No me encuentro…

«No me encuentro». Y no me avergüenzo de reconocerlo.

Creo que vivimos en una sociedad de etiquetas, en las que eres contable, eres el novio de, el hijo de., el amigo de …Creemos que somos las etiquetas que los demás nos han puesto por lo que hemos hecho, por lo que estamos haciendo o por lo que haremos.

¿Pero qué ocurre cuando muchas de esas cosas se caen?

Que no te encuentras.

Ya no eres el novio de… ya no eres el directivo de la empresa tal… Ya no eres el amigo de.. Y la consecuencia es que no sabes quién eres.

No te encuentras, estás perdido, te sientes indefenso.

Y no es la primera vez que me llegan emails diciéndome la misma frase: «David, no me encuentro». Y yo así lo he sentido también muchas veces.

Y no me avergüenzo en reconocerlo. Porqué al igual que pasa con el miedo, cuando reconoces que no te encuentras, la vergüenza cada vez más rápidamente, se va esfumando.

Todos tenemos momentos en la vida que no sabemos por dónde tirar. Dónde pensábamos que ya estábamos «encaminados» y en muchos casos sin esperarlo y en otros oliendonos algo, el camino se corta para decirnos «por aquí ya no más».

No sabemos qué hacer. No sabemos por dónde tirar. La rutina se ha parado en seco. Lo que pensabamos que iba a ser por mucho tiempo, se ha ido y quizá para no volver. ¿Qué hacer?

En este momento es imprescindible parar y pensar. Pero sobre todo echarse las culpas a uno de todo.

Pensamos que somos los culpables al 100% de la situación. Que la hemos cagado y a veces sin saber qué hemos hecho. Puedes ser la suerte, puede ser cualquier cosa, pero jamás te eches la culpa de todo a uno mismo, porqué sino aún nos iremos más abajo.

Ha podido ser cualquier cosa, si quieres echarle la culpa a algo o alguien. Pero antes de nada, para , piensa, se empático y te darás cuenta que quizá ya iba siendo hora que ocurriese lo que ha ocurrido. Que lo que ha pasado es una oportunidad para descubrir nuevos caminos, para quererte más, en definitiva una oportunidad para crecer. Pero lo siento, si no paras tu cabeza y miras la situación desde todas las vertientes y no solo desde tu ego, no te darás cuenta de la oportunidad que tienes ante ti. Y quizá hasta acabarás agradecido de no seguir el camino que pensabas que tenías que seguir. La vida aunque muchas veces es muy perra, a veces también nos da regalos increíbles. Algo que solo nos damos cuenta con el paso del tiempo.

Pero si, la mente es muy perra y sí no la paras, no dejara de lanzarte preguntas tipo: «¿Por qué ha pasado esto? ¿Qué he hecho mal para merecerme esto? ¿Qué será de mí después de esto?» . Relaja y no seamos tan drama Queen.

La vida es un Hola y un Adiós. Es un Gracias y un Bienvenido, nos guste o no. Y es lo que nos pasa, creemos que somos esa etiqueta a la que estábamos acostumbrados y que tanta paz/estatus/felicidad nos daba. Y si, la incertidumbre jode pero hay que mirarla como una oportunidad para mirarse al espejo y reconocerse o descubrir de lo que estás hecho realmente.

Te lo vuelvo a repetir, es y será jodido pasar el proceso hasta que te puedas reir por lo que estás pasando en estos momentos, pero tienes ante ti una oportunidad increíble.

Una oportunidad para:

.- Ver que has aprendido hasta la fecha y qué más puedes aprender de ahora en adelante.

.- Sentirte agradecido por todo lo que has vivido y vivir con curiosidad todo lo que tienes delante de ti.

.- Decir Adiós y decirte Hola a ti mismo.

.- Soltarte las riendas de la mediocridad y las expectativas que tienen los demás sobre ti y coger tus propias riendas, esas que tenías ocultas y siempre habías querido coger.

.- Descubrir, para potenciar tu curiosidad y abrazar tu creatividad

.- Disfrutar de tu turno en la vida y crear la vida que tú quieres y no basado en etiquetas impuestas por los demás, que seguro que alguna aborrecías.

No es que no te encuentres, eso lo piensas porqué ya no están las etiquetas y expectativas que tenían los demás sobre ti. La incertidumbre da miedo y más cuando no estamos acostumbrados a ella, pero hay que verla como una oportunidad y no como una losa.

Tienes ante ti una oportunidad, así que aprovéchala. Otros desearían tomar otro rumbo en su vida y nunca se les presentará la oportunidad que tú tienes.

Basta ya de decir «No me encuentro», lo que ocurre que te encuentras en medio de la erupción de un volcán y tienes dos opciones, reconocerte y la lava te disparará hacia arriba, o encogerte y la lava te engullirá, DEE TI DEPENDE.

Queremos excelencia a precio de mediocridad.

En un mundo que reverbera con los ecos del talento, la creatividad y la excelencia, nos encontramos atrapados en un paradójico dilema: clamamos por la excelencia, pero esperamos pagar por ella como si fuera mediocridad.

Pero no solamente en el mundo empresarial, en el mundo personal también ocurre igual. Queremos excelencia en nuestras relaciones. Queremos que sean de verdad, autenticas, que haya transparencia, que recibamos sin parar, que nos sintamos queridos, que nos sorprendan…¿Pero qué damos nosotros a cambio? Poco o nada.

Exigimos mucho pero damos poco.

Esta contradicción flagrante socava los fundamentos mismos de la creatividad, el talento y el progreso como sociedad y la apuesta por el ser humano. En lugar de valorar verdaderamente el esfuerzo y la habilidad y/o habilidades que todos tenemos , tendemos a infravalorarlos en los demás pero siempre ponerlas en primer lugar, las nuestras , lo que conduce a una cultura de frustración (¿Cuántas veces nos preguntamos ¿por qué nadie quiere pagar lo que valgo? o Si soy una buena persona, ¿Qué hago mal en mis relaciones? ) y desencanto entre aquellos que se esfuerzan por destacar en un mar de conformidad y orillas de mediocridad, que es en la actualidad este lugar llamado mundo.

La narrativa que inunda redes sociales y librerías nos insta constantemente a aspirar a la grandeza, a perseguir nuestros sueños, a ser más felices que el vecino y a alcanzar nuevas alturas. Nos bombardean con mensajes sobre la importancia de la creatividad, la verdad y el talento. Sin embargo, cuando se trata de recompensar verdaderamente estos atributos, nos quedamos cortos, más bien escasos. tanto económica como emocionalmente. Queremos productos y servicios de calidad excepcional, personas transparentes que no nos hagan daño y que nos cuiden como creemos que nos merecemos, pero estamos poco dispuestos a pagar el precio justo por ellos. Este fenómeno se manifiesta en todos los ámbitos de la sociedad, desde el mundo empresarial hasta el arte, la educación y en nuestras relaciones diarias.

En el ámbito empresarial, por ejemplo, las empresas exigen constantemente a sus empleados que superen expectativas, que piensen fuera de la caja (¡Dentro de la caja también está la solución!) y que impulsen el desarrollo de la empresa. Sin embargo, a menudo estas mismas empresas restringen los presupuestos destinados a la formación y el desarrollo, recortan los incentivos y beneficios, y mantienen salarios bajos que no reflejan el verdadero valor del trabajo de sus empleados. Esta desconexión entre las expectativas y las recompensas llevan a una sensación de desilusión y desmotivación entre los trabajadores más talentosos. Algo que no se salva con una conferencia motivacional o con un viernes de pizzas, te lo aseguro.

En el mundo del arte y la cultura, vemos un fenómeno similar. Se espera que los artistas y creadores produzcan obras innovadoras y emocionantes, que desafíen las convenciones y provoquen reflexión que para eso han estudiado. Sin embargo, el mercado a menudo subvalora su trabajo, exigiendo que trabajen de forma gratuita en nombre de la «exposición» o hacer unas «prácticas» en el restaurante que a día de hoy está de moda y estará muy bien que lo pongas en tu CV, sin retribución alguna. Esta falta de reconocimiento económico puede hacer que muchos talentos prometedores abandonen sus aspiraciones artísticas en favor de carreras más convencionales y estables.

La educación es otro campo donde esta dicotomía entre la excelencia y la mediocridad es evidente. Se nos dice que la educación es la clave para el futuro, que debemos invertir en el desarrollo de mentes brillantes y talentosas. Sin embargo, los sistemas educativos ¿de verdad quiere un gobierno tener a gente creativa, empoderada y talentosa en su sociedad? Porqué ya tengo años y no hay cambios, siempre el mismo patrón y la misma filosofía de educación, repetir como cacatúas pensando que así nos irá bien en el mercado laboral y solo lo que produce es repetir más y más mediocridad . Esto no solo afecta la calidad de la educación que reciben los estudiantes, sino que también desanima a muchos educadores comprometidos y talentosos que ven cómo su trabajo no es adecuadamente valorado ni recompensado.

Entonces, ¿Cómo hemos llegado a este punto? ¿Por qué clamamos por la excelencia pero nos resistimos a pagar por ella? Una explicación posible radica en nuestra mentalidad de consumo instantáneo y nuestra aversión al riesgo. En una sociedad obsesionada con la gratificación instantánea, tendemos a buscar soluciones rápidas y económicas, incluso si eso significa comprometer la calidad. Además, el miedo al fracaso y la incertidumbre nos lleva a buscar lo familiar y lo seguro, en lugar de arriesgarnos en la búsqueda de la verdadera excelencia.

Otra explicación podría ser el papel del poder y la desigualdad en la sociedad. Aquellos en posiciones de poder a menudo tienen interés en mantener el status quo, beneficiándose de un sistema que subvalora el trabajo y el talento de otros. Por mucho que digamos de agilidad, flexibilidad y todo lo que tú quieras, cuando estamos en el poder, solo queremos seguridad y que nadie nos quite lo alcanzado. Esta dinámica de poder puede perpetuar un ciclo de explotación y manipulación, donde los menos privilegiados son obligados a aceptar condiciones injustas en aras de la supervivencia económica.

Independientemente de las razones detrás de este fenómeno, es evidente que debemos abordar esta contradicción fundamental si queremos construir una sociedad verdaderamente justa y próspera, si es verdad en lo que repetimos sin parar por megáfonos y medios de comunicación. Esto implica un cambio de mentalidad tanto a nivel individual como colectivo. Necesitamos reconocer y valorar el trabajo y el talento de manera justa y equitativa. Esto significa pagar salarios dignos, ofrecer oportunidades de desarrollo y crecimiento, y crear un entorno que fomente la creatividad y la innovación.

También necesitamos cuestionar y desafiar las estructuras de poder y desigualdad que perpetúan esta cultura de subvaloración y explotación. Porqué en tu tarjeta de presentación ponga que tengas un titulo impresionante y en inglés, significa que ¿sabes más que yo? ¿Qué puedes dictaminar mi futuro por qué tienes miedo a que te robe tu puesto de trabajo? o ¿A que no te gustaría que te lo hicieran a ti? y entonces ¿Por qué lo haces tú?

Reconocer y valorar la excelencia a su justo precio emocional y económico no solo beneficia a aquellos que la poseen, sino que enriquece a toda la sociedad. Cuando invertimos en el talento y la creatividad de los demás , estamos invirtiendo en nuestro propio futuro colectivo. Solo entonces podremos liberar todo el potencial humano y alcanzar nuevas alturas de logro y desarrollo personal .

Es hora de dejar de querer excelencia a precio de mediocridad y empezar a pagar el precio justo por el talento, el esfuerzo y la humanidad que tanto valoramos.

Las Mentiras que nos Unen.

En la compleja tela de araña que constituye la sociedad humana, las relaciones personales son los hilos que tejen conexiones significativas entre individuos.

Sin embargo, en ocasiones, estos lazos están tejidos con un hilo invisible pero poderoso: las mentiras.

¿Quién no ha tenido una decepción con alguna persona gracias a las mentiras? ¿Quién no ha estado conviviendo con mentiras durante muchos años de su vida? ¿Somos de verdad ante los demás? Pero eso si, nosotros exigimos verdad a los otros..

La paradoja de la falsedad en las relaciones humanas

Las relaciones humanas están destinadas a ser el crisol donde se forja la sinceridad y eso que tanto se anhela, que llamamos autenticidad . Sin embargo, en la práctica, a menudo son moldeadas por la falsedad y la apariencia. Y ya con el mundo de las redes sociales, ni te cuento. En lugar de conectarnos a través de nuestras verdades y vulnerabilidades, nos encontramos tejiendo redes de engaños y falsas representaciones. Y luego pasa lo que pasa.

La pregunta que surge es: ¿Por qué tendemos a recurrir a la mentira en nuestras interacciones sociales? Una explicación radica en nuestra naturaleza social y la necesidad percibida de encajar y ser aceptados por los demás. Los diferentes son «expulsados» del rebaño y pensamos que dentro de él, estaremos más seguros. Así que nuestras «rarezas» las ocultamos para ser aceptados por los demás. Desde una edad temprana, aprendemos que ciertas conductas y características son más valoradas socialmente que otras, – el beber, el fumar, el salir por la noche….- lo que nos lleva a disfrazar o exagerar aspectos de nosotros mismos para adaptarnos a estas expectativas.

Las máscaras que usamos: Falsedad en la era de las redes sociales.

En la era digital, el «autobombo» se ha convertido en una forma de arte, donde cada publicación, cada foto, cada estado de ánimo compartido se convierte en una representación cuidadosamente elaborada de nuestra vida. Un «autobombo» que nos muestre como personas ricas, con grandes amigos, llenos de éxito y en definitiva una vida que si da envidia a los demás, es el único propósito. Las redes sociales, en particular, actúan como un escaparate donde exhibimos nuestras vidas de una manera filtrada y pulida, distorsionando la línea entre la realidad y la mejor ciencia ficción de cualquier plataforma de streaming.

Bajo la presión de mantener una imagen idealizada llena de felicidad, éxito, invitado a grandes eventos y fotos con personas relevantes , nos encontramos cayendo en el abismo de la falsedad, ocultando nuestras luchas, sombras y fracasos detrás de una fachada de perfección. Fachada que si sabes hacer preguntas, en menos de dos preguntas, SE PUEDE DERRUMBAR MUY FÁCIL. Esta perpetuación de la falsedad que habita en las redes sociales no solo distorsiona nuestras percepciones de la realidad, sino que también alimenta un ciclo insidioso de comparación, frustración y competencia que socava la autoestima y la conexión genuina entre las personas.

La mentira no solo erosiona la confianza en nuestras relaciones, sino que también tiene un impacto perjudicial en nuestra salud mental y bienestar social. El acto de mantener y perpetuar mentiras genera un estrés significativo, ya sea por el miedo a ser descubierto o por el peso emocional de sostener una falsedad. No es lo mismo recordar las mentiras que has dicho, que cuando hablas desde la verdad, todo fluye sin problemas.

Además, la falta de verdad en nuestras interacciones puede llevar a una sensación de desconexión y soledad, como así me ha ocurrido en muchos momentos, ya que nos priva de la oportunidad de establecer vínculos significativos basados en la sinceridad y la vulnerabilidad. En lugar de nutrir relaciones auténticas que promuevan el crecimiento personal y la creatividad, nos encontramos atrapados en un ciclo de superficialidad y desconfianza.

¿Y así cómo vamos a avanzar? ¡QUÉ ILUSOS SOMOS!.

¿Y qué deberíamos hacer?

Para romper el ciclo de falsedad que nos une, es fundamental fomentar una cultura de la verdad y la autenticidad en nuestras relaciones personales y sociales. Esto implica cultivar la valentía de ser vulnerables y honestos con nosotros mismos y con los demás, incluso cuando eso signifique exponernos al riesgo de rechazo o crítica.

Te aseguro que dormirás mucho más tranquilo desde ese momento. Y quién te quiera, te querrá por quien eres, no por lo que quieres aparentar.

Al abrazar nuestra autenticidad y aceptar nuestras imperfecciones, nos abrirnos a la posibilidad de conexiones más profundas y significativas con los demás. Nos abrimos a relaciones de verdad y que duran más que aquellas que solo están para satisfacer meros intereses. La honestidad no solo fortalece la confianza en nuestras relaciones, sino que también crea un espacio para la creatividad y la innovación, ya que nos permite explorar nuevas ideas y perspectivas sin el temor al juicio o la censura.

En la era de «Las mentiras que nos unen» actúan como una barrera para el progreso social y el desarrollo personal. Solo hace falta encender Twitter y ver como se encuentra la sociedad. Y ya si quieres jugar con fuego, haz alguna cena con amigos y familia y seguro que «alguna» se monta por política En lugar de construir relaciones basadas en la sinceridad y la autenticidad, -¿No es lo que nos deberían inspirar los líderes de nuestro mundo? – nos encontramos atrapados en un laberinto de falsedad y engaño que socava nuestra conexión humana y nuestra capacidad para innovar y crecer como individuos y como sociedad.

Al desafiar la norma de la falsedad y abrazar la verdad como el fundamento de nuestras interacciones sociales, podemos abrirnos a un mundo de posibilidades donde la creatividad y la autenticidad florecen. Solo cuando nos atrevemos a ser verdaderamente nosotros mismos, podemos comenzar a construir relaciones genuinas y una sociedad más fuerte y creativa para las generaciones venideras.

¿Qué mentiras te unen a los demás? ¿Crees que no saben que estás mintiendo? ¿Cómo sería el mundo si nos uniera la verdad y no las mentiras?

Gozar, del verbo:» Crear sin complejos».

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En la travesía de la vida, nos enfrentamos a una paradoja intrigante: el miedo a gozar.

Sí, leíste bien. Nos encontramos cohibidos por la idea de disfrutar plenamente de cada experiencia, de cada logro, de cada momento de felicidad. ¿Por qué? La respuesta puede parecer compleja, pero en su esencia, se reduce al temor al juicio ajeno, al miedo a ser envidiados o juzgados por atrevernos a ser completamente nosotros mismos.

Cuando hemos nacido para crear, gozar, vivir…ahora nos da miedo hacer algo esencial al ser humano, GOZAR. Y si lo hacemos es en privado , no vayamos a generar envidia.

¿Por qué tememos gozar?

El miedo al juicio social es una fuerza poderosa que puede obstaculizar nuestro camino hacia la plenitud. Pero recuerda que es porqué tú quieres, si quieres gozar, hazlo. Y los demás, que hagan lo que quieran. Nos preocupamos demasiado por lo que otros puedan pensar o decir sobre nosotros, lo que nos lleva a reprimir nuestro deseo innato de gozar cada momento de la vida. Mientras los demás no están en tu vida, no te ayudan, no quieren comprenderte, tú mientras no haces lo que quieres hacer no vaya a sentarles mal…. ¡ESTO ES DE LOCOS!.

Nos preocupamos de que nuestras pasiones sean vistas como tabúes, de que nuestras elecciones sean criticadas, de que nuestras alegrías sean envidiadas. Pero, ¿por qué permitir que estos miedos adheridos por nosotros mismos, nos detengan?

La importancia de gozar lo que creamos

El ser humano está intrínsecamente conectado con el acto de crear. Desde el arte hasta la ciencia, desde la cocina hasta la música, la creación es parte fundamental de nuestra existencia. Somos HOMO CREATIVOS, por mucho que pienses que no lo eres.

Pero, ¿Qué sentido tiene crear si no nos permitimos gozar de nuestros propios logros? Si no disfrutamos del fruto de nuestro esfuerzo y dedicación, ¿Qué nos impulsa a seguir adelante? Es hora de reconocer que el gozo es un componente vital de la creación. Y no un tabú ni nada parecido.

¿Y cómo podemos gozar con lo que creamos?

  1. Vive en el presente: Deja de preocuparte por el pasado o el futuro. Sólo tienes el ahora y nada más. Concéntrate en el aquí y el ahora, y permite que cada momento te llene de gozo y gratitud. Todo momento es un goce, hasta cuando te dice NO.
  2. Sé auténtico: No tengas miedo de ser quien realmente eres. ¿No hemos venido al mundo a ser nosotros mismos? ¿No se nos impulsa a la autenticidad? Abraza tus pasiones, intereses y deseos sin reservas. El verdadero gozo surge cuando nos permitimos ser auténticos. Y que digan lo que quieran los demás.
  3. Libérate del juicio ajeno: Deja de preocuparte por lo que otros puedan pensar de ti. Y además si son personas que solo te quieren por el interés. Recuerda que la opinión de los demás no define tu valía ni tu felicidad. Vive tu vida según tus propios términos. Y quien te quiera, te respetará.
  4. Cultiva la gratitud: Tómate un momento cada día para reflexionar sobre las cosas por las que estás agradecido. El gozo se encuentra en los pequeños detalles, y practicar la gratitud te ayudará a apreciar más cada aspecto de tu vida.
  5. Haz lo que amas: Dedica tiempo a las actividades que te traen alegría y satisfacción. ¿Por qué dedicar tiempo a lo que te deprime y aburre? Ya sea pintar, cocinar, escribir, bailar o cualquier otra cosa, permítete gozar de tus pasiones y encontrar el placer en el proceso creativo.

¡LA VIDA ES PARA GOZARLA!

El gozo es un derecho humano fundamental que no deberíamos negarnos a nosotros mismos. Liberémonos del peso del juicio ajeno y permitámonos gozar plenamente de cada aspecto de la vida. Recuerda, la vida es demasiado corta para no disfrutarla al máximo.

Así que adelante, ¡goza sin complejos!

Descubre el poder del silencio: 1 de cada 10 expertos aconsejan destacar tus logros sin excesiva modestia.

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La nueva tendencia de proclamar a todos que somos humildes ha tomado por asalto las redes sociales y las conversaciones cotidianas. Parece que, de repente, ser humilde se ha convertido en un distintivo de estatus social. Además de mostrar que bien te va la vida, o al menos parecerlo, que eres muy feliz con tu pareja y que has superado una cifra mítica de seguidores en redes, ahora la moda es mostrarse «humilde».

No hace falta ir a ver a un gurú, tú abres las redes sociales y de 10 videos, seguro que 2-3 hablarán de la humildad de esa persona, de lo que hace por los demás mientras muestra un alto estatus en sus ropa o en su relojes. Ahora todo el mundo es humilde, todo el mundo ha leído el mismo libro de desarrollo personal que nos dice que el valor más importante para atraer el éxito y la felicidad en tu vida, es la humildad. Y lo dirá seguramente una persona, que eso de la humildad va poco con ella en su día a día. Conozco varios casos al respecto. Pero, ¿por qué esta repentina necesidad de proclamar nuestra humildad a los cuatro vientos?

En primer lugar, expresar públicamente nuestra humildad puede ser una forma de buscar validación y aceptación por parte de los demás, aunque estemos ganando 5 veces más que ellos con una sola acción que realicemos. En un mundo cada vez más conectado digitalmente, obtener la aprobación de nuestros pares puede convertirse en una obsesión, y proclamarse humilde puede ser un intento de ganar simpatía y reconocimiento. Si te fijas todo el mundo que proclama su humildad, las acciones que hacen por los demás desfavorecidos, las venden más como una acción más de marketing para ganar seguidores en sus redes sociales y mensajes de la gente que les diga que hace falta más gente como ellos, que realmente el hecho en si. Importa más el ego que la acción en si.

Otra razón podría ser el deseo de diferenciarse de aquellos que son percibidos como arrogantes o egocéntricos. En un intento de evitar la alienación social, nos apresuramos a destacar nuestra humildad, mostrándola como una cualidad que nos hace más accesibles y aceptables para los demás. Más vale que nos tilden de humildes que no de egocéntricos y que se nos echen encima en las redes sociales. Aunque luego en el día a día, seamos los más arrogantes del mundo.

Cuando una persona repite una y otra vez que es una persona humilde, está demostrando su inseguridad. Si sabes que eres humilde, ¿Por qué lo repites tanto?

Además, la cultura actual favorece la modestia como una virtud admirable. En un mundo obsesionado con la imagen y la autoafirmación, proyectar una imagen de humildad puede ser estratégico para ganar seguidores y admiradores. Admiradores que cuando conocen en el día a día a la persona, si tienen sentido común, se darán cuenta que esa persona no es tal cual quiere mostrar en sus redes. Las redes sociales, en particular, se han convertido en un escenario donde la humildad se exhibe como un accesorio de moda. Y cada día creo más que la gente realmente humilde no lo dice sin parar que es humilde, lo demuestra. No quiere aplausos por lo que hace, lo quiere hacer.

No obstante, la auténtica humildad va más allá de las palabras y las declaraciones públicas. Es una cualidad que se demuestra a través de acciones y actitudes diarias. Y no solo porqué toque publicar una foto en Instagram o en Tik Tok.

Aquí hay cinco razones por las que la humildad se demuestra y no se proclama constantemente:

  1. Actos de servicio: En lugar de alardear sobre nuestra humildad, deberíamos canalizar esa energía en ayudar a los demás de manera desinteresada. No se trata de acción por número de seguidores, se trata de acción y sentirte satisfecho por haber ayudado a los demás. La verdadera humildad se refleja en acciones concretas que benefician a la comunidad sin esperar el aplauso o los like.
  2. Reconocer errores: La autenticidad de la humildad se manifiesta cuando somos capaces de reconocer y corregir nuestros propios errores. En lugar de encubrirlos o justificarlos, la verdadera humildad implica asumir la responsabilidad y aprender de las experiencias.
  3. Escuchar activamente: La humildad se demuestra al mostrar empatía y escuchar genuinamente a los demás. No hacer que los escuchas y cuando te giras, olvidarte de lo que te han dicho. En lugar de centrarse en nuestras propias opiniones y logros, la atención se dirige hacia los demás, reconociendo su valía y perspectiva. La humildad no trata de ti, trata de los demás.
  4. Agradecimiento sincero: En lugar de proclamar continuamente nuestra humildad, deberíamos expresar gratitud de manera auténtica, SIN CAMARAS NI DIRECTOS DE INSTAGRAM. Reconocer las contribuciones de los demás, aunque le duela a tu ego lo que te han dicho y mostrar aprecio sin esperar nada a cambio es un verdadero acto de humildad.
  5. Aprender de los demás: La humildad se manifiesta al reconocer que siempre hay espacio para el crecimiento y la mejora. No eres perfecto, aunque te duela, es así. Aprender de los demás, independientemente de su estatus social o logros, refleja una actitud humilde que va más allá de las declaraciones públicas en tus redes sociales.

La autenticidad de la humildad se encuentra en las acciones y actitudes diarias, no en las proclamaciones constantes como vemos en medios de comunicación y redes sociales.

En lugar de buscar validación externa, de hacer dichas acciones con el propósito de marketing personal para ganarnos la «simpatía» de los futuros clientes y realmente no enfocarnos en los demás, que de eso se trata.

¿Cuándo nos daremos cuenta que aquellas personas que hacen más por los demás no lo dicen? ¿No existen las donaciones anónimas? Son para aquellas personas que quieren dar de verdad, que quieren hacer el bien y no hace falta nada más, solo la acción y el ayudar, no que se publiquen y se haga RT sin parar.

Es hora de cultivar una humildad que se exprese a través de actos significativos y de verdad ( la verdadera humildad se demuestra a través de acciones y no con meras palabras y rayos laser de fondo) y un compromiso genuino con el bienestar de los demás. No con el propio.

Quiero un libro que me muestre a lo que me voy a enfrentar día a día..

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Hace unos días tuve una conversación que me hizo escribir este artículo. Una amiga me decía: «Los libros están muy bien, pero no me hablan de la verdadera vida, de la del día a día y eso me ha llevado a una desilusión».

Y yo así también comencé a leer dichos libros, pensando que me darían la solución a mi día a día, pero con el paso del tiempo me daba cuenta que era todo muy general y fallaba esa adaptabilidad al día a día.

Cuando por fin damos un paso adelante a la hora de afrontar un problema y como excusa para no ser responsables de nuestros problemas, optamos por conferencias o libros de desarrollo personal. Esperamos encontrar la solución que nos ayude en nuestra relación de pareja, en desarrollar muestra empatía por los demás o tener más éxito que el vecino. Y todo porqué no queremos ser responsables de nuestra vida., optamos por los libros como fuente de ayuda, aunque solo nos leamos el final de cada capítulo dónde se resume lo escrito.

En la era del constante crecimiento personal y la búsqueda de la mejor versión de uno mismo, los libros de desarrollo personal se han convertido en una fuente inagotable de inspiración y consejos. Desde títulos como «El Poder del Ahora» de Eckhart Tolle hasta «Los 7 Hábitos de la Gente Altamente Efectiva» de Stephen Covey, (si pongo algún titulo de autor español la lio más gorda que lo de Rubiales, así que me tranquilizo) estos libros, números 1 en la lista de super ventas en todas las librerías, prometen brindarnos las herramientas necesarias para alcanzar la felicidad, el éxito y el crecimiento personal. Sin embargo, detrás de sus páginas repletas de sabiduría, se encuentra una realidad que a menudo se pasa por alto: los desafíos y obstáculos del día a día que pueden hacer que la aplicación de estos consejos sea mucho más complicada de lo que sugieren.

El atractivo de los libros de desarrollo personal radica en su capacidad para presentar conceptos y enfoques simplificados que parecen prometer una transformación rápida y duradera. Y si podemos joder al vecino antes que nos joda a nosotros porqué hemos alcanzado el éxito, allá que vamos. A través de anécdotas inspiradoras, vistas desde sus despachos, tweets que ni ellos mismos se creen que han escrito, ejercicios reflexivos y pasos claros a seguir, estos libros crean una sensación de empoderamiento y esperanza en quienes los leen. Sin embargo, lo que a menudo no se menciona es que la vida cotidiana está llena de imprevisibilidad, de amigos que te dan una patada en el culo y no esperabas, de despidos inesperados, de marchas inesperadas de familiares, estrés y momentos en los que aplicar estas enseñanzas se convierte en un desafío real.

Por ejemplo, muchos libros de desarrollo personal hablan sobre la importancia de mantener una mentalidad positiva en todo momento. Aunque este consejo es valioso, la realidad es que hay días en los que enfrentamos situaciones que nos hacen sentir frustrados, enojados o tristes, y mantener una actitud positiva puede ser un reto monumental, en los que lo único que quieres dominar no son tus pensamientos positivos, sino los pensamientos de no matar al jefe o a tu pareja. Además, la presión de cumplir con responsabilidades laborales, las expectativas familiares y personales puede hacer que sea difícil encontrar el tiempo y la energía para llevar a cabo las prácticas sugeridas en estos libros.

Otro aspecto que tiende a pasarse por alto es que cada individuo es único, y lo que funciona para una persona puede no ser tan efectivo para otra. Los libros de desarrollo personal a menudo presentan un enfoque generalizado que puede no ser adecuado para todas las situaciones y personalidades. Todos queremos que nos tomen por únicos, pero todos seguimos los mismos pasado del libro de moda…y así lo único que alcanzarás es ser como los demás. La vida está llena de matices y circunstancias variables que no pueden abordarse con una solución única. Lo que hizo famosa a una empresa o una marca, no tiene porqué surgirte efecto a ti, ya que las condiciones fueron diferentes, los tiempos…Así que un poco de pensamiento crítico antes de creértelo todo a pies juntillas. Adaptar los consejos de estos libros a nuestra propia realidad requiere un esfuerzo constante de reflexión, experimentación y adaptación.

Es importante recordar que el desarrollo personal es un viaje continuo, y no hay soluciones mágicas ni atajos para alcanzarlo. Es un viaje que no termina nunca y no por haberte leído un libro o reído las gracias al conferenciante de moda, ya estás «curado». Si bien los libros de desarrollo personal pueden ser una fuente valiosa de información y motivación, es esencial combinar sus enseñanzas con una comprensión realista de las luchas diarias que enfrentamos. Que no todo es un mundo ideal y tan fácil. En lugar de buscar una transformación instantánea, debemos abrazar la idea de que el crecimiento personal es un proceso gradual y a menudo desafiante.

Desde luego que los libros de desarrollo personal ofrecen valiosos consejos y perspectivas que pueden enriquecer nuestras vidas, pero es fundamental reconocer que la vida cotidiana no siempre se ajusta perfectamente a los escenarios ideales que estos libros presentan. En lugar de sentirnos frustrados por no poder replicar exactamente lo que leemos, debemos encontrar formas de adaptar y aplicar estos principios a nuestras propias circunstancias únicas.

El verdadero desarrollo personal se produce cuando enfrentamos las dificultades de la vida con valentía y perseverancia, aprendiendo y creciendo a lo largo del camino.

¿Y cómo sería aquel libro que refleje la realidad?

Un libro de desarrollo personal que realmente refleje los desafíos y obstáculos de la vida cotidiana debe ser honesto, práctico y adaptable. Pero aquí te dejo algunas características más:

  1. Realismo: El libro debe presentar una visión realista de la vida, reconociendo que enfrentaremos altibajos, desafíos inesperados y momentos de dificultad. En lugar de ofrecer soluciones mágicas, debería destacar la importancia de la resiliencia y la adaptabilidad ante las circunstancias cambiantes.
  2. Diversidad de situaciones: Debe abordar una amplia gama de situaciones que las personas enfrentan en su vida diaria, ya sea en el trabajo, en las relaciones personales, en la gestión del tiempo, en la toma de decisiones, etc. Cada capítulo o sección podría centrarse en un aspecto particular de la vida y ofrecer consejos específicos.
  3. Ejemplos reales: Incluir ejemplos y anécdotas de la vida real puede ayudar a los lectores a conectarse con las situaciones presentadas en el libro. Pero anécdotas que ellos han vivido, no vale usar la misma anécdota que está en todos los libros de Madre Teresa de Calcuta o de Nelson Mandela, que ya nos la sabemos todos. Estos ejemplos deben ser variados y reflejar diferentes contextos y experiencias para que los lectores puedan ver cómo se aplican los consejos en diferentes escenarios.
  4. Herramientas prácticas: En lugar de simplemente ofrecer teorías abstractas, el libro debería proporcionar herramientas prácticas y ejercicios que los lectores puedan aplicar directamente en su vida. Estos ejercicios podrían ayudar a los lectores a analizar sus propias situaciones y encontrar formas realistas de abordar los desafíos. Recuerda, lo que sirve en Houston quizá no sirva en Albacete, con todo mi cariño a dicha tierra.
  5. Flexibilidad: Reconociendo que cada persona es única y que no hay una única solución que funcione para todos, el libro debería fomentar la adaptabilidad. Pero no, es mejor hacer creer que siguiendo todos las mismas formulas, seremos diferentes. En lugar de presentar un enfoque rígido, podría ofrecer un conjunto de principios flexibles que los lectores puedan ajustar según sus propias necesidades y circunstancias.
  6. Enfoque en el proceso: En lugar de enfocarse exclusivamente en los resultados, el libro podría destacar la importancia del proceso de crecimiento personal. Esto significa reconocer que el desarrollo personal es un viaje continuo ( y no ser considerado Top Voice en Linkedin o te llamen para una conferencia) y que el progreso constante es más valioso que la búsqueda de la perfección instantánea.
  7. Lenguaje accesible: El lenguaje utilizado en el libro debe ser claro, accesible y libre de jerga innecesaria. Basta ya de lenguaje de culto que lo único que nos hace es alejarnos de la gente que necesita realmente ayuda. Esto facilitará que una amplia gama de lectores pueda entender y aplicar los conceptos presentados.
  8. Perspectiva integral: Un buen libro de desarrollo personal debe considerar aspectos diversos de la vida, incluyendo la salud mental, las relaciones interpersonales, el bienestar físico, la gestión del estrés y otros aspectos importantes para una vida equilibrada y satisfactoria.

Un libro de desarrollo personal que refleje los desafíos cotidianos debe ser pragmático, adaptativo y comprensivo de la complejidad de la vida real. Debe ofrecer consejos prácticos, herramientas aplicables y una comprensión genuina de que el crecimiento personal es un proceso continuo y multifacético.

Ese libro sí ayudará a sus lectores y transformará sus vidas. Mientras tanto, como me decían recientemente, la gente habla de libros que ha leído pero eso ya de ponerlo en práctica, es otro cantar. Es mejor seguir quejándonos que se responsables de nuestra vida.

¿Existe un libro que me muestre a lo que me voy a enfrentar en el día a dia?

Menos palabras y más hechos.

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¡Cada día creo menos en las palabras y más en los hechos!

Cada día me cuesta más confiar en los demás. Antes era un ingenuo, creía en todo el mundo. Y así me pasaron cosas que me sorprendieron. Ahora solo confío ciegamente en 3 personas. ¿Y por qué este cambio?

Vivimos en un mundo saturado de palabras. Las encontramos en todas partes: en los medios de comunicación, en las redes sociales, en las conversaciones cotidianas. Las palabras son poderosas; tienen el poder de informar, persuadir, inspirar y consolar. Sin embargo, a medida que avanzamos en este mundo lleno de discursos vacíos, de mascaras, de amistades fingidas e interesadas y promesas incumplidas, es natural que nos cuestionemos la veracidad detrás de las palabras y pongamos más énfasis en los hechos.

La confianza es un pilar fundamental en nuestras interacciones humanas. Sin confianza, seguramente hubiéramos sido devorados por los dinosaurios. Confiar en las palabras de los demás es una forma de establecer vínculos y construir relaciones que con el tiempo, pueden llegar a ser significativas. Osea no te creas que ya es amigo o amiga alguien que te llama crack, o el gran… cuando de por medio puede haber intereses económicos o de algún tipo. Sin embargo, el abuso de las palabras y la manipulación han erosionado la confianza que depositamos en ellas. Cada día desconfiamos más de todo el mundo, no creemos a nadie aun pasado el tiempo y nos haya ido demostrando todo lo que decía. Han sido las «lecciones emocionales» las que nos están haciendo desconfiar de todo el mundo. Y luego están los que dicen que confían en el ser humano ciegamente y les llamamos «Happy Flower» y pensamos que son unos ingenuos. Pero más que nunca, nos encontramos rodeados de líderes políticos que pronuncian discursos grandilocuentes, que tras una derrota estrepitosa en las elecciones no reconocen sus errores pero si que la culpa la tienen los demás. Y lo peor de todo, que carecen de acciones tangibles para respaldar sus palabras. Empresas que prometen un cambio positivo, con un storytelling que nunca visto, pero que continúan operando de manera irresponsable, mintiendo a sus clientes y también a ellos mismos. Incluso en nuestras relaciones personales, nos hemos vuelto más escépticos y cautelosos, intentando aprender a leer entre líneas y buscar evidencia real de compromiso y sinceridad. Y aún así siempre ganará la opción que nos están mintiendo que realmente nos están diciendo la verdad no solo con las palabras, sino también con sus hechos.

Es en este contexto que los hechos cobran mayor relevancia. Los hechos son tangibles, objetivos y difíciles de negar. La gente ya no es gilipollas. Lo será una vez, quizá dos pero cuando se den cuenta que la has intentado engañar por tercera vez, el juego se te habrá acabado. La gente quiere hechos, quiere ver que lo que dices es verdad. No quiere esperar, ya no hay paciencia, quiere hechos. Mientras que las palabras pueden ser manipuladas ( y más con la inteligencia artificial en determinados ámbitos), tergiversadas (donde dije Diego, dije Antonio) o utilizadas como herramientas de engaño, los hechos son la evidencia irrefutable de lo que realmente ha ocurrido. Los hechos no necesitan explicación ni justificación, simplemente son. Y ante eso, solo hay una opción: ACEPTACIÓN. Es a través de los hechos que se construye la confianza genuina, sin «trampa ni cartón», ya que nos demuestran que las palabras no son solo meras promesas vacías.

La gente ya está cansada, en todos los ámbitos de la vida de la mentira, quiere verdad y gente de verdad. Gracias a las caídas, han ido aprendiendo y a día de hoy, mucha de ella, se encuentra empoderada y si ve una persona que no hace lo que dice, muy rara vez, le da una segunda oportunidad. Siempre hay excepciones, desde luego, pero Shrek 3 no es mucho mejor que la 1.

La desilusión ante las palabras vacías nos ha llevado a ser más exigentes y críticos. Nos hemos vuelto más inclinados a juzgar a las personas y organizaciones por sus acciones y logros, en lugar de dejarnos llevar únicamente por sus palabras. Antes nos dejábamos llevar por el físico, ahora ya nos preguntamos: «¿Qué habrá detrás de esa carta bonita?». Queremos ver resultados tangibles, impactos positivos y coherencia entre lo que se dice y lo que se hace. Los hechos nos muestran quiénes son las personas y organizaciones en realidad, más allá de sus discursos y promesas. Pero para ello, tenemos que desarrollar nuestro pensamiento crítico. No hace falta que nos hayan mentido una , dos o cien veces….Hace falta solo tener el coraje de pensar por uno mismo sin dejarse llevar por modas, lo que digan los demás o las apariencias.

Sin embargo, esto no significa que debamos descartar completamente el poder de las palabras. Las palabras bien utilizadas pueden ser una herramienta poderosa para inspirar, motivar y generar cambios positivos. ¿Quién no ha cambiado su actitud con un GRACIAS de un amigo o un TE QUIERO de un familiar? Pero es importante que las palabras estén respaldadas por acciones significativas y coherentes. Las palabras se las lleva el viento, son las acciones las que las atan al suelo. La autenticidad y la congruencia entre las palabras y los hechos son fundamentales para aumentar o reconstruir la confianza y fomentar una sociedad más honesta y transparente. Sé que soy un idealista pero también me pregunto: ¿El ser humano quiere honestidad y transparencia? ¿Está entrenado para la verdad? ¿O prefiere le mienten aún sabiéndolo ya que sus intereses siguen intactos?

En última instancia, cada uno de nosotros tiene la responsabilidad de discernir entre las palabras vacías y los hechos genuinos. Debemos ser críticos y escépticos ante las promesas exageradas y las declaraciones grandilocuentes. Salir corriendo de esos cursos que te dicen que te harán de oro nada más que lo hayas terminado o de esas personas que te dicen que son tus amigas y cuando les llevas la contraria, te mandan a la mierda… Por no hablar de todos los políticos o jefes que nada más entrar en la empresa te aseguran que en menos de 3 años, ya serás tú el jefe… CORREEEE…..Busquemos evidencias tangibles, resultados verificables y consistencia en las acciones de las personas y organizaciones. No se trata de olvidarnos para siempre del corazón y volvernos fríos, sino un equilibrio, razón y corazón. Y sobre todo, no ser un ingenuo las 24 horas del día, que como bien decían nuestros padres, nadie nada «duros a cuatro pesetas». Valorar los hechos por encima de las palabras nos permite tomar decisiones más informadas y establecer relaciones más sólidas. Te podrás equivocar o no, no es un método infalible pero lo que si te asegura, es que si te las dan con «queso» ya vas prevenido de antemano.

En un mundo donde las palabras pueden ser efímeras o creadas por un Inteligencia Artificial, creemos más en los hechos y nos ahorraremos muchos disgustos.

¡¡La Teoria del Lider del Siglo XXI!!

El líder es aquel que, fuera del desorden, aporta simplicidad, armonía en la discordia y oportunidad en la dificultad” decía Albert Einstein.

Existen más teorías sobre el liderazgo, que teorías que dicen el hombre no piso la luna

Nos encontramos libros, conferencias, artículos…Todas las semanas que nos hablan de diferentes tipos de liderazgo, de líderes de siglos anteriores y de qué no es liderazgo.

Seguimos hablando de líder estratégico. Como si el mundo no hubiera avanzado y no estuviéramos en pleno siglo XXI.

Nos preguntamos si el líder nace o se hace. Como si todavía estuviéramos sin saber qué responder, ¿Qué fue antes: el huevo o la gallina?.

Todavía nos preguntamos qué fallos tiene el líder del siglo XXI, como si después de tantas teorías que hay en el mercado, no pudiera tener fallos en la gestión de las personas y de la suya propia.

Todavía seguimos confundiendo líderes con jefes. Bueno también hay personas que se autoimponen el titulo de líderes, y cuando cierran la puerta, son jefes a la antigua usanza. Es decir, “Aquí se hacen las cosas como yo mando, y si no, ya sabes donde tienes la puerta. Me da igual los títulos y las nuevas corrientes. Aquí se siguen haciendo las cosas como hace 200 años”.

Como todavía estamos muy confundidos en muchos aspectos que rondan el tema del liderazgo, todavía siguen existiendo miles de teorías respecto a dicho tema.

Siempre hemos relacionado y es un tema, que cuesta quitar esa relación, de Lider, con aquella persona que tiene un puesto concreto en la empresa o en la sociedad.

Líder se relaciona con el CEO, con el Director de Departamento o con el capitán de nuestro club de futbol favorito.

El líder se relaciona con cierto estatus. Y si no lo tienes, pensamos que jamás llegaremos a ser consideramos como líderes.

Un líder también era Hitler, Mussolini o Steve Jobs, a los que les damos dicho título. Pero sabemos que de buenas personas, tenían lo mismo que yo de buen cantante, NADA.

Nos dejamos llevar por el estatus de esa persona. Creemos y le otorgamos unas cualidades, que en muchas ocasiones no tienen ni llegaran a tener.

¿O es que todavía creemos que nuestros políticos pueden ser considerados como líderes de nuestra sociedad?

1.- Dejemos de relacionar Líderes con ciertos estatus y poderes “sobrenaturales”. Porque todos somos líderes en algún momento de nuestra vida.

Al relacionar lideres con cierto estatus, los estamos relacionando con el poder. El poder de dirigir, el poder de decidir, el poder de mandar.

Y seamos claros, a los seres humanos, NOS GUSTA EL PODER. El poder tiene mucho morbo y beneficios. Y no queremos pensar que tras ese poder que nos otorgan, va a ser algo TEMPORAL. Queremos que sea algo para siempre. Y por eso nos enroscamos en nuestro “sillón” cuando nos sentamos en él.

2.- No te han otorgado un poder infinito, el verdadero líder sabe que será una tarea TEMPORAL.

Y el verdadero líder, sabe que ese poder, no está para utilizarlo en beneficio propio, sino por y para los demás.

Cuando están en el “poder”, creen que es por y para disfrute suyo. Que se lo han ganado. Que todo esfuerzo ahora produce unas recompensas de las que hay que aprovecharse. Y que los comienzos, que fueron duros, llenos de tropiezos, no existen. Ahora no son personas, son los títulos que ponen en la entrada de su puerta.

3.- El líder tiene la función de hacer más grandes a cada uno de los integrantes del equipo. Así como al grupo en su conjunto. NO A UNO MISMO.

Por lo tanto, dejemos ya de hablar de líderes estratégicos y empecemos a hablar, del liderazgo trascendental.

Es aquel que va más allá de los números. Que va más allá de su beneficio propio y se enfoca, en el beneficio del grupo y de todos los componentes que lo rodean.

Porque si habláramos de estrategias, podríamos hablar de líderes dictadores que también tenían una estrategia, y que normalmente no era en beneficio del grupo, sino del suyo propio.

4.- Ves más allá del grupo. Ten un propósito que inspire al grupo. Pero también deja el mundo mejor de cómo te lo encontraste.

Mientras escribía este artículo hay un tema que ronda, o debería rondar al líder de verdad, la Humildad.

Es tener los pies en la tierra. ¿A qué ya no gusta tanto?

Es preguntar a los demás como se encuentran. Es ocuparse de verdad por lo que pasa, o puede pasar. Es ver más allá de evaluaciones de desempeño y ver a través de los ojos de la persona que tiene delante.

Y por humildad, es reconocer que también puedes equivocarte. Un titulo no te da súper poderes. Un titulo no te dice que ya jamás te vas a confundir. Que tus ideas siempre serán las mejores en cada caso. Y que en la adversidad, lideraras de forma correcta a tu equipo hasta la victoria final.

5.- Un líder es humilde. Si no, serás un jefe más.

Al reconocer que no sabes todo, reconoces que puede haber gente mejor que tú. Y al haber gente mejor que tú, cabe la posibilidad que su desarrollo sea mejor que el puedas tener tú. Y reconocer eso no gusta.

Se nos llena la boca hablando de Employer Branding, de cultura empresarial innovadora, de talento, de atracción del mismo y de la retención (palabra que odio). Nos gusta ser cool hablando de temas, que en realidad, no queremos aplicar.

¿Por qué?

Porque alguien que tenga más poder de influencia, sea mejor líder que nosotros, produzca mejores resultados que nosotros o ideas disruptivas que beneficien a la empresa,…haga algo por lo que nos pagan a nosotros. Intuiremos que más vale pronto que tarde, seremos sobrepasados por dicha persona.

Pero un líder, es un mentor. Es una persona que con experiencia ha llegado a dicho estatus, que sabe reconocer los talentos de los demás y los impulsa. Que ve qué se puede mejorar y lo alienta. No una persona que intenta.

Como comento en “Mofeta Branding. Como son las marcas que transforman el mundo”, muchas de ellas nacieron de marcas que ya estaban implantadas en el mercado. Al ver su potencial, se les impulsó y alentó en su camino. Llegando a ser más reconocidas que la marca madre.

6.- Un líder es una persona que produce nuevos líderes.

Pero te estarás preguntando: ¿Yo puedo ser un líder? ¿O sólo son las personas que tienen un estatus en la empresa o en las organizaciones?

TÚ YA HAS SIDO LIDER.

Tú diste un paso adelante en momentos en los que ya no querías seguir aguantando lo que estaba pasando. Tú dijiste SI cuando hasta entonces habías dicho NO. Tú dijiste Adelante cuando hasta la fecha habías estado parado. Cuando viste una dificultad, esta vez viste una oportunidad.

TÚ YA HAS SIDO LIDER EN ALGÚN MOMENTO DE TU VIDA.

Y no has tenido que ir a ningún curso de liderazgo, ostentar ningún cargo en ninguna empresa.

Todos somos líderes en algún momento de nuestra vida, solo tenemos que hacer caso y una oportunidad a esa energía que todos llevamos dentro.

7.- Liderar es decir SI a esa energía interior que todos llevamos dentro.

Luego ya vendrán herramientas que te hacen ser mejor líder y gestionar mejor a las personas y recursos que tengas a tu disposición, pero el principio del comienzo, es decirte SI a ti mismo.

¿Cuáles son los rasgos del líder del s.xxi?

Podéis adquirir “Liderazgo Canalla. Libera tu lado más rebelde” a través de este enlace.

¡¡El éxito no tiene inteligencia!!

Si deseas tener éxito, debes buscar nuevos caminos, en lugar de recorrer los caminos tradicionales del éxito, que todos conocen” decía  John D. Rockefeller.

el éxito no tiene inteligenciaAl igual que buscamos la felicidad con ansias, como hacíamos cuando buscábamos Pokemon, buscamos el éxito, como un niño busca los regalos de los Reyes Magos en Navidad.

El éxito no es inteligente. No es una formula determinada que todos podemos realizar.

Y recuerda, si buscas un éxito efímero, te aseguro que acabara estallándote en la cara.

Sé que estoy diciendo cosas que van encontrar de esos “eventos” que hablan a 400 personas sobre el éxito y les hacen creer que todas las formulas allí expuestas, van a tener el mismo resultados para todos.

Que queramos llegar a la cima, está muy bien. Significa pundonor, esfuerzo, superación.. Pero que yo quiera llegar a mi cima, no significa que mi hoja de ruta, te vaya a servir a ti, aún pasados 25 años.

Cada uno tiene que crear su propia ruta, aunque vea como lo han podido hacer los demás.

Cuando vemos en televisión, a gente que ha alcanzado ese éxito que nosotros queremos, aparte de comernos la envidia, dilucidar qué “enchufe” ha tenido o qué cosas “no legales” ha realizado, creemos que es alguien de otro “planeta”, al que nunca podremos llegar nosotros.

No clames al cielo porque no consigues lo que quieres, no le grites diciéndole que te debe una, después de todo lo que estás pasando, cuando lo único que haces es quejarte y no hacer nada. Esto no va de Ingresos menos Gastos y si, de esfuerzo y confianza.

Menos quejas y más sudor.

No son un Expediente X ni nada parecido, sino que han hecho algo que tú, no has hecho, que es echarle un par, cuando lo que hacías es hacer responsables de tus resultados a los demás.

Así que algo que nunca debe dejar de haber en tu camino, son GANAS.

Sé que estarás pensando, “ Si le echo ganas, huevos y más… pero que no se cómo llegar a la meta”.

El éxito no es un GPS al que debemos seguir con los ojos cerrados, no es una fórmula que está en cualquier libro, que aplicándola, conseguiremos todo y más.

El éxito para mí, son una serie de hábitos (que a cada uno, que no tienen que ser los mismos para todos, le surgen efecto), respondiendo los mismos 2 preguntas:

.– ¿QUÉ QUIERES?

.- ¿Y POR QUÉ lo quieres?

Todo camino debe empezar respondiendo a esas preguntas, si quieres que al final haya una persona que te abra la puerta al Olimpo con el que siempre has soñado.

Te hablo de un éxito “material” porque ya el éxito como seres humanos, es vivir en coherencia con quienes sentimos que somos. Eso no es muy «cool» entre la sociedad.

Aunque te respondas a esas preguntas, vendrá tu Ego a decirte al oído: “Déjate de tonterías, que has fracaso 2000 veces y mira como sigues aún. Que esta vez no será la definitiva”.

Que no lo hayas conseguido (que no es lo mismo que el fracaso) no quiere decir que no puedas conseguir por nunca más, eso que siempre has soñado. Hasta ahora no has conseguido lo que querías, porque nos has tenido los santos pendientes reales, de dar un golpe en la mesa, y decir “Hasta aquí hemos llegado, no me merezco la vida que tengo y sé lo que quiero” y no parar hasta conseguirlo.

Sin acción, no hay reacción, y sin reacción, no hay resultados.

Depende de tus acciones, tus éxitos, no de lo que hagan los demás por ti. Porque igual que te lo dan, te lo pueden quitar. Como hace la audiencia en los reality show salvándote una semana y a la otra echándote del programa.

Que todo dependa de ti, no lo dejes en las manos de los demás. (Del tiempo no puedes adueñarte, acéptalo)

Pero nos han enseñado que en la vida solo debemos pensar en el éxito, porque si no seremos considerados “uno más”, caeremos en el ostracismo, y eso no es “fashion”.

no inteligencia exitoTambién te han dicho que cuanto más crezcas más feliz serás. Cuanto más grande sea tu casa, el coche, el titulo de tu puesto o la pantalla de la televisión de tu casa, más feliz será.

Crecer MATERIALMENTE no da la felicidad, Y SI , ser siempre coherente contigo mismo, DESARROLLARTE PERSONALMENTE

¿Y cómo empezar? “Pues haciendo lo mismo de siempre, no?”.

¡¡ERROR!!.

Como me imagino que no serás un buen maño, obstinado, date cuenta que siguiendo siempre los mismos pasos que te han dicho, has conseguido lo mismo de siempre, es decir MIEDO, FRUSTRACIÓN, RABIA E IMPOTENCIA.

¿Qué hacer?

Si sabes que eres diferente a los demás, si te sientes único, si sabes que alcanzaras el éxito a través de algo innovador ¿POR QUÉ QUIERES HACER LO QUE LOS DEMÁS HACEN?

Serás uno más, por mucho que tu producto sea diferente. Pon los “pelos de punta”  saliéndote de la norma, demuestra  que eres un CANALLA, demuestra tu talento, tu pasión.

Uff, los talentos. Todos queremos el éxito, pero pensamos que no tenemos talento alguno con el que ganarnos la vida. Otros si sueñan con “disfrutar” toda su vida de su talento dándolo a los demás, pero tienen miedo a dar el paso, al que dirán.

Si disfrutas haciendo una cosa que todos te dicen que lo haces genial, que deberías dedicarte a ello, que tú sabes que le dedicas más hora que tiene el día y se te pasan como segundos…¿Te digo un secreto?

TIENES UN TALENTO MÁS GRANDE QUE EL BERNABEU, QUE TIENES QUE DARLO A LOS DEMÁS.

Sé que al instante pensaras “Es que será difícil…Es que…” Si, será difícil, será costoso, pero ahí tienes la respuesta que te faltaba a tu pregunta de ¿Por qué no consigo el éxito?

Que sea difícil, no quiere decir que sea imposible. Otra cosa es que tengas miedo a moverte del sofá, ya no por miedo a las represalias de los demás, sino por miedo al éxito.

Todo lo que no te ayude a llegar a tu meta, “arrúgalo” y a la basura.

Porque estabas buscando un éxito que no iba en coherencia contigo. ¿No querías saber por qué has venido a este mundo? Ahí tienes la respuesta.

Todas las personas que he entrevistado, me lo han dicho: “Vivir desde mi propósito es lo que me ha hecho llegar a la cima”.

Tu realidad es lo que tú crees que es y será. Tienes un arma muy potente que hasta ahora no te habías dado cuenta, que son tus palabras. Lo que sale de ellas, es lo que crees y se cumplirá. ¿O no paras de creer que no podrás conseguir nunca nada en la vida? Ahí tienes la respuesta..

El éxito, el triunfo, es algo muy bueno, pero también tiene su contra: POR FAVOR SIEMPRE SE HUMILDE. No te creas porque hayas conseguido algo, has cambiado todo el mundo. Porque seguro que no es así. La vida cambia en un instante, te lo aseguro.

Así que recuerda:

.- El éxito es como los hoyos en la arena. Tendrás que hacer varios hasta que llegues al petróleo.

.- No se llega al éxito pidiéndolo al Universo ni a través de magias. Sino a través de un plan FLEXIBLE.

.- Déjate de seguir instrucciones para llegar al éxito, ROMPELAS. Quienes llegan a él, saben que no hay reglas (ética, si) para alcanzarlo.

.- Como diría Mr. Foco, Francisco Alcaide, es lo único y más importante para llegar a él. FOCALIZATE

.- Agradece tanto los pequeños éxitos como los fracasos, porque ellos son los que te impulsan a tu meta.

Pero aún así no me hagas caso, eso lo que me ayuda a mí, a ti quizá cosas que a mí no. Por si acaso pruébalas, pero no te aferres a ellas, obviando tu inteligencia e intuición, por lo que diga yo

Hace unos días, Anxo Perez, publicaba su nuevo libro “La inteligencia del éxito”. No creo que el éxito sea sabio ni que nos podamos instruirnos en él como una ciencia exacta, porque cada uno llegamos al éxito de diferentes maneras, con diferentes situaciones.

El cómo es diferente para cada uno de nosotros. Llega a él, a tu manera, cómo tú sientas.

Pero si creo que deja algunas huellas en las que nos podemos orientarnos,pero no aferrarnos. También creo que no aprovechamos eso que tenemos entre los hombros, nuestro cerebro.

¿Crees que el éxito tiene inteligencia? ¿Crees que al éxito se llega a través de una formula universal?