Menos palabras y más hechos.

Photo by SHVETS production on Pexels.com

¡Cada día creo menos en las palabras y más en los hechos!

Cada día me cuesta más confiar en los demás. Antes era un ingenuo, creía en todo el mundo. Y así me pasaron cosas que me sorprendieron. Ahora solo confío ciegamente en 3 personas. ¿Y por qué este cambio?

Vivimos en un mundo saturado de palabras. Las encontramos en todas partes: en los medios de comunicación, en las redes sociales, en las conversaciones cotidianas. Las palabras son poderosas; tienen el poder de informar, persuadir, inspirar y consolar. Sin embargo, a medida que avanzamos en este mundo lleno de discursos vacíos, de mascaras, de amistades fingidas e interesadas y promesas incumplidas, es natural que nos cuestionemos la veracidad detrás de las palabras y pongamos más énfasis en los hechos.

La confianza es un pilar fundamental en nuestras interacciones humanas. Sin confianza, seguramente hubiéramos sido devorados por los dinosaurios. Confiar en las palabras de los demás es una forma de establecer vínculos y construir relaciones que con el tiempo, pueden llegar a ser significativas. Osea no te creas que ya es amigo o amiga alguien que te llama crack, o el gran… cuando de por medio puede haber intereses económicos o de algún tipo. Sin embargo, el abuso de las palabras y la manipulación han erosionado la confianza que depositamos en ellas. Cada día desconfiamos más de todo el mundo, no creemos a nadie aun pasado el tiempo y nos haya ido demostrando todo lo que decía. Han sido las «lecciones emocionales» las que nos están haciendo desconfiar de todo el mundo. Y luego están los que dicen que confían en el ser humano ciegamente y les llamamos «Happy Flower» y pensamos que son unos ingenuos. Pero más que nunca, nos encontramos rodeados de líderes políticos que pronuncian discursos grandilocuentes, que tras una derrota estrepitosa en las elecciones no reconocen sus errores pero si que la culpa la tienen los demás. Y lo peor de todo, que carecen de acciones tangibles para respaldar sus palabras. Empresas que prometen un cambio positivo, con un storytelling que nunca visto, pero que continúan operando de manera irresponsable, mintiendo a sus clientes y también a ellos mismos. Incluso en nuestras relaciones personales, nos hemos vuelto más escépticos y cautelosos, intentando aprender a leer entre líneas y buscar evidencia real de compromiso y sinceridad. Y aún así siempre ganará la opción que nos están mintiendo que realmente nos están diciendo la verdad no solo con las palabras, sino también con sus hechos.

Es en este contexto que los hechos cobran mayor relevancia. Los hechos son tangibles, objetivos y difíciles de negar. La gente ya no es gilipollas. Lo será una vez, quizá dos pero cuando se den cuenta que la has intentado engañar por tercera vez, el juego se te habrá acabado. La gente quiere hechos, quiere ver que lo que dices es verdad. No quiere esperar, ya no hay paciencia, quiere hechos. Mientras que las palabras pueden ser manipuladas ( y más con la inteligencia artificial en determinados ámbitos), tergiversadas (donde dije Diego, dije Antonio) o utilizadas como herramientas de engaño, los hechos son la evidencia irrefutable de lo que realmente ha ocurrido. Los hechos no necesitan explicación ni justificación, simplemente son. Y ante eso, solo hay una opción: ACEPTACIÓN. Es a través de los hechos que se construye la confianza genuina, sin «trampa ni cartón», ya que nos demuestran que las palabras no son solo meras promesas vacías.

La gente ya está cansada, en todos los ámbitos de la vida de la mentira, quiere verdad y gente de verdad. Gracias a las caídas, han ido aprendiendo y a día de hoy, mucha de ella, se encuentra empoderada y si ve una persona que no hace lo que dice, muy rara vez, le da una segunda oportunidad. Siempre hay excepciones, desde luego, pero Shrek 3 no es mucho mejor que la 1.

La desilusión ante las palabras vacías nos ha llevado a ser más exigentes y críticos. Nos hemos vuelto más inclinados a juzgar a las personas y organizaciones por sus acciones y logros, en lugar de dejarnos llevar únicamente por sus palabras. Antes nos dejábamos llevar por el físico, ahora ya nos preguntamos: «¿Qué habrá detrás de esa carta bonita?». Queremos ver resultados tangibles, impactos positivos y coherencia entre lo que se dice y lo que se hace. Los hechos nos muestran quiénes son las personas y organizaciones en realidad, más allá de sus discursos y promesas. Pero para ello, tenemos que desarrollar nuestro pensamiento crítico. No hace falta que nos hayan mentido una , dos o cien veces….Hace falta solo tener el coraje de pensar por uno mismo sin dejarse llevar por modas, lo que digan los demás o las apariencias.

Sin embargo, esto no significa que debamos descartar completamente el poder de las palabras. Las palabras bien utilizadas pueden ser una herramienta poderosa para inspirar, motivar y generar cambios positivos. ¿Quién no ha cambiado su actitud con un GRACIAS de un amigo o un TE QUIERO de un familiar? Pero es importante que las palabras estén respaldadas por acciones significativas y coherentes. Las palabras se las lleva el viento, son las acciones las que las atan al suelo. La autenticidad y la congruencia entre las palabras y los hechos son fundamentales para aumentar o reconstruir la confianza y fomentar una sociedad más honesta y transparente. Sé que soy un idealista pero también me pregunto: ¿El ser humano quiere honestidad y transparencia? ¿Está entrenado para la verdad? ¿O prefiere le mienten aún sabiéndolo ya que sus intereses siguen intactos?

En última instancia, cada uno de nosotros tiene la responsabilidad de discernir entre las palabras vacías y los hechos genuinos. Debemos ser críticos y escépticos ante las promesas exageradas y las declaraciones grandilocuentes. Salir corriendo de esos cursos que te dicen que te harán de oro nada más que lo hayas terminado o de esas personas que te dicen que son tus amigas y cuando les llevas la contraria, te mandan a la mierda… Por no hablar de todos los políticos o jefes que nada más entrar en la empresa te aseguran que en menos de 3 años, ya serás tú el jefe… CORREEEE…..Busquemos evidencias tangibles, resultados verificables y consistencia en las acciones de las personas y organizaciones. No se trata de olvidarnos para siempre del corazón y volvernos fríos, sino un equilibrio, razón y corazón. Y sobre todo, no ser un ingenuo las 24 horas del día, que como bien decían nuestros padres, nadie nada «duros a cuatro pesetas». Valorar los hechos por encima de las palabras nos permite tomar decisiones más informadas y establecer relaciones más sólidas. Te podrás equivocar o no, no es un método infalible pero lo que si te asegura, es que si te las dan con «queso» ya vas prevenido de antemano.

En un mundo donde las palabras pueden ser efímeras o creadas por un Inteligencia Artificial, creemos más en los hechos y nos ahorraremos muchos disgustos.

La coherencia es no romper el contrato que tienes firmado contigo mismo.

Photo by cottonbro studio on Pexels.com

La coherencia es no romper el contrato que tienes contigo mismo

La coherencia es una cualidad esencial en nuestras vidas. De la que tanto se habla y que poco se ve en ciertos momentos de la vida. Nos permite mantener la integridad personal, vivir acorde a nuestros valores y principios, y establecer relaciones sólidas y saludables con los demás. En pocas palabras, ser coherente implica no romper el contrato que tenemos con nosotros mismos cuando nos hemos comprometido ser nosotros mismos, pase lo que pase.

¿Qué significa esto? Imagina que tu vida es un contrato que estableces contigo mismo. En este contrato, te comprometes a actuar de acuerdo con tus creencias, metas y deseos más profundos. Es un compromiso personal que determina cómo quieres vivir y cómo quieres ser recordado.

Cuando rompemos el contrato que tenemos con nosotros mismos, perdemos la coherencia. Puede suceder de muchas formas: dejamos de seguir nuestros sueños, nos traicionamos a nosotros mismos, permitimos que otros influyan demasiado en nuestras decisiones o actuamos en contra de nuestros valores. Cada vez que nos desviamos del camino que trazamos, nuestra coherencia se ve afectada.

La falta de coherencia puede generar conflicto interno y emocional. Nos sentimos perdidos, desorientados y frustrados. Echamos la culpa a los demás, cuando hemos sido nosotros los culpables por romper el contrato que teníamos firmado con nosotros mismos. Nos alejamos de nuestro propósito de vida y nuestras acciones carecen de sentido. Romper el contrato que tenemos con nosotros mismos es como perder el rumbo en el mar: nos quedamos a la deriva, sin un destino claro.

La coherencia, por otro lado, nos brinda una sensación de paz y plenitud. Como digo yo, dormir como un angelito todas las noches. Nos permite vivir en armonía con nuestras convicciones y ser fieles a nosotros mismos. Nos ayuda a tomar decisiones coherentes con nuestros valores, incluso cuando las circunstancias sean difíciles. Además, fortalece nuestra confianza y autoestima, ya que nos muestra que somos personas íntegras y dignas de confianza.

Ser coherente no significa que nunca cometeremos errores o que no cambiaremos a lo largo del tiempo. Unos cuantos reconozco que he cometido yo. Todos somos seres humanos en constante evolución y aprendizaje. Así que perdónate, no te preocupes. La coherencia se trata de ser conscientes de nuestros cambios y crecimientos, y de asegurarnos de que nuestras acciones sigan alineadas con nuestra verdadera esencia.

Para cultivar la coherencia en nuestras vidas, es importante conocer nuestros valores y principios fundamentales. Recuerda, hablo de tus valores, no el de los demás. Reflexiona sobre lo que realmente te importa y define tus objetivos personales. Luego, toma decisiones y actúa de acuerdo con esas convicciones. No permitas que la presión social o las expectativas externas te desvíen de tu camino. La única moda que tienes que seguir, es la que dictan tus valores, no los valores de los demás.

Asimismo, es fundamental mantener una comunicación abierta y honesta contigo mismo. ¿No quieres que los demás sean honestos contigo? Pues empieza por ti mismo. Escucha tu voz interior y sé sincero contigo mismo acerca de tus necesidades y deseos. Aprende a establecer límites y a decir «no» cuando algo no está en línea con tu contrato personal. A medida que practiques la coherencia, te volverás más consciente de ti mismo y de tus acciones.

Recuerda que ser coherente no es un camino fácil. Y más en un mundo de modas, máscaras y presiones. Requiere valentía, autoconocimiento y perseverancia. Pero los beneficios son enormes. Vivir en coherencia te permitirá construir una vida auténtica y significativa, en la que te sientas realizado y en paz contigo mismo. Y SOBRE TODO ORGULLOSO DE NO ROMPER EL CONTRATO QUE HABÍAS FIRMADO CONTIGO MISMO.

¿Por qué de vez en cuando hay que desconfiar de uno mismo?

Photo by cottonbro studio on Pexels.com

Hace unos días, una persona me dio un consejo que ha hecho que escriba este artículo:

«David, de vez en cuando desconfía de ti mismo».

En nuestra cultura, a menudo se nos anima a tener confianza en nosotros mismos y en nuestras habilidades. Principalmente los gurús de turnos, nos invitan a que confiemos en nosotros como nadie ha confiado en nosotros, nos alientan a que nos gritemos y nos motivemos, que nos creamos que somos lo mejor de lo mejor, porqué así nos dicen que somos. Nos dicen que si queremos tener éxito en la vida, debemos creer en nosotros mismos y tener una actitud positiva. Que atraeremos lo que creemos que somos. Y si somos invencibles, solo atraeremos éxito y felicidad. Sin embargo, a pesar de estos mensajes populares, a veces es importante desconfiar de uno mismo.

En primer lugar, es importante recordar que todos somos humanos y, como tal, somos propensos a cometer errores. Si, por mucho que te diga el gurú de turno, que la gente de éxito no comete errores, te aseguro que esa persona que te lo está diciendo, comete tantos o más errores que tú hasta la fecha. Aunque podemos tener buenas intenciones y creer que estamos haciendo lo correcto, nuestras acciones pueden tener consecuencias no deseadas. La excesiva confianza en uno mismo, hace que no veamos muchas cosas que luego acaban cumpliéndose y nosotros lamentándonos por lo ocurrido. Al dudar de nosotros mismos y reflexionar sobre nuestras decisiones, podemos identificar posibles problemas antes de que se conviertan en errores costosos.

Además, a veces nuestra confianza en nosotros mismos puede ser excesiva y puede impedir nuestro crecimiento y desarrollo personal. Si siempre creemos que estamos en lo correcto, es menos probable que estemos abiertos a aprender de nuestros errores y a considerar nuevas perspectivas. La excesiva confianza en uno mismo y el peor de los egos lo separan una fina línea, así que estate atento. Al desconfiar de nosotros mismos de vez en cuando, podemos ser más humildes y estar más dispuestos a escuchar y aprender de los demás. La humildad no es la debilidad de los pobres, es la habilidad de los valientes.

Otro motivo por el que debemos desconfiar de nosotros mismos de vez en cuando es porque nuestras emociones pueden nublar nuestro juicio. ¿Cuántas veces nos hemos metido la leche pensando que esa chica estaba colada por nosotros o que ese puesto de trabajo era nuestro? Unas cuantas y todo porqué creíamos que así iba a pasar, teníamos la confianza ciega. Cuando nos encontramos en situaciones emocionalmente cargadas, es fácil dejarnos llevar por nuestros sentimientos y tomar decisiones impulsivas que pueden no ser las mejores a largo plazo. Respira, piensa y toma una decisión. Al tomarnos un momento para reflexionar y desconfiar de nuestras emociones en estas situaciones, podemos tomar decisiones más conscientes y racionales. Hay momentos en los que hay que ser más racionales que emocionales.

Por último, es importante recordar que el mundo está en constante cambio, y lo que funcionó en el pasado puede no ser efectivo en el presente o en el futuro. Si confiamos ciegamente en nuestras viejas formas de hacer las cosas, podemos perdernos nuevas oportunidades y soluciones que nos lleven más allá de lo esperado. Al estar dispuestos a desconfiar de nosotros mismos y a considerar nuevas formas de hacer las cosas, podemos adaptarnos mejor a los cambios y a seguir creciendo.

En conclusión, aunque la confianza en uno mismo es importante, también es importante desconfiar de uno mismo de vez en cuando. Al hacerlo:

.- podemos identificar posibles problemas antes de que se conviertan en errores costosos,

.- estar más abiertos a aprender de nuestros errores y de los demás,

.- tomar decisiones más conscientes y racionales en situaciones emocionales y estar dispuestos a considerar nuevas formas de hacer las cosas. En última instancia, al desconfiar de nosotros mismos de vez en cuando, podemos ser más resilientes y estar mejor preparados para enfrentar los desafíos que la vida nos presente.

Desconfía de vez en cuando de ti mismo, es un gran proceso creativo que hará caigan creencias absolutas y te muestre verdades que no querías ver.

Las madres: Las personas más creativas del mundo.

Photo by Pixabay on Pexels.com

Las madres son una de las primeras personas que conocemos en la vida, y a menudo son la primera persona creativa que experimentamos en el mundo. Desde que somos bebés, nuestras madres están constantemente buscando nuevas formas de estimular nuestros sentidos, desarrollar nuestra imaginación y fomentar nuestra creatividad.

La creatividad es la capacidad de generar nuevas ideas, soluciones y perspectivas, y nuestras madres son expertas en ello. Desde la elección de la ropa que vestimos hasta la decoración de nuestras habitaciones, las madres son responsables de crear un ambiente estimulante y creativo que nos permita desarrollarnos y crecer. Esas tartas temáticas de sobre las cosas que nos tienen locos, esos primeros libros que nos cuentan antes de ir a dormir y que nos hacen llevarnos a mundo insospechados hasta la fecha para nosotros. Ellas son las responsables que descubramos nuestra imaginación y fantasía para convertirla en creatividad el resto de nuestros días.

La creatividad es una habilidad invaluable en la vida, y nuestras madres son las primeras personas que nos enseñan a ser creativos. Al leer historias, jugar con nosotros, cocinar como si fuéramos los encargados de hacer un banquete para los Reyes Magos en Navidad y hacer manualidades juntos, nuestras madres nos enseñan a pensar fuera de lo común, a experimentar con nuevas ideas a imaginar, a desarrollar nuestra fantasía y a encontrar soluciones creativas a los problemas cómo creer que un simple palo es la arma perfecta que nos hará salir victoriosos contras las hormigas de nuestro jardín que vienen a atacarnos.

Además, nuestras madres son maestras en la improvisación. Cuando se trata de resolver problemas cotidianos, las madres tienen una capacidad innata para encontrar soluciones creativas utilizando los recursos que tienen a su disposición. «Calla, que con un poco de esto y con eso de allá, ya tienes el disfraz hecho…¿Cómo que no has merendado? Espera que te hago un bocadillo con lo que haya en el frigorífico» Desde reparar juguetes rotos hasta encontrar formas ingeniosas de ahorrar dinero para que el día de nuestro cumpleaños tengamos nuestro regalo soñado, nuestras madres son expertas en encontrar soluciones creativas y eficientes. Y todo porqué quieren lo mejor para nosotros.

También es importante destacar que nuestras madres nos enseñan la importancia de la creatividad en la vida. Nos muestran que la creatividad es una forma de expresión de nuestra autenticidad y originalidad, una forma de comunicarse con el mundo y una herramienta para superar los desafíos y las adversidades. Al fomentar nuestra creatividad, nuestras madres nos dan las herramientas necesarias para navegar por el mundo de incertidumbre y caos, con confianza y seguridad.

En conclusión, nuestras madres son la primera persona creativa que conocemos en el mundo porque están siempre presentes en nuestras vidas, fomentando nuestra imaginación, estimulando nuestros sentidos y enseñándonos a pensar por nosotros mismos a través de frases tipo: «¿Si se tiran tus amigos, tú también lo harás por el puente?. Es una muestra de pensamiento crítico que en algún momento de la vida, nos olvidamos. Quieren lo mejor para nosotros y sienten que no somos como los demás y para demostrarlo, tenemos que impulsar nuestra creatividad. Desde la elección de la ropa que vestimos hasta la decoración de nuestras habitaciones, nuestras madres son las maestras de la creatividad, y su influencia perdura en nuestras vidas mucho después de que hayamos crecido y dejado el nido.

¿El mejor regalo que podemos hacerle siempre a nuestras madres? Honrarlas todos los días mostrando y desarrollando la creatividad que ellas sabían que teníamos dentro de nosotros en aquél primer día que nos vieron.

Todos tenemos un trabajo: Crear.

Photo by Andrew Neel on Pexels.com

En la sociedad actual, se tiende a pensar que solo aquellos que tienen un trabajo remunerado están contribuyendo de manera significativa a la sociedad. ¿Los demás? Unos vagos.

Sin embargo, esto está muy lejos de ser cierto. Todos tenemos un trabajo importante y valioso que hacer, y ese trabajo es CREAR.

La creatividad es algo que TODOS tenemos en mayor o menor medida. Desde los niños que dibujan en sus libretas, hasta los adultos que cocinan nuevas recetas o escriben historias, todos tenemos la capacidad de crear algo único y valioso. ¡TODOS! La creación es una actividad que nos permite expresar nuestros sentimientos, lo que sentimos y no nos atrevemos a expresar con palabras, nuestras ideas y nuestras visiones del mundo, y eso es algo que no puede ser subestimado y ni mucho menos te tienes que sentir «avergonzado» por ello. Es la máxima expresión de quién eres y de ello siempre te tienes que sentir orgulloso.

Pero la creación no solo es importante para nosotros como individuos, también es importante para la sociedad en su conjunto. Los creadores son aquellos que llevan el mundo hacia adelante, que imaginan nuevas soluciones a los problemas, que crean obras de arte que nos hacen pensar y sentir, que crean de la nada una situación para sacar adelante a su amigo, que hacen una receta que no habían hecho nunca para sorprender a su pareja…La creatividad no se trata de arte o aparatos para cortar el metal, sino de muchas cosas más. Sin los creadores, estaríamos estancados en el pasado, incapaces de avanzar hacia un futuro mejor.

Además, la creación no tiene límites. No importa tu edad, tu género, tu origen social o tu nivel educativo, siempre puedes crear algo nuevo y valioso. Ahora mismo. No hay que esperar a que se enfade tu pareja para crear una sorpresa, crea la sorpresa ya y hoy no dormirás en el sofá. La creación es una actividad que nos iguala a todos, que nos permite conectarnos con nuestra humanidad compartida y descubrir nuevas formas de entender el mundo, de entender a los demás.

Crear puede ser una actividad solitaria o colaborativa, puede ser algo que hagamos por diversión o algo que nos dediquemos a tiempo completo. Pero lo importante es que todos tenemos algo que ofrecer, algo que podemos crear que hará una diferencia en el mundo.

Así que la próxima vez que te pregunten qué es lo que haces, no te sientas mal si no tienes un trabajo remunerado que puedas mencionar. Todos tenemos un trabajo importante que hacer, y ese trabajo es crear. Así que sigue adelante y crea algo nuevo, algo que solo tú puedes crear, algo que hará del mundo un lugar mejor.

«Tengo que..», la respuesta del miedo.

Photo by Pixabay on Pexels.com

La lista de los libros más vendidos copados por psicólogos y psiquiatras.

Linkedin lleno de publicaciones que nos hablan de la felicidad y del bienestar.

Organizaciones que buscan que en cada ciudad haya un congreso suyo de la felicidad.

Instagram lleno de publicaciones en las que a todo el mundo le va de «puta madre» y nadie está sufriendo ningún tipo de crisis. Pero luego vienen los lamentos y sorpresas.

En un mundo Happy, el que lidera el «cotarro» siempre es el miedo.

Hace unos días, una persona me repetía una y otra vez que tenía que estar (debía estar) en una organización en la que estar, a pesar de no recibir un duro, gastar horas sin límite, los «beneficios» se los llevaba la organización, no tú.

Le preguntaba una y otra vez ¿Por qué sientes que tienes que estar ahí si no vas a recibir ningún tipo de beneficio?

Solo sabía responderme: «Tengo que estar». Pero al volverle preguntar: «¿Debes estar?. Siempre me respondía lo mismo, «Tengo que estar».

Escuchando durante esta semana a la gente, he detectado que si respondemos «Tengo que…» es el comienzo de una excusa que si después del «tengo que..» pusiéramos la palabra miedo, lo entenderíamos todo mucho mejor.

Esta persona tenía miedo a no aparentar delante de los demás si no se apuntaba a esa organización. Aunque lo «puteasen» él tenía que estar, porqué sus redes tenían que saber que estaba ahí.

Y como dirían las madres, ¿Y si tu amigo se tira por la ventana, tú también lo harías?

Cada día estoy más convencido que muchos, aunque dijeran que no, que son mayores, maduros, acabarían haciéndolo, todo por aparentar algo ante los demás , aunque no haya ningún tipo de beneficio de ninguna clase.

El «Tengo que…» es la máxima expresión del miedo que sufrimos.

Miedo a no ser considerado alguien dentro de nuestra comunidad social o profesional.

Miedo a que piensen que no estamos en la «onda», que no leemos los libros que están de moda o acudimos a los eventos «cool» del momento.

Miedo a que piensen que no somos como ellos.

Y todo porqué pensamos que si no lo hacemos, seremos «desterrados» a la isla de los desconocidos, los mediocres y los que no están a la «última».

El «Tengo que..» es la máxima expresión que nos preocupa más lo que digan o hagan los demás, la consideración que tengan sobre nuestra persona, que lo que a nosotros nos importe de verdad, lo que nosotros queremos de verdad.

Un «Tengo que..» es satisfacer las expectativas de los demás puesta en nosotros.

Es decir SI a otros cuando en el fondo sabemos que deberíamos decir NO.

Es hacer algo que no querríamos hacer para no hacer algo,, que si desearíamos hacer.

Y todo porqué tenemos miedo.

Miedo a ser nosotros mismos, a crear lo que imaginamos, a decir te quiero cuando lo sentimos y vete a la mierda cuando lo deseamos.

Vivimos en un mundo que está dominado por el «tengo que..» es decir por el miedo, por aparentar y no ser, por mostrar y no sentir, por mentir y no decir la verdad .

Y en realidad, el único miedo que nos tenemos, es a nosotros mismos. Y no fuera así, muchas tonterías se acabarían de repente en esta vida.

¿Y tú también has dicho hoy «Tengo que..»?

Si satisface mis intereses, defiendo lo que haga falta…

Photo by Snack Toronto on Pexels.com

No me he caído de un guindo y ya casi nada me sorprende en esta vida.

Sin embargo, cada día más palmo más una realidad:

DIME QUÉ HAY QUE DEFENDER, SI DE POR MEDIO ESTÁN MIS INTERESES.

No hace falta que conozcamos el tema en cuestión, hasta quizá antes lo hayamos criticado. Pero no importa, si luego esa defensa va a suponer una «inyección» de algún tipo para mi cuenta, allá que vamos.

Y así, una y otra vez.

Podemos hablar de un tema que al mes siguiente, si tenemos que hablar del contrario, lo haremos porqué satisface nuestros intereses.

¿Qué estamos haciendo?

Hablamos de la coherencia, de golpes en el pecho diciendo que nosotros somos auténticos, que nos importa poco lo que digan los demás, que somos genuinos. Pero cuando se trata de nuestros intereses, principalmente económicos, nos olvidamos y decimos lo que haya que decir, porqué hay que llenar la «billetera profesional y económica».

¿Dónde quedan los valores?

¿Podremos confiar en esa persona a partir de ese momento? o ¿Creeremos que ante la mera oportunidad de satisfacer su ego, nos podrá «clavar el puñal por la espada»?

¿Todo vale en esta vida por seguir una moda «eventual» o por un puñados de Likes?

Muchos pensarán que todo vale, que todo tiene una explicación, que todo vale si queremos ser alguien en este mundo de Likes y compartir, hay que hacer lo que sea y más. Pero eso si, que no se nos tilde como «veletas» , que «no tenemos un juicio», ni cosas parecidas porqué nosotros no somos así.

Confiamos «ciegamente» en los «cantos de sirena» y en los «rayos laser» de tendencias, personas que nos pueden llevar al «estrellato». Los defendemos delante de quien sea, hacemos lo que haya que hacer, todo para demostrar a los demás y a la persona en cuestión, que creemos en ella, que somos de fiar. Pero desconfiamos de lo autentico, lo original y lo de verdad. Y todo ¿POR QUÉ? por una fama efímera.

Todos nos podemos confundir, todos pensar una cosa y luego ver que es otra ( eso nos pasa con amigos o con parejas que las idealizamos y luego nos llevamos el chasco grande) pero lo peor sería no reconocer que nos hemos confundido o aún sabiendo qué estábamos haciendo y las consecuencias, no reconocerlo.

Seamos responsables de nuestros actos. Si somos valientes para unas cosas, también para las consecuencias.

Somos lo que defendemos, porqué creemos que es la verdad, nuestra verdad.

Pero que esa defensa sea de verdad, en la que no «ganas nada» por hacerlo y solo porqué así lo sientes.

¿Te atreves?

¿Por qué no te perdonas?

Photo by Vie Studio on Pexels.com

Creo que muchas de las dificultades que pasamos, se esfumarían si nos preguntásemos:

¿Te lo has perdonado?

¿Te has perdonado no haber actuado de otra manera?

¿Te has perdonado no haber dicho SI a algo que querías hacerlo?

¿Te has perdonado haber desdichado esa oportunidad de trabajo por algo que te apetecía mas y salió mal?

Y yo tengo que decir que hasta no hace mucho no me había perdonado muchas cosas en mi vida.

¿Pero por qué no nos perdonamos no haber hecho lo que sentíamos que teníamos que hacer? ¿Por qué no nos perdonamos hacer lo que queríamos hacer?

Porqué no salió como esperabas,

Porqué realmente fuiste contrario a tus valores.

Porqué la impulsividad te ganó la partida.

Porqué luchabas por algo que sentías a pesar de lo que te decían los demás.

Y como no dijiste lo que sentías, como no fue cómo esperábamos nos pasamos la vida flagelándonos y sin perdonarnos.

¿Por qué no te perdonas?

A día de hoy no eres la misma persona que eras en ese momento.

A día de hoy, espero que hayas aprendido la lección y no la hayas vuelto a repetir.

A día de hoy, sabes que no lo volverías a repetir…

¿Y entonces?

Hemos construido una personalidad bajo esa situación.

Nuestra vida será una mierda, no tengo suerte, mis padres no me quieren ( cuando seguramente lo han hecho lo mejor que sabían), no encuentro trabajo… Y todo por la decisión que tuvimos hace años

Nos hemos convertido en «victimas del resultado» porqué es mejor echar la culpa a otros de nuestra mala suerte que ser responsables de nuestra vida.

Ser responsables de nuestra vida es ser responsable de las acciones que tomamos, de las creencias que adquirimos sin preguntarnos si eran verdad o no y de todo lo ocurrido después de esa situación.

Pero eso no, es mucho mejor el lamento , el lloro y el no reconocer que en toda crisis, nosotros también tenemos parte de culpa.

Muchos de los problemas que tienes a dia de hoy son causa de que hayas arrastrado ese problema.

De que tu ego sea desmedido y no sepas reconocer que no siempre tienes la razón.

Que quien te lleva la contraria al instante lo borras de tu vida porqué no aplaude lo que estás diciendo.

Y muchas más cosas así.

Si rascáramos un poco, muchos de nuestros problemas del día a día , son por culpa de no habernos perdonado por alguna situación de tiempo atrás.

Y claro está que siempre tendremos el pensamiento de: «¿Cómo voy a perdonarme si la culpa la tuvo otra persona?».

A lo mejor la otra persona ni se acordó de lo que hizo o quizá no lo vio cómo tú lo viste o ya no está entre nosotros, te lo aseguro…suele pasar. Y además estamos hablando de ti, no de la otra persona.

Es hora de hacerte responsable de la situación y perdonarse.

Como diria la canción: «Lo que pasó, pasó».

Suelta lastre, pide perdón a ti mismo y a quien hayas hecho daño si todavía no te has atrevido a hacerlo.. Y sigue adelante.

Es hora de seguir adelante y con menos «equipaje» por el camino que lastra el trayecto.

Deja de quejarte , perdónate y empezaras a ver la vida desde otra perspectiva.

¿Por qué no te perdonas?

Desde el corazón, no desde el interés.

Photo by Thirdman on Pexels.com

Si alguien me preguntase:

¿Podrías darme una clave para que una relación dure?

Una y otra vez, diría la misma respuesta:

EL INTERÉS.

Pero un interés de verdad.

No aquel interés de un «me gusta», de un «like» o de un «a ver si hablamos y de casualidad, me invitas a tu fiesta o evento».

Eso es postureo, es llamar la atención, es petardeo o es lo que llamo «SOLO ME ACUERDO DE TI CUANDO NECESITO ALGO y hasta la proxima vez».

Queremos que se interesen por nosotros, que estén atentos, sentirnos queridos por los demás. ¿Pero tú te interesas por los demás, DE VERDAD?

Cuando tenemos algún «encontronazo» con alguien, NO TENEMOS INTERÉS POR SOLUCIONARLO.

Cuando alguien nos dice algo que sabíamos pero no queríamos oír, NO QUEREMOS SOLUCIONAR LA SITUACIÓN.

Cuando decimos a alguien que tenemos ganas de ver a alguien pero pasan los meses y no hacemos un gesto para quedar, NO TENEMOS NINGÚN INTERÉS EN ESA PERSONA.

Pero eso si, que muestren interés en nosotros porqué sino pensaremos que estamos solos, que tenemos algún problema o vete a saber qué.

Cada día creo que no hablamos con el corazón, sino a través de la «mascara» del interés de ese momento.

Interés para satisfacer nuestra imagen personal o profesional… Interés para satisfacer algún deseo pasional…. Interés para que no nos vean como realmente somos…

Todo está movido por el interés, sin embargo, queremos verdad en nuestras relaciones, amor y felicidad.

Si no empezamos por nosotros mismos y mostramos interés de verdad por lo que queremos, ¿Qué acabaremos recogiendo?

Mentiras

Marchas.

Malas relaciones.

….Porqué si tú no muestras interés genuino por los demás ¿Por qué lo van a mostrar contigo? ¿Por qué te llamas como te llamas?

Luego nos llevamos sorpresas con relaciones que pensábamos que estarían ahí siempre por X motivos y de la noche a la mañana, nos preguntamos ¿por qué ya no están ahí? Porqué la gente no es imbécil y caerán una primera vez, ¿la segunda? ya no.

¿Y es malo no mostrar interés por todas las personas? Desde luego que NO.

No pasa nada por no interesarte por esa persona con tantos seguidores en las redes sociales si realmente sientes que no te interesa lo que ofrece.. No pasa nada por no interesarte por esa persona que te han presentado y que es tan «famosa» entre la gente si realmente no te dice nada..

No pasa nada por interesarte por la gente y las cosas que de verdad te interesan y desechas

Lo que es malo es «aprovecharte» de la persona, no siendo uno de verdad.

No hace falta hacerle la pelota a nadie, a lo mejor podrías conseguir otras cosas mucho mejores, esforzándote y siendo uno mismo.

Quizá dormirías mejor por las noches preocupado como responder a ese mensaje que te pide ayuda y no tienes «ganas» de hacerlo, cuando tú la has recibido de su parte siempre que la has necesitado

Queremos satisfacer nuestro ego, que se interesen por nosotros, ¿Y eso de interesarnos por los demás sin ningún interés de por medio, cómo lo llevamos?

¡MAL!.

Vemos las relaciones como transacciones pero en la que no deben ganar los dos, sino siempre uno, uno mismo.

Cuando mostramos un «interés» no real en las personas, se acaba notando y esa relación, la mayoría de las veces, muriendo.

¿Por qué no somos de verdad?

Si no mostramos interés por esa persona y así lo siento la otra persona, ¿Por qué nos molesta que se vaya? Seguramente no será porqué sea una relación que termine, sino porque se nos habrá acabado el «chollo».

Mostremos interés de verdad por lo que queremos en la vida. Centremos nuestras energías en lo que nos hace feliz, en lo que queremos , en lo que queremos disfrutar.

Y no juguemos con los demás.

Seguro que nos iría mejor a todos.

Siempre desde el corazón, nunca desde el interés.

Soledad

Cada día encuentro más miradas vacías.

Miradas que no dicen nada, ni tristeza ni alegría y ni mucho menos ilusión.

Miradas que solo buscan una cosa, respuestas.

Respuestas a preguntas que hasta la fecha no se habían realizado.

Preguntas para que sirven, si realmente quieren vivir la vida que están viviendo o porqué seguimos los consejos de los demás cuando realmente nosotros queríamos haber hecho otras cosas.

Cada día recorro las calles de mi ciudad y me gusta fijarme en la mirada de los demás. Y lo que encuentro son miradas que tienen miedo mirar al frente, de encontrarse con los demás, de encontrarse con su verdad. Otras están tapadas por gafas de sol. Miradas escondidas que no quieren que se las encuentre. Que veamos que desde hace tiempo dejaron de llorar preguntadose dónde están las respuestas que buscaban y que tanto necesitaban, dejándose llevar en la actualidad sin querer ya pensar por si mismos

Cada día siento que se aprende más observando a la gente que a través de estadísticas o modas. Y cada día creo que esa soledad que tanto sentimos es porqué no nos llevamos bien con nosotros mismos.

Personas que encadenan una relación tras otra pensando que son «alguien» si están en pareja… Trabajadores que no entienden porqué están somatizando enfermedades si expresasen que realmente lo que les haría felices es hacer otro trabajo totalmente diferente. Personas que están enguachadas a libros de «felicidad», cursos y congresos pero cuando llega la noche se preguntan porqué a pesar de todo siguen estando cómo están, gente que mantiene en secreto su sexualidad por miedo al qué dirán, personas que luchan a escondidas por sus sueños, no vayan a pensar que están locos o algo así…

Podemos echar la culpa a la sociedad, a los estereotipos o a las presiones familiares por sentir que nuestros padres nos quieren o somos aceptados por los demás. Y no te faltará razón en muchas ocasiones. Somos una sociedad que quiere la paz, la felicidad y el desarrollo, la igualdad y un mundo ideal pero en realidad y en el día a día, somos unos grandes cabrones con el prójimo.

Taponamos el avance del vecino, mentimos para que no avance a pesar de que sabemos que lo podría conseguir, ponemos normas para tener a todo el mundo controlado y no le damos libertad alguna para crear, para que descubra y desarrolle su talento, su deseo…Hablamos de avance y mientras tanto ponemos piedras en el camino para que no lo hagan.

¿Y qué hacemos? ¿Quejarnos de que la culpa de todo la tienen los demás? ¿De tirar la toalla por nuestra soledad y acostumbrarnos a lo que nos dan?.

Muchos años me quejaba que no avanzaba por culpa de los demás. Cuando aprendí que «el principio del comienzo» empieza por uno mismo, las cosas cambiaron. Mi mundo cambió cuando empecé a cambiar yo.

Los demás que hagan lo que quieran, los demás que se tiren los pelos o lo que sea…si yo estoy mal, ¿POR QUÉ LO ESTOY?

Y tú lo sabes mejor que cualquier otro. O al menos lo intuyes. Pero lo que ocurre que nos da miedo hablar, nos da miedo expresarnos. Y no es que no sepas expresar lo que te pasa, sino que te da vergüenza decirlo no vayan a tildarte de loco o vete a saber qué . Cuando sabes qué te pasa, una palabra puede describirlo todo perfectamente. No hace falta la expreses, puedes escribirla, pintarla o hacer un grafiti.. El medio es el que mejor te sientas tú pero EXPRESA

Durante el día cotorreamos, no hablamos.

Invertimos el día hablamos de mierdas, de cosas sin importancia. ¿Y lo importante? Nos lo callamos, por miedo. ¿Miedo a qué? Es lo que sientes, es lo que quieres decir, es la ayuda que sabes que necesitas. ¿A qué tienes miedo? ¿Al que puedan decir que eres vulnerable y se rían porqué llora? Esa gente no te ha merecido ahora y nunca.

Cuando expresamos lo que sentimos, nos damos cuenta que no estamos solos como nos imaginábamos., sino más acompañados de lo que nos creíamos. Lo que pasa es que el miedo, nos hace creer cosas que no son así.

Podemos echar la culpa a la sociedad, que no nos enseñan a gestionar nuestras emociones, que ciertas generaciones no saben expresar sus emociones y así han criado a sus hijos, que en casa no se habla de debilidades… Te lo vuelvo a repetir… busca

A pesar de estar cada día más «rodeados» de gente, cada día estamos más solos. Es una frase que se oye habitualmente. Y estoy de acuerdo con ella, cada día tenemos más oportunidades de relacionarnos con gente pero cada día nos sentimos más solos. ¿Y todo por qué? PORQUÉ TENEMOS MIEDO A HABLAR CON EL CORAZÓN.

Nos han enseñado a hablar con la razón, a hablar en función de las expectativas que tienen sobre nosotros en el presente o en el futuro, dejando al corazón de lado. Y por eso nos encerramos más y más en nosotros mismos, porqué la razón no sabe gestionar lo que nos pasa. Ahí es cuando debes poner en marcha tu corazón, es el que rompe las barreras de tu aislamiento

Desde luego que no estoy diciendo que con eso ya está todo hecho. Yo fui dos años a un psicólogo y lo recomiendo a todo el mundo. Lo que te estoy diciendo es que:

¿Qué ocurriría si escucháramos antes a nuestro corazón y no nos dejáramos guiar tanto por la razón?

¿Qué ocurriría si hablásemos desde el corazón y no con una mascara llamada razón?

Quizá la razón no sabe gestionar cosas en las que el corazón es experto.

¿Por qué la soledad? Porqué llevamos tiempo sin escucharnos a nosotros y escuchando más a los demás.