No me encuentro…

«No me encuentro». Y no me avergüenzo de reconocerlo.

Creo que vivimos en una sociedad de etiquetas, en las que eres contable, eres el novio de, el hijo de., el amigo de …Creemos que somos las etiquetas que los demás nos han puesto por lo que hemos hecho, por lo que estamos haciendo o por lo que haremos.

¿Pero qué ocurre cuando muchas de esas cosas se caen?

Que no te encuentras.

Ya no eres el novio de… ya no eres el directivo de la empresa tal… Ya no eres el amigo de.. Y la consecuencia es que no sabes quién eres.

No te encuentras, estás perdido, te sientes indefenso.

Y no es la primera vez que me llegan emails diciéndome la misma frase: «David, no me encuentro». Y yo así lo he sentido también muchas veces.

Y no me avergüenzo en reconocerlo. Porqué al igual que pasa con el miedo, cuando reconoces que no te encuentras, la vergüenza cada vez más rápidamente, se va esfumando.

Todos tenemos momentos en la vida que no sabemos por dónde tirar. Dónde pensábamos que ya estábamos «encaminados» y en muchos casos sin esperarlo y en otros oliendonos algo, el camino se corta para decirnos «por aquí ya no más».

No sabemos qué hacer. No sabemos por dónde tirar. La rutina se ha parado en seco. Lo que pensabamos que iba a ser por mucho tiempo, se ha ido y quizá para no volver. ¿Qué hacer?

En este momento es imprescindible parar y pensar. Pero sobre todo echarse las culpas a uno de todo.

Pensamos que somos los culpables al 100% de la situación. Que la hemos cagado y a veces sin saber qué hemos hecho. Puedes ser la suerte, puede ser cualquier cosa, pero jamás te eches la culpa de todo a uno mismo, porqué sino aún nos iremos más abajo.

Ha podido ser cualquier cosa, si quieres echarle la culpa a algo o alguien. Pero antes de nada, para , piensa, se empático y te darás cuenta que quizá ya iba siendo hora que ocurriese lo que ha ocurrido. Que lo que ha pasado es una oportunidad para descubrir nuevos caminos, para quererte más, en definitiva una oportunidad para crecer. Pero lo siento, si no paras tu cabeza y miras la situación desde todas las vertientes y no solo desde tu ego, no te darás cuenta de la oportunidad que tienes ante ti. Y quizá hasta acabarás agradecido de no seguir el camino que pensabas que tenías que seguir. La vida aunque muchas veces es muy perra, a veces también nos da regalos increíbles. Algo que solo nos damos cuenta con el paso del tiempo.

Pero si, la mente es muy perra y sí no la paras, no dejara de lanzarte preguntas tipo: «¿Por qué ha pasado esto? ¿Qué he hecho mal para merecerme esto? ¿Qué será de mí después de esto?» . Relaja y no seamos tan drama Queen.

La vida es un Hola y un Adiós. Es un Gracias y un Bienvenido, nos guste o no. Y es lo que nos pasa, creemos que somos esa etiqueta a la que estábamos acostumbrados y que tanta paz/estatus/felicidad nos daba. Y si, la incertidumbre jode pero hay que mirarla como una oportunidad para mirarse al espejo y reconocerse o descubrir de lo que estás hecho realmente.

Te lo vuelvo a repetir, es y será jodido pasar el proceso hasta que te puedas reir por lo que estás pasando en estos momentos, pero tienes ante ti una oportunidad increíble.

Una oportunidad para:

.- Ver que has aprendido hasta la fecha y qué más puedes aprender de ahora en adelante.

.- Sentirte agradecido por todo lo que has vivido y vivir con curiosidad todo lo que tienes delante de ti.

.- Decir Adiós y decirte Hola a ti mismo.

.- Soltarte las riendas de la mediocridad y las expectativas que tienen los demás sobre ti y coger tus propias riendas, esas que tenías ocultas y siempre habías querido coger.

.- Descubrir, para potenciar tu curiosidad y abrazar tu creatividad

.- Disfrutar de tu turno en la vida y crear la vida que tú quieres y no basado en etiquetas impuestas por los demás, que seguro que alguna aborrecías.

No es que no te encuentres, eso lo piensas porqué ya no están las etiquetas y expectativas que tenían los demás sobre ti. La incertidumbre da miedo y más cuando no estamos acostumbrados a ella, pero hay que verla como una oportunidad y no como una losa.

Tienes ante ti una oportunidad, así que aprovéchala. Otros desearían tomar otro rumbo en su vida y nunca se les presentará la oportunidad que tú tienes.

Basta ya de decir «No me encuentro», lo que ocurre que te encuentras en medio de la erupción de un volcán y tienes dos opciones, reconocerte y la lava te disparará hacia arriba, o encogerte y la lava te engullirá, DEE TI DEPENDE.

Queremos excelencia a precio de mediocridad.

En un mundo que reverbera con los ecos del talento, la creatividad y la excelencia, nos encontramos atrapados en un paradójico dilema: clamamos por la excelencia, pero esperamos pagar por ella como si fuera mediocridad.

Pero no solamente en el mundo empresarial, en el mundo personal también ocurre igual. Queremos excelencia en nuestras relaciones. Queremos que sean de verdad, autenticas, que haya transparencia, que recibamos sin parar, que nos sintamos queridos, que nos sorprendan…¿Pero qué damos nosotros a cambio? Poco o nada.

Exigimos mucho pero damos poco.

Esta contradicción flagrante socava los fundamentos mismos de la creatividad, el talento y el progreso como sociedad y la apuesta por el ser humano. En lugar de valorar verdaderamente el esfuerzo y la habilidad y/o habilidades que todos tenemos , tendemos a infravalorarlos en los demás pero siempre ponerlas en primer lugar, las nuestras , lo que conduce a una cultura de frustración (¿Cuántas veces nos preguntamos ¿por qué nadie quiere pagar lo que valgo? o Si soy una buena persona, ¿Qué hago mal en mis relaciones? ) y desencanto entre aquellos que se esfuerzan por destacar en un mar de conformidad y orillas de mediocridad, que es en la actualidad este lugar llamado mundo.

La narrativa que inunda redes sociales y librerías nos insta constantemente a aspirar a la grandeza, a perseguir nuestros sueños, a ser más felices que el vecino y a alcanzar nuevas alturas. Nos bombardean con mensajes sobre la importancia de la creatividad, la verdad y el talento. Sin embargo, cuando se trata de recompensar verdaderamente estos atributos, nos quedamos cortos, más bien escasos. tanto económica como emocionalmente. Queremos productos y servicios de calidad excepcional, personas transparentes que no nos hagan daño y que nos cuiden como creemos que nos merecemos, pero estamos poco dispuestos a pagar el precio justo por ellos. Este fenómeno se manifiesta en todos los ámbitos de la sociedad, desde el mundo empresarial hasta el arte, la educación y en nuestras relaciones diarias.

En el ámbito empresarial, por ejemplo, las empresas exigen constantemente a sus empleados que superen expectativas, que piensen fuera de la caja (¡Dentro de la caja también está la solución!) y que impulsen el desarrollo de la empresa. Sin embargo, a menudo estas mismas empresas restringen los presupuestos destinados a la formación y el desarrollo, recortan los incentivos y beneficios, y mantienen salarios bajos que no reflejan el verdadero valor del trabajo de sus empleados. Esta desconexión entre las expectativas y las recompensas llevan a una sensación de desilusión y desmotivación entre los trabajadores más talentosos. Algo que no se salva con una conferencia motivacional o con un viernes de pizzas, te lo aseguro.

En el mundo del arte y la cultura, vemos un fenómeno similar. Se espera que los artistas y creadores produzcan obras innovadoras y emocionantes, que desafíen las convenciones y provoquen reflexión que para eso han estudiado. Sin embargo, el mercado a menudo subvalora su trabajo, exigiendo que trabajen de forma gratuita en nombre de la «exposición» o hacer unas «prácticas» en el restaurante que a día de hoy está de moda y estará muy bien que lo pongas en tu CV, sin retribución alguna. Esta falta de reconocimiento económico puede hacer que muchos talentos prometedores abandonen sus aspiraciones artísticas en favor de carreras más convencionales y estables.

La educación es otro campo donde esta dicotomía entre la excelencia y la mediocridad es evidente. Se nos dice que la educación es la clave para el futuro, que debemos invertir en el desarrollo de mentes brillantes y talentosas. Sin embargo, los sistemas educativos ¿de verdad quiere un gobierno tener a gente creativa, empoderada y talentosa en su sociedad? Porqué ya tengo años y no hay cambios, siempre el mismo patrón y la misma filosofía de educación, repetir como cacatúas pensando que así nos irá bien en el mercado laboral y solo lo que produce es repetir más y más mediocridad . Esto no solo afecta la calidad de la educación que reciben los estudiantes, sino que también desanima a muchos educadores comprometidos y talentosos que ven cómo su trabajo no es adecuadamente valorado ni recompensado.

Entonces, ¿Cómo hemos llegado a este punto? ¿Por qué clamamos por la excelencia pero nos resistimos a pagar por ella? Una explicación posible radica en nuestra mentalidad de consumo instantáneo y nuestra aversión al riesgo. En una sociedad obsesionada con la gratificación instantánea, tendemos a buscar soluciones rápidas y económicas, incluso si eso significa comprometer la calidad. Además, el miedo al fracaso y la incertidumbre nos lleva a buscar lo familiar y lo seguro, en lugar de arriesgarnos en la búsqueda de la verdadera excelencia.

Otra explicación podría ser el papel del poder y la desigualdad en la sociedad. Aquellos en posiciones de poder a menudo tienen interés en mantener el status quo, beneficiándose de un sistema que subvalora el trabajo y el talento de otros. Por mucho que digamos de agilidad, flexibilidad y todo lo que tú quieras, cuando estamos en el poder, solo queremos seguridad y que nadie nos quite lo alcanzado. Esta dinámica de poder puede perpetuar un ciclo de explotación y manipulación, donde los menos privilegiados son obligados a aceptar condiciones injustas en aras de la supervivencia económica.

Independientemente de las razones detrás de este fenómeno, es evidente que debemos abordar esta contradicción fundamental si queremos construir una sociedad verdaderamente justa y próspera, si es verdad en lo que repetimos sin parar por megáfonos y medios de comunicación. Esto implica un cambio de mentalidad tanto a nivel individual como colectivo. Necesitamos reconocer y valorar el trabajo y el talento de manera justa y equitativa. Esto significa pagar salarios dignos, ofrecer oportunidades de desarrollo y crecimiento, y crear un entorno que fomente la creatividad y la innovación.

También necesitamos cuestionar y desafiar las estructuras de poder y desigualdad que perpetúan esta cultura de subvaloración y explotación. Porqué en tu tarjeta de presentación ponga que tengas un titulo impresionante y en inglés, significa que ¿sabes más que yo? ¿Qué puedes dictaminar mi futuro por qué tienes miedo a que te robe tu puesto de trabajo? o ¿A que no te gustaría que te lo hicieran a ti? y entonces ¿Por qué lo haces tú?

Reconocer y valorar la excelencia a su justo precio emocional y económico no solo beneficia a aquellos que la poseen, sino que enriquece a toda la sociedad. Cuando invertimos en el talento y la creatividad de los demás , estamos invirtiendo en nuestro propio futuro colectivo. Solo entonces podremos liberar todo el potencial humano y alcanzar nuevas alturas de logro y desarrollo personal .

Es hora de dejar de querer excelencia a precio de mediocridad y empezar a pagar el precio justo por el talento, el esfuerzo y la humanidad que tanto valoramos.

Descubre el poder del silencio: 1 de cada 10 expertos aconsejan destacar tus logros sin excesiva modestia.

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La nueva tendencia de proclamar a todos que somos humildes ha tomado por asalto las redes sociales y las conversaciones cotidianas. Parece que, de repente, ser humilde se ha convertido en un distintivo de estatus social. Además de mostrar que bien te va la vida, o al menos parecerlo, que eres muy feliz con tu pareja y que has superado una cifra mítica de seguidores en redes, ahora la moda es mostrarse «humilde».

No hace falta ir a ver a un gurú, tú abres las redes sociales y de 10 videos, seguro que 2-3 hablarán de la humildad de esa persona, de lo que hace por los demás mientras muestra un alto estatus en sus ropa o en su relojes. Ahora todo el mundo es humilde, todo el mundo ha leído el mismo libro de desarrollo personal que nos dice que el valor más importante para atraer el éxito y la felicidad en tu vida, es la humildad. Y lo dirá seguramente una persona, que eso de la humildad va poco con ella en su día a día. Conozco varios casos al respecto. Pero, ¿por qué esta repentina necesidad de proclamar nuestra humildad a los cuatro vientos?

En primer lugar, expresar públicamente nuestra humildad puede ser una forma de buscar validación y aceptación por parte de los demás, aunque estemos ganando 5 veces más que ellos con una sola acción que realicemos. En un mundo cada vez más conectado digitalmente, obtener la aprobación de nuestros pares puede convertirse en una obsesión, y proclamarse humilde puede ser un intento de ganar simpatía y reconocimiento. Si te fijas todo el mundo que proclama su humildad, las acciones que hacen por los demás desfavorecidos, las venden más como una acción más de marketing para ganar seguidores en sus redes sociales y mensajes de la gente que les diga que hace falta más gente como ellos, que realmente el hecho en si. Importa más el ego que la acción en si.

Otra razón podría ser el deseo de diferenciarse de aquellos que son percibidos como arrogantes o egocéntricos. En un intento de evitar la alienación social, nos apresuramos a destacar nuestra humildad, mostrándola como una cualidad que nos hace más accesibles y aceptables para los demás. Más vale que nos tilden de humildes que no de egocéntricos y que se nos echen encima en las redes sociales. Aunque luego en el día a día, seamos los más arrogantes del mundo.

Cuando una persona repite una y otra vez que es una persona humilde, está demostrando su inseguridad. Si sabes que eres humilde, ¿Por qué lo repites tanto?

Además, la cultura actual favorece la modestia como una virtud admirable. En un mundo obsesionado con la imagen y la autoafirmación, proyectar una imagen de humildad puede ser estratégico para ganar seguidores y admiradores. Admiradores que cuando conocen en el día a día a la persona, si tienen sentido común, se darán cuenta que esa persona no es tal cual quiere mostrar en sus redes. Las redes sociales, en particular, se han convertido en un escenario donde la humildad se exhibe como un accesorio de moda. Y cada día creo más que la gente realmente humilde no lo dice sin parar que es humilde, lo demuestra. No quiere aplausos por lo que hace, lo quiere hacer.

No obstante, la auténtica humildad va más allá de las palabras y las declaraciones públicas. Es una cualidad que se demuestra a través de acciones y actitudes diarias. Y no solo porqué toque publicar una foto en Instagram o en Tik Tok.

Aquí hay cinco razones por las que la humildad se demuestra y no se proclama constantemente:

  1. Actos de servicio: En lugar de alardear sobre nuestra humildad, deberíamos canalizar esa energía en ayudar a los demás de manera desinteresada. No se trata de acción por número de seguidores, se trata de acción y sentirte satisfecho por haber ayudado a los demás. La verdadera humildad se refleja en acciones concretas que benefician a la comunidad sin esperar el aplauso o los like.
  2. Reconocer errores: La autenticidad de la humildad se manifiesta cuando somos capaces de reconocer y corregir nuestros propios errores. En lugar de encubrirlos o justificarlos, la verdadera humildad implica asumir la responsabilidad y aprender de las experiencias.
  3. Escuchar activamente: La humildad se demuestra al mostrar empatía y escuchar genuinamente a los demás. No hacer que los escuchas y cuando te giras, olvidarte de lo que te han dicho. En lugar de centrarse en nuestras propias opiniones y logros, la atención se dirige hacia los demás, reconociendo su valía y perspectiva. La humildad no trata de ti, trata de los demás.
  4. Agradecimiento sincero: En lugar de proclamar continuamente nuestra humildad, deberíamos expresar gratitud de manera auténtica, SIN CAMARAS NI DIRECTOS DE INSTAGRAM. Reconocer las contribuciones de los demás, aunque le duela a tu ego lo que te han dicho y mostrar aprecio sin esperar nada a cambio es un verdadero acto de humildad.
  5. Aprender de los demás: La humildad se manifiesta al reconocer que siempre hay espacio para el crecimiento y la mejora. No eres perfecto, aunque te duela, es así. Aprender de los demás, independientemente de su estatus social o logros, refleja una actitud humilde que va más allá de las declaraciones públicas en tus redes sociales.

La autenticidad de la humildad se encuentra en las acciones y actitudes diarias, no en las proclamaciones constantes como vemos en medios de comunicación y redes sociales.

En lugar de buscar validación externa, de hacer dichas acciones con el propósito de marketing personal para ganarnos la «simpatía» de los futuros clientes y realmente no enfocarnos en los demás, que de eso se trata.

¿Cuándo nos daremos cuenta que aquellas personas que hacen más por los demás no lo dicen? ¿No existen las donaciones anónimas? Son para aquellas personas que quieren dar de verdad, que quieren hacer el bien y no hace falta nada más, solo la acción y el ayudar, no que se publiquen y se haga RT sin parar.

Es hora de cultivar una humildad que se exprese a través de actos significativos y de verdad ( la verdadera humildad se demuestra a través de acciones y no con meras palabras y rayos laser de fondo) y un compromiso genuino con el bienestar de los demás. No con el propio.

Quiero un libro que me muestre a lo que me voy a enfrentar día a día..

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Hace unos días tuve una conversación que me hizo escribir este artículo. Una amiga me decía: «Los libros están muy bien, pero no me hablan de la verdadera vida, de la del día a día y eso me ha llevado a una desilusión».

Y yo así también comencé a leer dichos libros, pensando que me darían la solución a mi día a día, pero con el paso del tiempo me daba cuenta que era todo muy general y fallaba esa adaptabilidad al día a día.

Cuando por fin damos un paso adelante a la hora de afrontar un problema y como excusa para no ser responsables de nuestros problemas, optamos por conferencias o libros de desarrollo personal. Esperamos encontrar la solución que nos ayude en nuestra relación de pareja, en desarrollar muestra empatía por los demás o tener más éxito que el vecino. Y todo porqué no queremos ser responsables de nuestra vida., optamos por los libros como fuente de ayuda, aunque solo nos leamos el final de cada capítulo dónde se resume lo escrito.

En la era del constante crecimiento personal y la búsqueda de la mejor versión de uno mismo, los libros de desarrollo personal se han convertido en una fuente inagotable de inspiración y consejos. Desde títulos como «El Poder del Ahora» de Eckhart Tolle hasta «Los 7 Hábitos de la Gente Altamente Efectiva» de Stephen Covey, (si pongo algún titulo de autor español la lio más gorda que lo de Rubiales, así que me tranquilizo) estos libros, números 1 en la lista de super ventas en todas las librerías, prometen brindarnos las herramientas necesarias para alcanzar la felicidad, el éxito y el crecimiento personal. Sin embargo, detrás de sus páginas repletas de sabiduría, se encuentra una realidad que a menudo se pasa por alto: los desafíos y obstáculos del día a día que pueden hacer que la aplicación de estos consejos sea mucho más complicada de lo que sugieren.

El atractivo de los libros de desarrollo personal radica en su capacidad para presentar conceptos y enfoques simplificados que parecen prometer una transformación rápida y duradera. Y si podemos joder al vecino antes que nos joda a nosotros porqué hemos alcanzado el éxito, allá que vamos. A través de anécdotas inspiradoras, vistas desde sus despachos, tweets que ni ellos mismos se creen que han escrito, ejercicios reflexivos y pasos claros a seguir, estos libros crean una sensación de empoderamiento y esperanza en quienes los leen. Sin embargo, lo que a menudo no se menciona es que la vida cotidiana está llena de imprevisibilidad, de amigos que te dan una patada en el culo y no esperabas, de despidos inesperados, de marchas inesperadas de familiares, estrés y momentos en los que aplicar estas enseñanzas se convierte en un desafío real.

Por ejemplo, muchos libros de desarrollo personal hablan sobre la importancia de mantener una mentalidad positiva en todo momento. Aunque este consejo es valioso, la realidad es que hay días en los que enfrentamos situaciones que nos hacen sentir frustrados, enojados o tristes, y mantener una actitud positiva puede ser un reto monumental, en los que lo único que quieres dominar no son tus pensamientos positivos, sino los pensamientos de no matar al jefe o a tu pareja. Además, la presión de cumplir con responsabilidades laborales, las expectativas familiares y personales puede hacer que sea difícil encontrar el tiempo y la energía para llevar a cabo las prácticas sugeridas en estos libros.

Otro aspecto que tiende a pasarse por alto es que cada individuo es único, y lo que funciona para una persona puede no ser tan efectivo para otra. Los libros de desarrollo personal a menudo presentan un enfoque generalizado que puede no ser adecuado para todas las situaciones y personalidades. Todos queremos que nos tomen por únicos, pero todos seguimos los mismos pasado del libro de moda…y así lo único que alcanzarás es ser como los demás. La vida está llena de matices y circunstancias variables que no pueden abordarse con una solución única. Lo que hizo famosa a una empresa o una marca, no tiene porqué surgirte efecto a ti, ya que las condiciones fueron diferentes, los tiempos…Así que un poco de pensamiento crítico antes de creértelo todo a pies juntillas. Adaptar los consejos de estos libros a nuestra propia realidad requiere un esfuerzo constante de reflexión, experimentación y adaptación.

Es importante recordar que el desarrollo personal es un viaje continuo, y no hay soluciones mágicas ni atajos para alcanzarlo. Es un viaje que no termina nunca y no por haberte leído un libro o reído las gracias al conferenciante de moda, ya estás «curado». Si bien los libros de desarrollo personal pueden ser una fuente valiosa de información y motivación, es esencial combinar sus enseñanzas con una comprensión realista de las luchas diarias que enfrentamos. Que no todo es un mundo ideal y tan fácil. En lugar de buscar una transformación instantánea, debemos abrazar la idea de que el crecimiento personal es un proceso gradual y a menudo desafiante.

Desde luego que los libros de desarrollo personal ofrecen valiosos consejos y perspectivas que pueden enriquecer nuestras vidas, pero es fundamental reconocer que la vida cotidiana no siempre se ajusta perfectamente a los escenarios ideales que estos libros presentan. En lugar de sentirnos frustrados por no poder replicar exactamente lo que leemos, debemos encontrar formas de adaptar y aplicar estos principios a nuestras propias circunstancias únicas.

El verdadero desarrollo personal se produce cuando enfrentamos las dificultades de la vida con valentía y perseverancia, aprendiendo y creciendo a lo largo del camino.

¿Y cómo sería aquel libro que refleje la realidad?

Un libro de desarrollo personal que realmente refleje los desafíos y obstáculos de la vida cotidiana debe ser honesto, práctico y adaptable. Pero aquí te dejo algunas características más:

  1. Realismo: El libro debe presentar una visión realista de la vida, reconociendo que enfrentaremos altibajos, desafíos inesperados y momentos de dificultad. En lugar de ofrecer soluciones mágicas, debería destacar la importancia de la resiliencia y la adaptabilidad ante las circunstancias cambiantes.
  2. Diversidad de situaciones: Debe abordar una amplia gama de situaciones que las personas enfrentan en su vida diaria, ya sea en el trabajo, en las relaciones personales, en la gestión del tiempo, en la toma de decisiones, etc. Cada capítulo o sección podría centrarse en un aspecto particular de la vida y ofrecer consejos específicos.
  3. Ejemplos reales: Incluir ejemplos y anécdotas de la vida real puede ayudar a los lectores a conectarse con las situaciones presentadas en el libro. Pero anécdotas que ellos han vivido, no vale usar la misma anécdota que está en todos los libros de Madre Teresa de Calcuta o de Nelson Mandela, que ya nos la sabemos todos. Estos ejemplos deben ser variados y reflejar diferentes contextos y experiencias para que los lectores puedan ver cómo se aplican los consejos en diferentes escenarios.
  4. Herramientas prácticas: En lugar de simplemente ofrecer teorías abstractas, el libro debería proporcionar herramientas prácticas y ejercicios que los lectores puedan aplicar directamente en su vida. Estos ejercicios podrían ayudar a los lectores a analizar sus propias situaciones y encontrar formas realistas de abordar los desafíos. Recuerda, lo que sirve en Houston quizá no sirva en Albacete, con todo mi cariño a dicha tierra.
  5. Flexibilidad: Reconociendo que cada persona es única y que no hay una única solución que funcione para todos, el libro debería fomentar la adaptabilidad. Pero no, es mejor hacer creer que siguiendo todos las mismas formulas, seremos diferentes. En lugar de presentar un enfoque rígido, podría ofrecer un conjunto de principios flexibles que los lectores puedan ajustar según sus propias necesidades y circunstancias.
  6. Enfoque en el proceso: En lugar de enfocarse exclusivamente en los resultados, el libro podría destacar la importancia del proceso de crecimiento personal. Esto significa reconocer que el desarrollo personal es un viaje continuo ( y no ser considerado Top Voice en Linkedin o te llamen para una conferencia) y que el progreso constante es más valioso que la búsqueda de la perfección instantánea.
  7. Lenguaje accesible: El lenguaje utilizado en el libro debe ser claro, accesible y libre de jerga innecesaria. Basta ya de lenguaje de culto que lo único que nos hace es alejarnos de la gente que necesita realmente ayuda. Esto facilitará que una amplia gama de lectores pueda entender y aplicar los conceptos presentados.
  8. Perspectiva integral: Un buen libro de desarrollo personal debe considerar aspectos diversos de la vida, incluyendo la salud mental, las relaciones interpersonales, el bienestar físico, la gestión del estrés y otros aspectos importantes para una vida equilibrada y satisfactoria.

Un libro de desarrollo personal que refleje los desafíos cotidianos debe ser pragmático, adaptativo y comprensivo de la complejidad de la vida real. Debe ofrecer consejos prácticos, herramientas aplicables y una comprensión genuina de que el crecimiento personal es un proceso continuo y multifacético.

Ese libro sí ayudará a sus lectores y transformará sus vidas. Mientras tanto, como me decían recientemente, la gente habla de libros que ha leído pero eso ya de ponerlo en práctica, es otro cantar. Es mejor seguir quejándonos que se responsables de nuestra vida.

¿Existe un libro que me muestre a lo que me voy a enfrentar en el día a dia?