¡Ser buena persona no es ser un imbécil!.

Photo by Engin Akyurt on Pexels.com

¿Por qué consideramos que la gente buena es gilipollas?

Siento ser tan duro pero es lo que pienso.

Mi experiencia personal y observando lo que me rodea, así lo reafirma.

La gente buena pensamos que es imbécil, que nos podemos aprovechar de ella, que siempre estará ahí para nosotros, que no va a decir una palabra más alta que otra, que no nos va a llevar la contraria.

Pensamos que la gente buena es buena/tonta y como es buena, no nos llevarán la contraria, siempre que necesitemos algo, van a estar ahí.

Siempre pienso que la realidad me ha enseñado mucho más que la escuela.

Al menos a mí y mi formación católica, me han enseñado que ser buena persona es darte a los demás, es escuchar más de lo que podría habar uno podría hablar y siempre estar ahí, no solo en los buenos momentos sino también en los malos.

Eso es ser un buen amigo, eso es ser una buena persona.

Es decir, ser un «osito» adorable, al que se puede abrazar cuando uno está mal, te escucha cuando por fin te has dignado a expresar lo que te pasa y te puedes reir con él a pesar de haberte pasado días sin ni siquiera haberle preguntado a tu «osito», ¿Y tú cómo estas?

Todos los días a través de medios comunicación o conversaciones con los demás, oímos algunas palabras parecidas a estas: «Es que es una buena persona».

¿Pero qué es ser una buena persona? ¿Una persona a la que le puedes echar todos tus diablos y esperar a que ella se los trague y aquí no ha pasado nada? ¿Aquella persona que quedáis de vez en cuando como algo formal pero no le cuentas las cosas importantes de tu vida? ¿Aquella que te sonríe cuando os veis en el rellano de tu casa y te pregunta por el tiempo?

Creo que tenemos un concepto muy equivocado de persona buena, ya no solo hacia los demás sino también como nosotros.

Pensamos que una persona buena, no pone limites. Y creo que es el mayor error que hay.

¿Por qué no ponemos límites?

Porqué pensamos que perderemos a esa amistad, porqué al final nos quedaremos solos, porqué eso no es de «buena persona» o porqué pueden pensar que somos unos mal educados.

Una persona buena es buena porqué se da a los demás dentro de sus limites. Repite conmigo: DENTRO DE TUS LIMITES. Por superar tus limites no seras más bueno ni tendrás el billete asegurado al cielo. Olvídate de todo eso.

Por superar tus límites, la gente, si es un poco lista, se dará cuenta que puede ir un poco más allá, aprovecharse de la situación porqué tú no has dicho nada, porqué te a ti no te ha sentado mal. Y si no vas ese poco más allá, te lo reprochará, «¿Por qué antes si y ahora no?».

Ser una buena persona no es ser gilipollas. Es darte a los demás desde tus limites. Porqué cuando permites que la gente los pase, el otro no tiene la culpa, la tienes tú. ¡POR HABERLO PERMITIDO!.

Poner límites es respetarte, porqué si no lo haces tú, te aseguro que nadie lo hará.

Porqué luego llega a la noche y te cabreas contigo mismo de cómo has dejado que te trataran así, de que te echasen sus diablos cuando tú no te lo mereces. Piensas que quizá todos tenemos un mal día. Lo dejas pasar, pero cuando se repite una y otra vez, el imbécil eres tú porque lo permites cuando no te lo mereces.

Si, no me mires así, nadie te va a respetar sino te respetas tú mismo. Si sabes que por ahí no pueden pasar, que no te puede gritar la gente, que te tienen que respetar como persona que eres y consientes que se pasen eso por ahí, tú eres el culpable, no la otra persona.

Cuando empezamos a respetarnos, empezamos también a respetar los limites de la otra persona. De darnos cuenta de cómo son, de sus límites, de sus valores, de lo que realmente le pasa.

No te van a querer más por dejar que otras personas te «usen» a su gusto superando tus limites, mandando a la mierda tus valores. No siento decírtelo de esta manera, todos queremos sentirnos queridos pero no es amor si alguien se está aprovechando de ti de alguna manera.

Si, vivimos en una sociedad en la que necesitamos como una droga, sentirnos queridos por los demás. Si además se añade que nos dicen que la soledad es mala, que te etiquetaran como un raro si estás solo, hacemos lo que sea por sentirnos queridos por otros.

Omitir nuestra realidad, poner buenas caras a personas que cuando se van de nuestra presencia, usar mascaras para aparentar algo ante los demás que no somos, no ser honestos con nosotros mismos y ni mucho menos con los demás,…son algunas de las técnicas que se usan a día de hoy para nos sentirnos solos y arropados por los demás. Y si además encontramos a alguien que «podemos dominar», que no nos exige, que no nos pregunta cosas que no queremos exponer o que no nos hace pensar o dudar,…pues ya estamos felices, nos sentimos cómodos. Nos sentimos en casa.

Cuando sabes tus limites ( y aunque siempre hay personas que te dan la sorpresa con el paso del tiempo ya que no los tenías en el radar de aprovechados), a esas personas como mucho les darás una oportunidad pero cuando tu instinto te confirme lo que sentías que eran, dirás BYE BYE a la mayor brevedad posible por mucho que sea una persona que crees que te gusta o te puede

Ser bueno no es ser subnormal ni querer ser Madre Teresa de Calcuta, ni mucho menos.

Ser bueno es darte a los demás, es querer hacer mejor la vida a la gente que te rodea, hacerles la vida más fácil dentro de tus posibilidades.

PERO NO LO OLVIDES, SIEMPRE DENTRO DE TUS LIMITES. SI permites que los superen, el imbécil serás tú, no a quien hayas permitido que los superes.

Todas las personas nos enseñan algo

Photo by Paweu0142 L. on Pexels.com

Hasta de las personas que me han dejado un mal recuerdo o una mala experiencia, he aprendido algo.

Que costumbre tenemos que olvidar de forma radical a todas aquellas personas que nos han hecho daño. No queremos saber nada de ellos, no queremos rememorarlas ni tampoco saber que les pasa.

Pensamos que reprochando la situación, el problema que surgió o las expectativas nos cumplidas, ya estará todo resuelto.

Y estamos muy confundidos.

Yo creo que las personas que nos han dejado un «mal sabor de boca» son las que más nos enseñan en al vida.

Si, también las que nos los deja bueno. Las que nos han hecho pasar buenos momentos, las que nos han hecho olvidarnos de los malos momentos y demostrarnos de lo que somos capaces, de nuestras emociones.

¡Guay!. ¿Pero es que solo aprendemos de los buenos momentos, de las buenas experiencias?

Lo siento, pero no es así, aunque sea lo que queramos.

Con el paso del tiempo he aprendido muchas más cosas de mi a través de los «malos sabores de boca» que de los buenos.

Primero que:

..- No existen «malos sabor de boca», sino más bien expectativas no alcanzadas, demasiada confianza de primeras a personas desconocidas o poca razón donde hubo demasiada pasión.

.- Que las personas van y vienen. Que algunas se quedarán mas tiempo que otras. Pero que todas ten enseñan cosas de ti que hasta la echa no querías darte cuenta o no sabías.

.- Que cuando aprendes lo que te ha enseñado esa persona, la ves como una experiencia vivida que incluyes en tu vida, no le echas los problemas surgidos solo a esa persona. Tú también has tenido parte de culpa en algún momento y te haces responsable de tu parte.

.- Todo «mal sabor de boca» si aprendes de lo vivido, la acabas recordando hasta con cariño, dando gracias por todo lo aprendido que te ha servido para avanzar en la vida.

.- Te enfrenta a nuevos retos en tu vida, que seguro hasta la fecha no te habias enfrentado. Nos da miedo, no sabemos si lo sabremos superar. Por eso echas la culpa a la otra persona, cuando en realidad tendrías que darle gracias, ya que te está haciendo más «fuerte» con el paso de los tiempos.

Todas personas que han pasado por nuestra vida y están en nuestra vida, lo han hecho o hacen para que aprendamos algo. Pero siempre aprendemos más, con el paso del tiempo de las que nos dejan «un mal sabor de boca» que las del bueno, pero tú decides.

¿Gana siempre quién tiene mejores cartas?

Photo by Yanina on Pexels.com

¡Qué confundidos estamos!

Nos pegamos la vida calificándola de pésima o de éxito en función de las cartas que tenemos a nuestra disposición. Y la verdad que estamos muy equivocados.

Pensaba que con las cartas que tenía, una formación increíble, un expediente inigualable y un trabajo bueno, ya mi vida sería de éxito y felicidad.

Pero llego una crisis, una finalización de contrato y las cartas con la que contaba desaparecieron.

No sé que pensaba. Pensaba que ya no sabría que hacer con mi vida, que tenía unas cartas con las que no quería jugar. No era las cartas por las que había luchado. Me las habían cambiado y no estaba de acuerdo con el reparto.

Nos pasamos la vida quejándonos. Nos han cambiado las cartas por diversos motivos y no son las que creemos que nos merecemos, por las que hemos luchado…

¿Y por qué tenemos miedo?

Porqué no son cartas esperadas.

Son cartas que nos dan por un despido, por una partida inesperadas, por un adiós impensable. Y como ya nos habíamos acostumbrado a las cartas que teníamos, ya sabíamos el futuro que nos esperaba…¿Y ahora? No sabemos qué pasará, no vislumbramos ese futuro que tan seguro teníamos en ese momento y eso nos da mucho miedo.

Mientras unos les da miedo, solo hacen más que quejarse, otros se preguntan: ¿Y ahora qué?

Siempre me han hecho creer que el futuro era para quienes sacaban las mejores notas en el colegio. Y sin darme cuenta eso es lo que buscaba, ser el mejor para tener un mejor futuro. Y aunque me ayudó en muchos aspectos de mi vida, una crisis, me quito de un soplo todas esas cartas que había recogido y que me habían dicho que eran imprescindibles para ser un «buen» ciudadano y hombre de provecho.

No se trata de quien tiene las mejores cartas, sino lo que hace con las cartas que tiene en ese momento.

De un día para otro, tenía unas cartas que no sabía qué hacer con ellas. No eran las que yo quería pero con las que tenía, había que hacer algo.

Mientras nos quejamos por lo desgraciados que somos, hay otras personas que ponen en marcha su creatividad y empiezan a jugar con las cartas que en ese momento la vida les ha dado. Pasará el tiempo y unos seguirán quejándose, mientras otros, algo más que los que se quejaban, habrán avanzado en la vida.

No sé que jugada llevo con las cartas que tengo ahora, pero si sé que me siento un ganador.

Un ganador porqué aunque no quería esas cartas, he sacado de ellas una jugada con la que me siento a gusto, feliz, me siento realizado y jamás sin preguntarme: ¿Qué hubiera pasado si lo hubiera intentado? .

No soy ejemplo de nada, ni preténdelo serlo. Pero creía que siempre ganaba el que mejor notas tenía, el más guapo, el más rapido. Algo que empecé a darme cuenta en la carrera por obstáculos que realice. No era el mas cachas, más bien asomaba por mi algún kilo de más para esos momentos, pero mientras corría iba dejando a gente más preparada que yo detrás. Mientras saltaba , otra gente se caía… Y mientras unos se retiraron, yo acabé la carrera.

Esto me hizo pensar una y otra vez, no se trata de quien tiene las mejores cartas, sino quien sabe usar mejor las cartas que tiene. Y no hablo de manipular con ellas, de echarse faroles como he ido conociendo a mucha gente que hacían creer que tenían unas cartas cuando realmente eran peores las que tenían.

Gana quien les sabe sacar el mayor rendimiento a las que tiene en ese momento. Y para ello siempre:

.- Acepta lo que te ha tocado y juega con ellas.

.- Usa tu imaginación.

.- No dejes de experimentar con ellas.

.- Siéntete orgulloso de ti por todo lo que haces e irte a la cama con la conciencia tranquila, ya que sabes que solo tienes el presente.

.- No dejes de crear con las cartas que tienes. Cuánto más creas, más oportunidades estás generando.

No sé a dónde me llevaran estas cartas, pero me siento más ganador que con las que tenía anteriormente.

¿Y tú qué haces con las cartas que tienes ahora?

Un billete de Lotería siempre con los mismos números, eso es ser uno mismo.

Photo by Wendy Wei on Pexels.com

Un billete de Lotería con los mismos números, eso es la vida cuando encuentras lo que te apasiona.

Eso pensaba cuando echaba la lotería de mi madre. Siempre ha jugado con los mismos números, los días de nuestros cumpleaños y en la otra casilla los ha ido cambiando en función de los años que teníamos.

Desde que tengo uso de razón, siempre ha jugado así. Y aunque muchos pensareis que es una obsesión y no te estás abriendo a nuevas posibilidades, es la mayor muestra de pasión por lo que siente uno.

Vivimos en una sociedad de modas. Y si echamos la vista atrás, ¿Cuántas modas hemos seguido? Y lo peor de todo, creíamos que éramos diferentes aun 4000 personas hacían lo mismo que nosotros.

Hemos sido groupie de un grupo de música, nos hemos comprado siempre ropa de la misma marca, hemos estado hasta el amanecer en el local de «moda» y hemos ido a las conferencias del «gurú» de turno. Si echas la vista atrás, seguro que recuerdas alguna moda que has seguido con un afán y pasión que te hará sonreír.

¿Y por qué sonreirás? Porqué pensarás que tonto eras, que crio, que mentalidad tenías…para seguir una moda como aquella. ¿Y ahora qué sigues? ¿La mediocridad? ¿Lo mismo que los demás? ¿Tienes los mismos prejuicios que todos? Si también estás siguiendo una moda, la de la mediocridad, la de la igualdad, la de ser uno más…

¿Qué es la vida?

Apostar contra ella con los mismos números en todo sorteo.

¿Qué quiere decir?

Que esos números son tus pasiones, son tu creatividad, son tus talentos conocidos y desconocidos, son tus ganas de mejorar, de aprender, de ir más allá… En definitiva, es apostar contra la mayoría a que lo diferente triunfará.

Unos dirán que es apostar con la transgresión, con lo radical, ser un payaso en un mundo de normas o en resumidas cuentas, ser un loco que no quiere ver que hay que hacer lo que hay que hacer.

Y claro que sabe lo que hay que hacer, VIVIR LA VIDA SIENDO UNO MISMO.

Seguro que pensaréis que muchas veces no se gana en un mundo de presiones, prejuicios, miedos y vergüenzas siendo uno mismo…pero yo creo que el que apuesta siempre por los números en los que cree desde un principio ya ha ganado.

Quizá no ha ganado en un principio con una marca personal diferente.

Quizá le cueste que la gente lo entienda con las ideas diferentes que tiene respecto a los demás.

Quizá la presión de los demás le haga dudar y le cueste un poco más….

Pero si realmente cree en los números con los que quiere apostar, desde un principio conseguirá triunfar.

¿Por qué?

.- Serás tú mismo y no necesitarás ninguna mascara más para poder avanzar. Bueno, con mascarás no avanzas, aunque lo creas.

.- Dormirás mejor, porque todo lo que has hecho durante el día es lo que tú sabías que tenías hacer.

.- No te meterás en peleas y conversaciones que sabes que saldrías perdiendo.

.- Desarrollaras tu creatividad y tu curiosidad, porqué siempre querrás hacer más grandes tus ideas.

.- Sabrás que el éxito ya es ser uno mismo. No compras seguidores en Instagram o no dudas de lo que digan los demás aunque te haga daño. Sabes que el éxito es irte a dormir haciendo y sabiendo quién eres y que has hecho lo que tenías que haces.

Son algunos de los casos que determinarán que estás triunfando.

Quizá no salgas en los telediarios ( para lo que hay que ver, casi que mejor ), o en el Marca o te llamen para el evento internacional que siempre has querido asistir, pero lucharás cada día por ser mejor y quizá no consigas esas metas porqué a lo mejor consigas otras mejores y que te hagan más felices que esas que anhelabas.

¿Y todo por qué? Por qué no has dejado de luchar por ti, de intentar ser mejor persona, mejor profesional, siempre apostando por los números con los que querías apostar en la vida.

Y no estoy diciendo que apostar por unos mismos números digas que no hay que ser flexibles. Claro que lo son, mucho más flexibles de lo que nos podemos imaginar. Pero no quiere decir flexible que cambies los números, sino que saben la realidad, que un NO es una muestra que hay que hacer las cosas de otra manera, que hay que estudiar más, que hay que tener paciencia y que siempre hay que hacer las cosas de mejor manera que la última vez… ¿Y eso no es flexibilidad?

Al igual que todos tenemos unos números para jugar la Lotería de Navidad, tengamos todos nuestros propios números para jugar el juego de la vida. Esas son las personas que siempre triunfan, los que apuestan y creen en lo que hacen.

¿Y tú qué números llevas para jugar?

La verdad es que nada es tan importante…

Photo by Tima Miroshnichenko on Pexels.com

La verdad que tener trabajo no es importante.

La verdad que tener pareja no es importante.

La verdad que hacer lo que quieren los demás no es importante.

La verdad que ser uno más no es importante.

La verdad que seguir los patrones no es importante…

Recientemente oía la nueva canción de Viva Suecia «El bien» que repetía una y otra en su letra esta frase: «La verdad es que nada es tan importante«.

Nos pegamos la vida llorando porqué el rollo del sábado ya no nos hace caso… por qué no tenemos el número de seguidores es redes sociales que nos haría ser considerados como «expertos», por qué no somos como los demás que son «cool» y nosotros uno «más»… porqué los amigos han quedado entre ellos y no han contado con nosotros…

Nos pegamos llorando mucho tiempo de nuestra vida dando valor a cosas que no son importantes.

Son importantes en ese momento…pero piensa ¿Cuál es el motivo por el cuál crees que es importante?

Muchos dirán que duele porqué creemos que importa. ¿Pero qué es lo que realmente te importa? Te importa a ti, no lo que dicen los demás que te debe importar.

Muchos dirán que son por los valores que tienen… Perfecto.. SI ese amigo te ha defraudado.. no tienes que darte mal por ello, otro nuevo y adiós muy buenas. No es ser frio, es apostar por tus valores esos dices que te importan. Y si te importan y quieres a esa persona, hablas con ella e intentas solucionar el tema si se puede solucionar. Sino es así… Mañana hará un año y que cada uno siga su camino.

Muchos dirán que no saben por qué les importa lo que ha ocurrido… En realidad lo que quieren decir, «nunca he investigado en mi realmente lo que quiero, lo que siento o cómo soy… Y ahora que ha pasado esto, me he dado cuenta lo que realmente es importante para mí y lo que no…»:

Si echamos la vista atrás seguro que nacerá una sonrisa en nuestros labios. ¿Por qué? Porqué nos daremos cuenta que hemos cambiado, que le dábamos importancia a cosas que a día de hoy pensaríamos que estamos locos o son cosas de críos..

Desde luego que todos tenemos nuestro camino a la hora de avanzar, desarrollarnos, avanzar… Y no todos están iluminados como lo dicen por redes sociales ni todos somos unos niños cuando dicen que somos inmaduros. Cada uno a su ritmo.

Pero a día de hoy, ¿Por qué seguimos dándole importancia a cosas que realmente, si pasaremos un poco, nos daríamos cuenta que no la tienen?

Porqué seguimos sin querer saber lo que realmente nos importa.

Preferimos que los demás nos digan lo que nos tiene que importar y lo que no…

Preferimos pensar que si no vamos a ese evento o concierto de «moda» no seremos considerados como parte del grupo y que nos desterrarán.

Preferimos pensar que tenemos que hacerle «favores» a esas personas que queremos nos introduzca en su «agenda,» y por ello hacemos lo que haga falta y más…

Preferimos tener pareja aunque le pongamos los cuernos que no estar solos y en paz con nosotros mismos..

Por no querer saber lo que queremos ( mejor dicho, por miedo a expresar lo que queremos no vayan a pensar que somos raros, diferentes o seamos expulsados del rebano ), hacemos lo que sea y más por ser aceptados por los demás.

Es decir, por no escucharnos acabamos haciendo cosas y teniendo pataletas que ni los niños pequeños tienen.

¿Qué está sucediendo?

Que seguimos siendo niños que vamos detrás de una «piruleta» en forma de modas, miedos y tendencias que sino las alcanzamos nos ponemos a llorar.

Tampoco te estoy diciendo que seas un ser humano frio, que no tenga emociones y un ego desconmensurable diciendo que has madurado de la noche al día y pasas de todo lo anterior, relájate.

Te estoy diciendo que muchos de los problemas que tenemos es por darle más importancia a lo que realmente no la tiene.

Vamos de «chulitos» diciendo que no nos importa lo que digan los demás de nosotros, hablamos de la libertad, de la originalidad… y luego cuando llegamos a casa acabamos llorando por lo que nos han dicho o creemos que nos han dicho.

¿En qué quedamos; nos importa lo que dicen los demás o no?

Por desgracia nos damos cuenta de muchas cosas no son tan importantes en momentos críticos de nuestra vida, cuando se ha marchado un familiar, estamos pasando una enfermedad o cualquier momento crítico, el cual no sabemos qué pasará con nosotros después de él… nos damos cuenta que hemos perdido mucho tiempo en absolutamente mierdas.

Mierdas que te daban de comer, que te hacían pasar buenos ratos y que te hacían aparentar algo, que en el fondo, sabías que ni querías ni sentías, que no eran importantes para ti.

¿Qué ocurre cuando damos un giro a nuestra vida ocupándonos de lo que realmente es importante para nosotros?

Somos más felices, vivimos con menos equipaje, pocos amigos pero siempre rodeado de los mejores, nuestras relaciones mejoran y otras se van… Todo cambia a mejor.

Así que:

.- Piensa en tus últimos disgustos y preguntante ¿cuál ha sido el motivo de ellos?

.- ¿Realmente son temas importantes para ti que en 5 meses aún estarás pensando en ellos?

.- Si crees que lo son, ¿Por qué? Y no valen excusas porqué te han hecho daño o no te han hecho del grupo… Explícalo en función de valores reales, no de tendencias eventuales.

.- Y si tú vida se basa en relación a cosas que no te importan.. ¿Qué vas a hacer para cambiar el rumbo de la misma?

Nos pasamos la vida preocupándonos por cosas que no valen la pena.

¿Qué pasaría si invirtiéramos la vida en cosas que realmente si nos importan?

¡Prefiero una persona Real que no una con un perfil perfecto de Instagram!

Photo by Tiana on Pexels.com

A día de hoy queremos gente «perfil perfecto de Instagram»

Aquellas personas que hayan estado en lugares increíbles en vacaciones. Que cada cierto tiempo pongan fotos «picaronas» y muestren el cuerpo por el que soñamos devorar una noche de verano.

Aquellas personas que salgan todos los sábados por ahí y nos demuestren que se lo pasan bien, que se ríen y que tienen gente variada como grupos de amigos.

Aquellas personas que nos demuestren que saben de lo que hablan, aunque sean una frase «usada» de un libro que está de moda.

Aquellas personas que sean perfectas, aunque sepamos que tienen un par de filtros encima de ellos.

Queremos la perfección en todos los aspectos de nuestra vida.

Queremos una persona nos haga reír , inteligentes, que sepan lo que nosotros sepamos y que en definitiva, nos hagan una vida mejor.

Es decir, una vida Instagram.

Una vida en la que todo es bonito, ideal a pesar de que sepamos que todo lleva varios filtros por encima

Podría hablar de una vida Instagram, con toques de pensamiento Mr.Wonderful, con actitud de algún gurú de la actitud y toques que nos hagan saber que toda nuestra felicidad, éxito y abundancia empieza en el cerebro, que con solo eso te puedes echarte a dormir y esperar.

¿Y dónde queda el lado oscuro? Mejor que lo vea otra persona, nosotros queremos´, éxito, felicidad a raudales. Sin esfuerzo, sin lamentos y ni mucho menos con conversaciones incomodas.

No queremos «lo bueno, bonito y barato», a día de hoy queremos «Lo excelente, lo mejor y lo más caro». Pero eso si sin esfuerzo.

Con el paso del tiempo, todos nos hemos ido quitando den nuestra vida a gente, nuestra agenda ha ido disminuyendo. En definitiva, nos hemos quitado gente Instagram.

Gente que pensábamos que era de una manera y no era así como era en realidad.

Sus seguidores eran 3 reales, no 20.000 comprados.

Tenía más episodios de tristeza que fotos ponía en sus redes.

Y con un ego que tapaba «sus vergüenzas emocionales».

Nos pasamos la vida diciendo que somos seres de éxito, que todo el mundo quiere estar con nosotros, que nos rodeamos de lo mejor del «mundo mundial» y que siempre estamos sonriendo. Y si para eso hay que comprar «seguidores», hay que reírle las gracias a personas que no aguantamos para ponerlas a «parir» cuando se den la vuelta o utilizamos «cualquier cosa o persona» para ocultar lo que realmente sentimos……LO HACEMOS.

Pero si , leemos libros de desarrollo personal, vamos a retiros espirituales o ponemos fotos «zen» para que sepan los demás que estamos a la última.

Cada uno puede hacer lo que le dé la p… gana, desde luego. Faltaría más…. ¿Pero qué estamos haciendo? ¿Hablar de una cosa que luego ni por todo el oro del mundo se nos ocurriría hacer? ¿Ocultar nuestra realidad bajo filtros para sentirnos queridos y aceptados por los demás? Pero yo te pregunto….¿Te aceptas a ti mismo? Cuando «rascas» un poco debajo de los filtros de esas personas , rápidamente se derrumban cuando encuentran a alguien que ve más allá del «filtro New York» con el que lleva años instalado.

Cada día quiero más gente con «heridas» en su vida.

Que acepta que no es perfecto. ..

Que llora por los esfuerzos que está realizando…

Que se lamenta por lo que está viviendo pero que sabe que le hará más fuerte..

Que tiene pensamiento crítico y no cree en todo lo que ve hasta que no investiga realmente si lo que ves es verdad…

Que tiene un sueño y lucha por él a pesar de lo que le digan los demás, a pesar de las cosas y seguridad que haya dejado atrás…

Que no tienen miedo a mostrar sus sentimientos y «vergüenzas» no vaya a ser que alguien se aproveche de ellos…

Que aceptan «conversaciones incomodas» porqué saben que hacen más fuertes las relaciones entre personas y no evitándolas.

Son las personas Real y no las personas Instagram.

Cada uno que haga lo que quiera, pero ¿Qué ocurriría si fuéramos por la vida sin filtros y mostrando nuestra realidad?

La Cultura del Sufrimiento

Photo by Andrew Neel on Pexels.com

Si no sufrimos no somos personas que se merecen el éxito y mucho menos la felicidad.

Durante muchos años hemos sido educados en la cultura del sufrimiento.

Si no sufrías para aprobar, eras un vago.

Si no sufrías por amor, eras un bicho raro.

SI no sufrías hasta encontrar un trabajo, tenías mucho suerte o muchos enchufes.

SI no sufrías por ser reconocido como un experto o influencer, es que no eras nadie.

Si no sufría tu empresa un fracaso, es que algo raro había que no querías decir.

Si no sufres por amor, es que escondes algo.

Sino sufrimos en esta sociedad, somos unos bichos raros.

Y lo pensé durante mucho tiempo.

Tenía que sufrir para aprobar, aunque se me diera bien la asignatura y con 5 minutos de repaso ya me valía.

Tenía que sufrir por trabajo, aguantando un jefe que no se aguantaba ni él mismo.

Tenía que sufrir haciendo algo que sabía que no me gustaba y todo porqué sino lo hacía, luchaba por lo que realmente sentía, era un «raro» o me pasaba algo mental.

¿Realmente tenemos que sufrir para ser nosotros mismos? ¿Sino sufrimos nunca podremos llegar a ser felices o a sentirnos en paz?

Fue un momento en el que me di cuenta que:

.- Era hora de no callarse lo que sentía o lo que quería hacer

.- En el que la curiosidad se había vuelto a adueñar de mi e investigar aquello que me motivaba.

.- En el que iba dónde quería no donde sufría.

.- Había que apostar por lo que te motivaba y no por lo que te frustraba.

.- Había que dejar atrás a personas que en vez de alentarte y motivarte, te arrastraban

¿A dónde me llevó todas estas situaciones?

.- A no sufrir por lo que querías hacer y no podías sino a luchar.

.- A no decir adios a personas que habían estado en tu vida, sino a darles las gracias por todo lo aprendido y darle la bienvenida a otras personas que te alientan y no frustran.

.- A tomar los lunes como un día más de tu vida y no un día menos para llegar al fin de semana.

.- A crear y no sentir que estaba trabajando. A sentir que estaba disfrutando superandome cada día en lo que me apasionaba.

¿Y ya no sufres? Seguro que estará pensando alguien algo parecido.

No quiere decir que ya no sufras, que ya todo sea una felicidad intensa y constante ( algo que no existe ), todo alegría y amor.

Lo que pasa que pasa de sufrimiento, dolor, angustia a un sentir de la incertidumbre que te provoca ir un paso más allá y no te limita, como pasaba antes.

Ese es el cambio que observaremos :

El sufrimiento no te limitará, sino que te provocará a superarlo y aprender de él.

Te levantas y al encender la televisión, solo ves desgracias y sufrimiento.

Sino es por el paro, por el gas, por una cosa u otra, TODO ES SUFRIMIENTO.

Y si nosotros no sufrimos, ¿Somos malos seres humanos?

No.

Como bien decía Viktor Frankl: «Entre el estímulo y la respuesta hay un espacio. EN ese espacio tenemos el poder de elegir nuestra respuesta. En nuestra respuesta se encuentra nuestro crecimiento y nuestra libertad».

Ten el valor de decidir si quieres sufrir o quiere vivir.

Ten el valor de luchar por lo que quieres y no sufrir por lo que no sientes.

¡¡Una cosa es ser optimista, otra inconsciente!!

Photo by George Shervashidze on Pexels.com

«Yo no me enfado. Nunca me he enfadado. Siempre quiero que todo el mundo a mi alrededor esté bien, feliz y en armonía».

Esta frase la acaba de comentar un participante de un programa de citas que todos conocemos.

Una frase que me ha hecho querer escribir al instante:

No es lo mismo ser optimista que un inconsciente.

Esta situación amorosa que ha acabado como el rosario de la aurora me recordaba a un capítulo de los Simpson en el que un directivo positivo, optimista y alegre acude a ayudar a Homer en sus habilidades como jefe de la central. Al igual que la cita amorosa, todo quedo arrasado.

Creo que el optimismo extremo que la industria de la felicidad está creando además de personas frustradas cuando viene un problema, a verdaderos inconscientes.

Inconscientes que piensan que la felicidad es una situación constante en la que se puede vivir el resto de los días.

Inconscientes de que todo el mundo tiene un lado bueno…. Y muchas más cosas, que lo único que provocan que cuando venga una situación que no sepan digerir, les afecte mucho más que a otras personas.

Ese inconsciente no quiere ver la realidad. Ni tampoco estoy diciendo que hay que ser siempre negativos, sino coherentes.

Yo a esas personas, las llamo «Un mundo ideal». Todo es bonito, todo es precioso, todo es genial.

Y desde luego hay que ser optimistas, pensar que uno puede conseguir salir de la situación en la que se encuentra, que puede perder kilos que has ganado por tu inacción….

Se puede ser y se debe ser optimista en la vida. Pero no un inconsciente.

Un inconsciente que en el fondo no sabe gestionar sus emociones.

Siempre cree que la vida es alegría, felicidad,… en la que no hay gritos, no hay caídas y en la que es imposible uno enfadarse consigo mismo y con los demás.

Con motivo del libro «Mentes Creativas. Cómo pasar de lo ordinario a lo extraordinario«, hubo una frase de Daniel Lacalle que me impactó como consejo a sus hijos: «Siempre les digo que se preparen para lo peor».

No considero que ese consejo les haga ver que todo es negativo, que hay que ver el lado negativo de las cosas, sino lo que les está diciendo es que siempre sean mejores, que no se conformen a pesar de que las cosas se consideren que «van bien» porqué todo puede ir a mejor aún. Pero todo sobre todo ser coherentes y no creer que todo es «ideal», sino que también la vida tiene sus momentos negativos y difíciles.

Creo que estamos creando con esta industria de la felicidad no a optimistas, sino a inconscientes que no quieren ver la realidad. Y cuando les toca gestionarla, no saben.

Desde luego que optimismo se viven mejor, hay fe, coraje y consistencia.

Con inconscientes, mejor no saber a dónde nos pueden llevar.

¿Los secretos nos dan seguridad?

Photo by Andrea Piacquadio on Pexels.com

Desde pequeños hemos tenido una relación con los secretos.

Nos guardábamos para nosotros que habíamos sido nosotros quien había roto los platos y no el gato como habíamos expuesto.

¿Y quién no decía que no habíamos hecho los deberes y que la culpa la tenía el perro del vecino?

Nos decían que mentir era lo peor que podíamos hacer. Que mentir significaba perder la confianza de las personas que nos querían si descubrían que estábamos ocultando algo.

Unos hacían caso y decían todo, vomitaban la verdad porque como buen ser humano, queríamos siempre el reconocimiento de nuestros padres, de nuestros mayores. Otros seguían callados y mantenían su secreto, como lo que debía ser, en secreto.

Pero de mayores seguimos ocultando muchas otras cosas:

.- Una orientación sexual

.- Que hemos dejado nosotros el trabajo y que no nos han echado.

.- Que no aguantamos a la pareja de nuestra hermana o hermano pero pones buena cara porqué es de familia.

.- Que llegaste más tarde de la hora que prometiste llegar…

.- Que tienes un amante que disfrutas mucho más que con tu pareja…

Aún a día de hoy, sigo conociendo gente que se sorprende al darse cuenta de los secretos que mantenía la gente. Y que seguirá manteniendo.

Utilizamos los secretos como nuestros «peluches para dormir«. Con ellos nos sentimos seguros, estamos tranquilos, nos sentimos nosotros mismos.

Y que nadie los descubra, que nadie sepa que no somos felices y si haciendo otra cosa totalmente diferente a lo que los demás esperan de nosotros. Que no sepan que nuestra pasión es otra y no hacer lo mismo que los demás. Que no sepan que tenemos secretos porqué perderemos la confianza de ellos.

¿Y qué c**** te importa lo sepan los demás si luego no te respetas a ti mismo?

Nos pasamos la vida preguntándonos quienes somos, qué queremos en la vida, cómo pensamos… Leemos libros para descubrirnos, vamos a psicólogos a los que les contamos nuestros secretos pero no tenemos los huevos de gritar a los 4 vientos, que somos como somos, que somos felices haciendo lo que hacemos y que no aguantamos a nuestra cuñada.

No me cansaré de repetirlo, la moda es hablar de autenticidad, de originalidad, de querer a tu lado personas transparentes que te dicen lo que nadie se atreve a decir… pero luego somos los primeros que nos guardamos secretos, por qué no queremos que piensen que somos tal o cual… Pero eso sí, ante todo satisfacer nuestras exigencias.

Los secretos son nuestras islas dentro un océano llamado sociedad en el que sentimos que hay que vivir con las caretas que nos han impuesto. Por eso esos secretos son donde nos sentimos nosotros mismos, donde la coherencia hace acto de presencia y donde nuestra conciencia puede descansar un rato de estar mintiendo todo el día.

Muchas veces hablando con personas sale la conversación que no entienden que no sean felices. La conversación prosigue y sin querer ellos mismos empiezan a sacar a la luz secretos, que en el fondo lastran su felicidad.

El título del artículo preguntaba que si los secretos nos dan seguridad y te diré SI y NO.

Si porqué nos sentimos nosotros mismos en ellos.

Pero NO porqué son un lastre para nuestra autenticidad, coherencia y en definitiva, felicidad.

Podemos decir que somos la suma de nuestras acciones y no acciones, de lo que decimos y de lo que no, pero también somos la suma de los secretos que tenemos y que no expresamos.

Los secretos son un caparazón contra la vulnerabilidad. Esa sensación de sentirnos desnudos ante los demás porqué nos pasa tal o cual cosa.

Los secretos los tomamos como nuestro refugio ante la vergüenza que sería que supieran como somos, que queremos de verdad en la vida. en una sociedad que nos desterraría para luego reírse de nosotros mientras marchamos del rebaño.

¿Qué hacer con ellos?

Lo que quieras pero siempre acaban arrastrándote en tu día a día, en las relaciones con los demás y en definitiva, con tu felicidad.

Tú decides.

El trabajo que mucha gente detesta.

Photo by Valeria Boltneva on Pexels.com

¿Cuál es el peor trabajo que has podido realizar? y ¿El que nunca aceptarías?

Son dos de las preguntas que últimamente he hecho a la gente. Quería saber que consideraban ellos como «un trabajo repugnante», o cuáles eran los límites que tenían a la hora de trabajar.

Muchos decían que vendedor, otros trabajar en una funeraria, en una cadena de comida rápida…Pero recibí un mensaje que me ha hecho pensar. ¿Qué me contestó?

El peor trabajo que uno puede realizar es ser uno mismo.

Al principio no estaba de acuerdo con él. Pero lo hacía desde todo el proceso que había vivido y sigo viviendo durante todo este tiempo ( Porqué nunca acabarás de conocerte y descubrirte al 100%). Pero luego me di cuenta, que ser uno mismo , no es un trabajo muy gratificante.

No es gratificante que la gente te vea como un «bicho raro» cuando dices lo que sientes. Aunque ellos se peleen para ver quién ha leído más libros de desarrollo personal que nunca llegarán a a poner en marcha.

No es gratificante ver como luchas por tu autenticidad y luego ves como gente «mentirosa», que urde sus planes desde la manipulación, consigue resultados mucho antes que tú, que luchas porqué vean algo diferente.

No es gratificante ver como te esfuerzas y solo recibes incomprensión, rechazo y dudas. Y todo porqué la gente no quiere entender que estás luchando por encontrarte y/o que por fin has encontrado algo por lo que levantarte de la cama todos los días, aunque sea festivo.

NO es el trabajo más gratificante, ya que los resultados no los ves dentro de las 8 horas de trabajo, ni tampoco dentro del próximo quinquenio que te da la oportunidad de acceder a beneficios en la empresa. Quizás verás los resultados mucho tiempo después y la paciencia tiene un limite. Pero tiene un limite para quién no cree en lo que está haciendo, quién piensa que es un placebo para alcanzar el éxito de forma rápida.

No es gratificante ser uno mismo en un mundo de presiones, en los que los sueños tienes que dejarlos para cuando te jubiles, (si lo consigues) y en el que tienes que cumplir unos cánones si realmente quieres ser aceptado.

No es gratificante tener un concepto de felicidad totalmente distinto al de los demás. No crees que la felicidad es comprar seguidores en Instagram, mentir sobre la vida que llevas o las relaciones que tienes o mentir a las pocas personas que todavía te hablan.

Lo pensaba y estaba con él, no es gratificante el trabajo de ser uno mismo en este mundo.

Pero siento decirle, que también es el trabajo que más satisfacciones te dará nunca.

¿Y tú que trabajo crees que es el menos gratificante del mundo: ser uno mismo?