedos que tenemos.

¿Qué nos pasa?

QUE TENEMOS MIEDO A VIVIR.

Ese es el mayor miedo que tenemos como seres humanos, VIVIR.

No tenemos miedo a morir, al rechazo de la persona amada o que nos digan NO en una entrevista de trabajo, TENEMOS MIEDO A VIVIR. A creer que no somos perfectos para los demás, cuando en realidad somos PERFECTOS siendo quienes somos que somos.

¿Y qué es vivir?

SENTIRNOS LIBRES.

Creemos que la libertada nos la dan un sueldo, un trabajo de 8 horas que no soportamos, amigos que no aguantamos pero con los que podemos decir que salimos los fines de semana, tener redes sociales con «seguidores comprados», pero aún así ven los demás que somos «expertos» y «conocidos», una pareja a la que le somos infieles pero ante los demás decimos que tenemos pareja no vayan a pensarse que «somos otra cosa».

En definitiva, creemos que la libertad, es lo que consideran los demás que es la felicidad, el éxito y ser un ciudadano de «provecho». Cuando en realidad no es así, la libertad es VIVIR por uno mismo.

¿Por qué estamos locos por volver a la normalidad?

PORQUÉ PARAR NOS HA HECHO PARAR Y SENTIR. Y A ESO, NO SE NOS HA ENSEÑADO. TENEMOS MIEDO A VIVIR.

Y queramos o no, nos hemos dado cuenta que hemos vivido hasta la fecha, con muchas obligaciones y recomendaciones impuestas por los demás, pero por pocos «quiero» venidos de dentro de nosotros mismos.

Pero otra cosa totalmente diferente, es que lo reconozcamos lo que hemos observado de nuestra vida.

¿Por qué decimos que NUNCA SEREMOS CREATIVOS?

Porqué nosotros mismos sabemos que no somos libres y la máxima expresión de la creatividad, es la libertad. No porqué no tengamos ideas o sepamos expresar mejor que el jefe cómo se debería hacer tal o cual cosa.

Pondremos excusas cómo que nadie nos ha enseñado a ser creativos, a pintar o escribir ( ser creativo es mucho más que eso, es cualquier forma de expresión sin miedo al qué dirán, siempre yendo más allá de lo que lo hacen los demás ) solo son unos elegidos quienes pueden hacerlo o que ya llegaran momentos idóneos para intentar desarrollar ese hobbie que siempre hemos tenido.

¡¡EXCUSAS!!.

Lo que te pasa es que tienes miedo a la libertad que da la creatividad. La libertad de sentirte uno mismo en todo momento y sin miedo a expresarte, digan lo que digan los demás.

Esa es la verdad libertad, no hacer lo que «nos recomienden» los demás por nuestro bienestar.

Como hemos vivido todos estos años, pensando en el qué dirán, en si cumplimos o no las expectativas de los demás o si por fin nos tildan de «buenas personas» porque hemos hecho lo que los demás esperaban y deseaban para nosotros…Ahora al darnos cuenta que la libertad, es simplemente y llanamente tras conocerse a uno mismo, ser coherente con lo que eres y quieres, expresarte sin ningún tipo de miedo, siguiendo nuestras propias reglas , nuestras propias leyes .

Y esa unión contigo mismo, es lo que hará que la creatividad se exprese . La creatividad es un medio , nunca un fin.

Así que odiamos la creatividad, porque nos da miedo la libertad.

LA LIBERTAD DE SER NOSOTROS MISMOS.

¿Qué harías si supieras que vas a fracasar?

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«La gente piensa que el éxito es lo opuesto al fracaso , pero la verdad es que ambos son parte del mismo proceso» decía Roger Von Oech

Sé que nada más leer el titulo del artículo habrán pensando cosas como:

«Pues muy fácil, no hacerlo…¿Voy yo a perder yo el tiempo en algo que se que voy a fracasar?… No te lo crees ni tú….Para eso estoy, para que se rían de mi y piensen que soy tonto por hacer algo que sé de antemano que voy a fracasar..»

¿Quién se ha sentido identificado con estos pensamientos qué he expuesto?

Seguro que mucha gente.

La frase que da título al artículo, la he leído esta mañana dentro del u n artículo-resumen de una conferencia que había dado recientemente Seth Godin.

Los seres humanos queremos:

.- Odiamos la incertidumbre y queremos tener todo bajo control.

.- Conocer el resultado antes de empezar cualquier proyecto personal o profesional. Sino no damos un paso adelante.

.- Y solo estamos pensando en el resultado. ¿El camino? Eso nos importa una mierda.

Y para más colmo, nos dicen que si vamos a empezar algo que sabemos de antemano no vamos a conseguir el «éxito», tenemos todas las condiciones para seguir «tocándonos la barriga» y seguir quejándonos de la vida de mierda que tenemos.

Cuando empecé a escribir, sabía que no iba a ser el nuevo «Arturo Pérez Reverte» ni mucho menos el nuevo gurú disruptivo que giraba de conferencias por todo el mundo. Y a día de hoy sigo sin serlo, ni tampoco quiero. Simplemente quería expresar lo que sentía en todo momento. Cosa que sigo haciendo y siempre seguiré haciendo.

Sabía que no iba a triunfar, que no iba a «dar el pelotazo» e ir de escenario en escenario, solamente quería expresar lo que yo quería.

Pero a día de hoy, si ya que empezamos algo, al menos que nos consideren «expertos» , que nos hagan entrevistas en los medios de comunicación o poder «compartir» escenario con la gente admiramos, porque sino alcanzamos esas metas, no habrá valido la pena ningún esfuerzo.

¡¡Y QUE CONFUNDIDOS ESTAMOS!!.

Hacer muchas sin pensar en el resultado, me ha llevado a resultados que ni imaginaba por mi mismo que pudiera llegar. Si hubiera estado pensando en las palabras que tengo que decir, en el tipo de titulo que tengo que poner para que Google me haga más caso, con el tipo de personas que me tengo que relacionar para ser «considerado» como alguien en el mundo…nunca hubiera sido la persona que soy a día de hoy en todos los aspectos.

La vida y las personas no se dividen entre el éxito y el fracaso. Entre los que son considerados como alguien por los medios de comunicación o lo medios especializados y los «mindundis» que buscan hacerse un hueco.

¡¡ESO NO ES LA VIDA, ESO ES UNA PUTA JUNGLA!! Jungla que a día de hoy, existe más de lo que nos imaginamos.

Somos una sociedad no liderada por políticos o personas que tienen el titulo de jefe, sino que estamos liderados por el miedo.

Tenemos miedo a no llegar a las expectativas de los demás. Tenemos miedo a no alcanzar las expectativas que el curso nos dice que nos llevará a alcanzar. Tenemos miedo a no ser felices y acabamos con cualquier pareja que nos «tranquilidad». Tenemos miedo a no ser alguien que siga la «moda» y por eso hacemos lo mismo que los demás.

Y como tenemos miedo a no alcanzar lo que se espera de nosotros, lo que la sociedad determina que es el éxito, lo único por lo que damos un paso adelante, será algo que en lo que tenemos el éxito asegurado. Sino no nos moveremos del sofá ni por todo el oro del mundo.

Como decía recientemente Guy Kawasaky, «no me importan los perezosos, no me importan los quejicas, me importan y preocupan los tontos exitosos«.

Y de esos hoy unos cuantos tenemos e impostores.

El Covid nos ha enseñado muchas cosas, pero principalmente una que no nos gusta:

EL FUTURO NO PODEMOS DETERMINALO NI DOMINARLO.

No podemos estar pensando en el resultado ni en el día que llegará, porque viene un bicho y nos desmonta todo el chiringuito, todas nuestras expectativas, a la mierda. Todo aquello que pensábamos que nos iba a dar la madre de todos los «exitos», se va a la mierda. Y todo por un bicho.

¿Y qué hacemos?

1.- Tener siempre presente que el resultado no está garantizado por mucho que te lo diga el gurú de turno, el big data o el CEO de la empresa. NO ESTÁ GARANTIZADO. Como ya hemos visto, pueden ocurrir miles de cosas.

2.- Si el resultado no existe, solo tienes una cosa cierta, el camino. Disfrútalo, vívelo, ríete de tus caídas, disfruta de tus pequeños éxitos…porque es lo único que tendrás seguro, el camino.

3.- Y siempre ten un plan B,C,D o usa las letras que hagan falta, porque el éxito NUNCA está asegurado.

4.- Y creer que puedes fracasar, no es ser un cenizo. Sino ser creativo que no pone su foco en una cosa, pero sabe que a la primera no puede salir bien. POr lo tanto crea diversas situaciones que pueden ocurrir y soluciones a aplicar.

Si todos pensáramos igual, si todos nos quedáramos en casa porque sabemos que vamos a fracasar en tal o cual proyecto, todavía estaríamos viviendo en las cavernas esperando a que los dinosaurios se murieran solos y no por nuestra acción.

Si supieras que vas a fracasar, hazlo, crea opciones B,C,D y aún así si no lo consigues, te aseguro que habrás aprendido más que cualquier otra persona, que no ha dado un golpe al agua, por miedo a fracasar.